La medida preventiva puede dar buenos resultados sanitarios, pero ¿qué pasa a nivel psicológico ante la falta de contacto social y la incertidumbre de lo que pueda pasar? ENFOQUE charló con la psicóloga Laura Mingo, que brindó consejos sobre cómo llevar adelante este aislamiento obligatorio.
Por Rocío Gómez
A principios de diciembre de 2019 se reportó a un grupo de personas con neumonía de causa desconocida en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en China. La mayoría de quienes presentaban la patología eran trabajadores del mercado mayorista de mariscos de la ciudad.
El 31 de diciembre, los científicos pudieron ponerle nombre a esa enfermedad desconocida hasta el momento: COVID-19, también conocida como coronavirus.
Poco más de dos meses después, la enfermedad golpeó con fuerza en Italia y se expandió por Europa y en los primeros días de marzo se conoció el primer caso en Argentina. El rápido nivel de contagio hizo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconociera como una pandemia global el 11 de marzo pasado.
En Argentina, el primer caso se detectó el 3 de marzo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con el objetivo de frenar el contagio y evitar que el sistema de salud colapse, las autoridades nacionales, provinciales y municipales tomaron medidas drásticas para evitar que la situación se vuelva incontrolable, como ocurrió en Italia y España.
La principal medida que tomó el Estado nacional fue el aislamiento social obligatorio, la famosa “cuarentena”. El pasado 18 de marzo, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, decretó la medida y desde entonces, todos están obligados a permanecer en sus casas, a menos que deban proveerse de alimentos o medicamentos, y a excepción de ciertos trabajadores que están eximidos de la medida, como las fuerzas de seguridad y el personal de salud.
El resto de los argentinos debe quedarse en sus hogares como medida preventiva. A primera vista, parece una opción sencilla: quedarse en casa, mirar televisión, hacer una maratón de series, cocinar y pasar tiempo en familia. El plan no parece malo, pero puede tener consecuencias psicológicas.
“Claro está que psicológicamente hablando la situación actual no es fácil de sobrellevar. En un principio porque el coronavirus es ‘invisible’ a los ojos por lo que nos estamos cuidando de algo que no se ve. Como dijo el presidente de la Nación, ‘estamos luchando contra un ejército invisible’”, explicó a ENFOQUE la licenciada y profesora en psicología, Laura Mingo.
La incertidumbre, sumada a que no podemos salir de casa, “genera en muchas personas situaciones de estrés que no se pueden manejar, como así también angustia, ansiedad y en algunos casos hasta ataques de pánico”, remarcó.
Este estrés que provoca la cuarentena, explicó la profesional, se genera por la preocupación y el estado de alerta en el que vivimos y no sólo se da en adultos, sino también en niños, es por eso que “es importante conversar con ellos sobre lo que está ocurriendo y tratar de explicarles, de la manera más clara y acorde a su edad, qué es el coronavirus y por qué no podemos salir de nuestras casas”, explicó Mingo.
Es por eso que, en redes y páginas de internet, se multiplican videos y notas acerca de cómo explicar a los chicos lo que está pasando.
Por otro lado, aquellas personas con alguna patología mental de base, como ansiedad o ataques de pánico, se verán más afectadas por la incertidumbre que la situación genera.
“Los sentimientos más comunes que podemos experimentar son: miedo a perder la salud, a la falta de insumos, a las consecuencias de la enfermedad; frustración por no poder concretar los proyectos que habíamos planeado o no poder continuar con la vida cotidiana; enojo ya sea porque se considera injusta la situación o porque hay ciudadanos que no respetan las normativas; ansiedad y pueden aparecer conductas tendientes a hacer que no pasa nada como, por ejemplo, dormir; aburrimiento y desorganización por el cambio drástico de la rutina y por saber que ese cambio no es por estar de vacaciones”, señaló la psicóloga.
A la par, puede aparecer una enorme cantidad de pensamientos negativos e intrusivos relacionados a la posibilidad de contagio, al futuro económico y social del país, a la salud de los seres queridos, entre otros. A todo esto hay que sumarle la sobredosificación de información.
