Hace tiempo, Papá Noel llegó a la tierra colorada. Ocurrió durante una recorrida navideña. Así es, él daba la vuelta al mundo en un avión: “viendo cómo estaban los chicos y si se habían portado bien”. Cuando, desde lo alto, observó un enorme manto verde, bordeado por grandes ríos, cuyas aguas reflejaban toda la belleza de la luna.
Y sí, fue inmediato, Misiones lo cautivó con “sus montes y los afluentes que bañan a la Tierra Colorada. Lo que sentí fue amor a primera vista”.
Entonces, Santa Claus dejó las frías tierras del Polo Norte y se instaló en Leandro N. Alem, donde construyó su casita.
Pero había un problema: su ropa, era muy abrigada para nuestro clima subtropical.
Los lugareños se dieron cuenta: Papá Noel estaba pasando calor. “Y gracias a los chacareros me cambié la ropa, ellos me prestaron la vestimenta, vieron que con mi ropa tradicional estaba pasando mucho calor”, contó a Revista SextoSentido.
Santa Claus no tardó en adaptarse a nuestras costumbres. Hoy, quienes lo visitan lo encuentran descansando en su hamaca paraguaya, o sentado en una enorme silla de madera , debajo de un frondoso árbol, tomando tereré o mate con los vecinos. “Es lo que más me gusta. Y contemplar lo maravillo de éste paraíso terrenal que es Misiones. Recorrer sus caminos: los arroyos, deleitarme con su fauna y flora”.
El mejor regalo es ver los ojos de los niños llenos de ilusión y cariño. Ellos tienen amor y paz, son almas puras que no tienen maldad, no discriminan y siempre tienen una sonrisa para dar.
Su amor por la naturaleza es enorme y por eso nos pidió “que todos la cuidemos, porque no existe otro lugar en el mundo con una belleza tan infinita”.
En vísperas del día de Navidad, le preguntamos a Papá Noel ¿qué siente cuando llega esta fecha?. Y nos dijo esto: “Mi corazón rebosa de alegría y emoción. Es el momento en que puedo estar con los niños y también con los grandes, hablando de sus sueños, de cómo se portaron durante el año. Charlamos también de la importancia de celebrar. En cualquier cultura se celebra y es motivo de festejo el nacimiento de un niño que vino para salvarnos”.
Como es sabido, Papá Noel guarda los regalos en un saco mágico y los reparte a las 00:00 hs del día 25 de diciembre, actualmente en un avión. Los niños siempre que lo ven le cuentan lo que quieren para las fiestas. “Y les digo que el regalo llegará siempre y cuando se hayan portado bien, hayan hecho la tarea, ayudado a los papás, arreglen su habitación, no maltraten a los animalitos y que no hayan peleado con los hermanitos”.
Para saber qué niños merecen regalos, Santa Claus dispone de un telescopio capaz de ver a todos los nenes del mundo, además de la ayuda de otros seres mágicos que vigilan el comportamiento de los pequeños. Así, si un niño se comportó mal, como castigo le regala solo carbón.
En breve la Navidad llegará a nuestros hogares y Papá Noel tiene un deseo para compartiles: “que nunca perdamos la esperanza, la empatía, las ganas de vivir cada día con alegría y emoción, sabiendo que podemos disfrutar de todo lo que tenemos. Mi objetivo es que todos los niños sean felices de la manera más sencilla y humilde que se pueda, hacerles notar que la felicidad esta dentro de cada uno y no en lo material”.
Lo que aprendió nuestro querido Santa Claus en Misiones
Cuando bajó de su avión comenzó a recorrer “toda esta hermosa provincia. Y me fui encontrando con una gran cantidad y diversidad de personas”.
Primero con los guaraníes, que le enseñaron sus costumbres: cómo viven, a cuidar y amar a la naturaleza. “Compartí grandes y memorables momentos con ellos”.
Siguiendo el viaje, se encontró con los inmigrantes “me contaron cómo llegaron a la provincia. Igual que yo, deslumbrados con la belleza, cargando sueños y esperanzas de unas tierras prometedoras”.
Al llegar a la Colonia, una familia salió a su encuentro. “Me recibieron cálidamente y me invitaron a pasar a su casa”.Lo primero fue el cambio de ropa, una acorde al clima. Luego “hicimos una ronda y compartimos masa frita, a la que llaman chipa y algo que se pasaban de mano en mano, tomando con mucho gusto y placer: el mate, un ritual que se comparte en ronda acompañando largas charlas y momentos que son una caricia para el alma”.
Más tarde se escuchó sonar unos acordes, “ellos me dijeron que no puede faltar en ninguna reunión: el chamamé”. Papá Noel observó cómo se bailaba y después de unos minutos se sumó al baile. “Y así aprendí a bailar el chamamé”.
Por
Susana Breska Sisterna
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