La crisis climática podría socavar muchos de los logros conseguidos durante décadas en materia de salud pública en el mundo, principalmente en aspectos relacionados con la malnutrición o la propagación de enfermedades infecciosas.
El 2018 fue de hecho el segundo año en el que se registraron las condiciones climáticas más propicias para la propagación de las bacterias que causan las enfermedades diarreicas a nivel mundial.
Los datos se ponen de relieve en un informe publicado en la revista The Lancet, que cada año actualiza un inventario de los impactos del cambio climático en la salud, un estudio en el que han intervenido más de cien expertos, entre ellos varios españoles, de 35 instituciones de todo el mundo, como la organización Mundial de la Salud o el Banco Mundial.
El informe Lancet Countdown analiza un total de 41 indicadores -desde la exposición de las personas a los fenómenos extremos hasta los compromisos políticos- para demostrar qué repercusiones tiene para la salud pública mundial cumplir las metas del Acuerdo de París “o continuar como si no pasara nada”.
El estudio es concluyente: la crisis climática ya está dañando la salud de los niños del mundo, ya que sus sistemas inmunitarios están aún en proceso de desarrollo y son más susceptibles a las enfermedades y contaminantes medioambientales; los daños durante la primera infancia son persistentes y sus repercusiones sanitarias durarán toda la vida.
Si no se frena el aumento de la temperatura, un niño que naciera hoy se enfrentará a un mundo con temperaturas medias cuatro grados más altas antes de cumplir 71 años, lo que supondrá una amenaza para su salud a lo largo de cada etapa de su vida, advierte el estudio.
Jaime Martínez-Urtaza, experto en seguridad alimentaria y epidemiología en el Centro de estudios para el Medio Ambiente, la Pesca y la Acuicultura del Reino Unido, ha recordado que la temperatura media ya ha aumentado un grado respecto a los niveles preindustriales y que ocho de los diez años más calurosos se han registrado durante la última década.
En declaraciones a EFE, Martínez-Urtaza subrayó la necesidad de que los impactos del cambio climático en la salud sean una de las líneas prioritarias en la próxima conferencia de Naciones Unidas (COP25), que se va a celebrar en Madrid.
A su juicio, la comunidad internacional ha avanzado mucho en el diseño de estrategias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero la atención sobre cómo adaptarse a los cambios y cómo generar estrategias de resistencia “no han sido totalmente abordados y necesitan una atención inmediata”.
Impactos “más claros que nunca”
El estudio de The Lancet advierte de las graves repercusiones sanitarias del cambio climático “a menos que el mundo cumpla con las metas del Acuerdo de París para limitar el calentamiento por debajo de los dos grados”, y señala que durante el último año los impactos de la crisis han sido “más claros que nunca”.
Entre esos impactos, el informe cita las temperaturas más altas registradas hasta ahora en Europa occidental, los incendios forestales en Siberia, Queensland (Australia) o California, y que como consecuencia de ellos la población sufrió más asma, más infecciones respiratorias o una mayor insolación.
Conforme aumentan las temperaturas se reducen las cosechas, según el estudio, que corrobora el menor rendimiento del maíz, el trigo, la soja o el arroz durante los últimos 30 años, y que las peores consecuencias de la malnutrición, la subida de los precios y la inseguridad alimentaria las sufren los lactantes y los niños.
Bacterias y enfermedades
Las “nuevas” condiciones climáticas son propicias para que se expandan las bacterias que causan las enfermedades diarreicas, para que aumenten los brotes de cólera en países donde la enfermedad no es frecuente, o para que se propaguen más rápidamente enfermedades como el dengue.
De hecho, los mosquitos que transmiten el dengue han invadido ya nuevos territorios en Europa y la mitad de la población mundial está en zonas de peligro.
La contaminación del aire también crece, lo que provoca una reducción de la función pulmonar, un empeoramiento del asma y otras enfermedades respiratorias e incrementa el riesgo de infartos de miocardio y apoplejías, con el consiguiente aumento de los gastos sanitarios para atender esas enfermedades.
Los datos del informe revelan que durante 2018 el número de personas mayores de 65 años expuestas a olas de calor ascendió a 220 millones; que el coste de los incendios forestales es 48 veces mayor que el de las inundaciones; o que el 90% de las pérdidas causadas por fenómenos meteorológicos extremos se producen en países con bajos ingresos que no cuentan con seguros.
Energías limpias
Sus autores reclaman la eliminación “rápida, urgente y completa” de la energía generada con carbón, que los países más ricos cumplan sus compromisos y destinen 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 a los países más vulnerables, y adaptar los sistemas sanitarios para asegurar que los perjuicios derivados del cambio climático no superen su capacidad para atender a los pacientes.
“Los efectos del cambio climático ya son un hecho y están entre nosotros”, señaló a EFE Jaime Martínez-Urtaza, y ha reclamado un mayor esfuerzo para entenderlos, para adaptarse a las nuevas a las nuevas condiciones y para reducir el impacto de esos cambios en la sociedad.