“Son pensamientos que generan angustia y a la vez incertidumbre porque no se pueden responder a ciencia cierta. Lo más común que escuchamos es ‘no pienses pavadas’ o ‘pensá en otra cosa’, que es precisamente lo que no hay que hacer, porque los pensamientos son difíciles de evadir, vienen a la conciencia una y otra vez. Por ello es importante que no busquemos alejarlos sino más bien los hagamos conscientes escribiéndolos en un papel o enumerándolos para analizarlos y ver qué cosas están a mi alcance de hacer para mejorar la situación y cuáles no”, explicó Mingo y remarcó “buscar un pensamiento positivo para evadir aquel que me causa angustia, tampoco es efectivo. El clásico ‘voy a pensar en otra cosa’ nos descubrirá, tarde o temprano, pensando otra vez en la situación mundial que vivimos ante el coronavirus”.
Entonces, una vez que se analizan los pensamientos y se los cuestiona para ver su grado de veracidad e importancia, es cuando se puede, efectivamente, hacer otra cosa. “Con hacer me refiero a la acción, a poner el cuerpo en movimiento para hacer alguna actividad que distraiga y relaje”.
Ante la realidad que vivimos, Mingo detalló algunas pautas a tener en cuenta, que sirven como guía para mantener la calma y disminuir los niveles de ansiedad propios del encierro.
“Primero, organizar una rutina y respetar los horarios de sueño como así también las comidas, mucho más si hay niños. Fijar pautas para realizar tareas escolares, como así también aquellas laborales en caso de que se deban seguir haciendo desde el hogar”.
No sobrecargarse de información también es necesario. “Minimizar el tiempo que se dedica a leer, mirar o escuchar noticias relacionadas al virus, ya que son éstas las que causan ansiedad, incertidumbre y generan estado de alerta. Mirar noticias una o dos veces al día es más que suficiente para mantenernos informados. También es importante que la información provenga de fuentes confiables. Se deben evitar videos, audios e imágenes que circulan por redes sociales si no se sabe la veracidad de las mismas”.
Otra pauta más que importante para la contención emocional es “mantener contacto con los seres queridos, amigos y familiares a través de las redes sociales” y “aprovechar para hacer aquellas cosas que nunca tenemos tiempo y que tanto deseamos, no sólo relacionadas a la limpieza y al orden de la casa, sino también actividades de ocio como leer un libro, contemplar la naturaleza, cocinar algo rico, tocar un instrumento musical, etcétera”.
Tratar de relajarse y, si bien mantener una rutina es importante, “es necesario ser flexibles en determinadas ocasiones, no sobreexigir a los integrantes de la familia con tareas y pautas, ya que el hecho de hacer cuarentena ya representa una exigencia en sí misma”, detalló la profesional.
Además, “no fijar plazos y fechas estrictas, ya que no sabemos cuándo volveremos a la vida normal. Entonces, tratemos de hacer lo que está a nuestro alcance para volver lo antes posible, pero más angustia nos causará si estamos seguros que la cuarentena terminará el 31 de marzo y luego se alarga”.
Si la situación se vuelve incontrolable, siempre se puede pedir ayuda. “Las sesiones se realizan por videollamadas, en el caso de que los síntomas de angustia o estrés sean de gravedad y no se puedan controlar por sí solos”, explicó Mingo.
Los datos de la OMS acerca del coronavirus sostienen que su mortalidad es baja y que las probabilidades de curarse son mayores o semejantes a las de cualquier gripe, si esto es así ¿por qué tanta gente tiene miedo a contagiarse? ¿por qué son muchos lo que se alarman de forma irracional?
“En estos casos hablamos siempre de un exceso de información, que no informa sino más bien desinforma. En esta época de redes sociales todo se vive por ahí. Es más, son muchos los ‘memes’, audios y chistes que circulan por las redes, muchos para ponerle humor a la situación y muchos otros para generar miedo. La preocupación ante la pandemia es normal, y esperada; pero el pánico es aquella preocupación con un extra de irracionalidad, de desborde y de angustia que hace que algunos tengan conductas irracionales, desde la compra desmedida de alimentos y productos de higiene hasta la ‘presencia de síntomas’ compatibles con COVID-19. Lo más importante para combatir la ansiedad y el miedo que ella genera es la información, pero aquella que provenga de fuentes confiables”.
Para cerrar, Mingo remarcó que “las características de la pandemia son tales que todos estamos expuestos a elevados niveles de tensión, miedo, angustia y preocupación. Ante ello, es imprescindible seguir las normas de higiene y salud, como así también respetar el aislamiento”.