Son muchos los mitos acerca de la relación entre los niños y las pantallas. ¿Es cierto que los chicos saben perfectamente gestionar estos dispositivos porque nacieron en el siglo XXI? ¿Es lícito revisar sus pantallas para ver por dónde navegan? Sobre esto y otros temas conversé con Mariela Reiman, directora de la Asociación Civil Chicos.net, una organización sin fines de lucro que se dedica a promover los derechos de infancia en la era digital.
Normalmente se escucha a los adultos decir que sus hijos saben utilizar muy bien los smartphones y las aplicaciones móviles ya que “desde que nacieron están rodeados de estos equipos” ¿Qué opina usted al respecto?
El concepto de “nativos digitales”, que proliferó en los 90’, consideraba a todos los nacidos en un mundo conectado como expertos. Sin embargo, a partir de investigaciones y de trabajo con chicos y chicas, sabemos que esta visión no es representativa de lo que hoy sucede. En realidad, el término tiende a homogeneizar a todos los niños, niñas y adolescentes asumiendo que por ser de una misma generación poseen las mismas destrezas y habilidades, cuando en realidad existen amplias diferencias en el acceso, el uso y el aprovechamiento de los medios digitales.
Si bien es cierto que se trata de una generación que se asume como tecnológica, eso no la hace más experta. Mayor uso de Internet no se traduce linealmente en manejo más efectivo y significativo. En la actualidad, la brecha digital no está dada sólo por la distancia entre quienes acceden a internet y quienes no acceden. La brecha digital hoy está definida por el uso de los medios digitales: qué se hace con la tecnología. Y en ese sentido hay mucha disparidad entre los chicos que hacen usos activos y creativos, y aquellos que pasan muchas horas con las pantallas, pero de un modo más pasivo.
Las redes sociales indican que los menores de 13 años no pueden ser usuarios. Sin embargo, son muchos de los niños menores de esa edad navegan por estas plataformas. ¿Qué les recomendaría a los padres de los chicos que ya son usuarios de las redes?
Como primer paso, conversar con hijos acerca de por qué están en las redes, qué hacen, qué buscan, qué los motiva. A veces tienen perfiles en redes sociales, pero las usan exclusivamente para jugar o para editar fotos, más que para entrar en contacto con otros. El diálogo debe incluir pautas de uso consensuadas entre chicos y adultos. Es bueno que las ideas y recaudos surjan de los niños y las niñas porque las comprenden mucho más que si se las decimos nosotros. Por otro lado, es de vital importancia que los adultos repensemos nuestras propias prácticas y tengamos buenos modelos. Por último, no deberíamos prohibir ni controlar o espiar. Hacerlo puede derivar en la pérdida de la confianza por parte de chicas y chicos, y eso es lo último que queremos que suceda ya que en una situación de riesgo, deben sentirse cómodos para acudir a los adultos.
Definitivamente, criar hijos en este contexto de tecnología creciente es una tarea que debe pensarse permanentemente ya que la tecnología es dinámica y presenta nuevos desafíos.
¿A qué edad le parece prudente que un niño adquiera su primer celular?
No hay una edad precisa, depende del contexto y de la diversidad de condiciones de cada familia. En cada caso debe evaluarse la necesidad de que el niño tenga un celular propio y la capacidad y habilidades que posee para poder hacer un uso responsable y saludable con el dispositivo y procesar distinto tipo de información o situaciones. Habitualmente lo reciben cuando comienzan a circular solos por la calle. Y en este caso, responde a una necesidad tanto de los chicos como de los adultos que quieren estar conectados y los quieren ubicar.
¿Los smartphones deberían integrarse al aula como útiles escolares o no?
Este dispositivo es un excelente recurso didáctico. De hecho, existe una larga variedad de aplicaciones y recursos para que chicos y chicas investiguen, creen, produzcan (videos, fotos, arte, música) y aborden las disciplinas y contenidos curriculares de manera novedosa.
El problema que enfrentan los docentes es que el dispositivo a veces distrae y puede sacar de foco a los estudiantes. Por eso al introducir celulares en las aulas, lo primero que recomendamos es armar entre alumnos y docentes un contrato pedagógico en el que se definan bien sus usos y las partes se comprometan a respetarlo.
A mi entender vale la pena el intento porque además de generar una didáctica más vinculada a los hábitos de chicos de hoy, el hecho de que el dispositivo esté en el aula, ayuda a desarrollar la habilidad de autorregulación. Es decir: conectarse cuando es parte de la actividad y desconectarse cuando no lo es.
¿Es importante que los niños aprendan a programar?
Yo siempre digo que la enseñanza de la programación en la escuela al mismo tiempo representa una necesidad y una oportunidad. Lo primero porque los niños deben entender el mundo tecnológico en el que viven y se desarrollan para poder tomar el mando. Aprender a programar los llevará a posicionarse en un rol activo frente a la tecnología. En simultáneo, también es una oportunidad porque el pensamiento computacional y la programación constituyen una forma de resolver problemas e introducen a chicos y chicas en un pensamiento sistemático y un razonamiento lógico. En las escuelas de a poco se está integrando la enseñanza de la programación vinculándola con matemática, prácticas del lenguaje, arte y demás disciplinas curriculares.