La ciudad de San Francisco, en California los basureros están comenzando a quedarse vacíos. Esto es porque la enorme urbe norteamericana empezó su camino al ‘zero waste’ (desperdicio cero) hace tres décadas, cuando el estado aprobó una ley de manejo integrado de residuos que pedía a sus ciudades desviar una cuarta parte de estos para 1995 y la mitad para el año 2000.
San Francisco fue más allá, y en 2003 se planteó dejar de producir desechos para el 2020. A poco menos de un año de que se llegue el plazo, se han tenido que replantear su meta, pero han logrado desviar el 80% de sus residuos de los vertederos y hoy son la urbe grande de Estados Unidos con mayor tasa de reciclaje.
“Zero waste significa que enviamos cero desperdicio al vertedero o a incineración. En cambio, los productos se diseñan y utilizan de acuerdo al principio del mayor y mejor uso y a la jerarquía de reducción de desechos: evitar el desperdicio, reducir y reusar primero, y reciclar y compostar”, señalan desde el departamento de Medio Ambiente de San Francisco.
La ciudad de California fue una de las primeras en Estados Unidos en establecer este objetivo, y aunque es tachado de utópico, la medida ha impulsado grandes progresos en la ciudad. En 2008 -dos años antes de lo planeado- superó su propósito de recuperar el 75% de los materiales, y hoy la tasa de recuperación es casi 2.5 veces el promedio nacional.
Pero la meta de cero desperdicio no es fácil de alcanzar, pues depende de otros factores como los materiales que utilizan los productores al fabricar los objetos, entre otras cosas. Por esto, en septiembre de 2018, la alcaldesa London Breed actualizó los compromisos por unos más alcanzables: para 2030 San Francisco necesitará reducir la generación de basura en toda la ciudad en un 15% y el material enviado a vertederos o incineración en un 50%.
En 2009 fue aprobada la ley que obliga a todos los residentes y dueños de negocios a separar sus residuos en tres categorías. Además, una de las primeras acciones que se realizaron en la ciudad, camino a llegar a esta meta, fue la implementación de tres diferentes contenedores: verde para compostaje, azul para reciclaje y negro para lo que debe ir al vertedero.
Y si bien han ayudado a que las personas adopten la medida, más de la mitad de lo que todavía queda en sus depósitos de basura se puede reciclar o compostar. Para lograrlo, el departamento de Medio Ambiente de San Francisco promueve constantemente esas acciones, así como la reducción y la reutilización. Además, se ha asociado con productores para desarrollar un sistema de responsabilidad y pedirles que diseñen mejores productos, que asuman la responsabilidad de todo su ciclo de vida, incluida la devolución y el reciclaje.
Su objetivo es que toda la basura producida en la ciudad sea reciclada o compostada. Para lograrlo, se han apoyado de Recology, una compañía privada que maneja todo el proceso de composta, reciclaje y vertederos. En San Francisco se recogen 650 toneladas de desechos orgánicos diariamente, que son llevados a las instalaciones de Recology para ser triturados y analizados en busca de materia no orgánica como el plástico. Un sistema de tuberías ayuda a filtrar los gases de efecto invernadero que son producidos por microbios en la composta, y que son peligrosos para el medio ambiente. El ciclo se cierra cuando, después de procesar la composta, se vende a los agricultores y viñedos locales para producir nuevos cultivos.
San Francisco ya ha establecido un récord por las cantidades de basura que recicla y composta, pero aún tiene camino por recorrer para llegar al desperdicio cero. Mientras tanto apuestan por el reciclaje y el compostaje para ayudar a los ciudadanos, las empresas y al mismo gobierno de la ciudad a ahorrar dinero, además de conservar los recursos naturales y proteger al planeta.
Fuente: El País