La disposición de la basura es una cuestión que al doctor Sebastián Patricio Welsh (36) “desvela” desde chico, y en todos los ámbitos en los que se desempeñó buscó poner el tema sobre el tapete con vistas a buscar una solución de fondo porque considera que se trata de un problema sanitario.
Hace tres años se estableció en la capital misionera y junto a otros cuatro profesionales de distintos ámbitos se pusieron al hombro el compromiso de modificar la realidad en la que viven. Se dedican a tratar de promocionar la gestión de materiales derivados de los residuos, y a favorecer el desarrollo sustentable, y con esa intención atacan todos los frentes. Crearon la Fundación “Banco de Residuos del Litoral” y bajo ese paraguas realizan distintas actividades. Ya no se refieren a residuos o a basura sino a materiales aprovechables, orgánicos o inorgánicos.
“Una de las líneas por la que empecé a investigar y a estudiar todo esto, es el cambio climático, un motor que mueve ideas porque está cambiando tanto que las ideas que se necesitan para combatirlo están en otro paradigma de conocimiento”, manifestó el médico, que es especialista en terapia intensiva y cuidados críticos y desde hace siete meses se desempeña en el Hospital Escuela de Agudos “Dr. Ramón Madariaga”.
Promocionan la economía circular y tratan de llevar un programa con el arquitecto Carlos Levinton (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, de la UBA), quien fundó un centro donde se dedican a experimentar la utilización de estos materiales para la vivienda y hacer hábitat saludables. También implementar tecnologías sociales, socioambientales, para el desarrollo y conocimiento de estas tecnologías nuevas. Y uno de los proyectos macro de la Fundación es organizar en Posadas algo similar. Es que detectaron que en la capital misionera “la basura se enterraba en un 90 o 95%, hay un pequeño grupo que recicla, que reutiliza los materiales, pero no es suficiente para generar una economía. Estamos trabajando para poder ejecutar ese programa, inicialmente reciclar los materiales en Posadas, y si se puede reproducir en otro lugar, sería ideal”, agregó.
Explicó que la idea es armar un centro de investigación, de innovación, de desarrollo tecnológico, y por otro, un Parque Tecnológico del Reciclaje, con el propósito de replicar a la comunidad las tecnologías que salen del centro experimental. “Queremos que la comunidad se apropie de este conocimiento, como hacen en Buenos Aires. Se genera un nuevo modelo de economía social, desde la transferencia del conocimiento. Se está practicando en un montón de lugares y nosotros sólo queremos replicarlo e ir creciendo como todo proyecto. Tratar de dar una solución concreta al problema sin depender de nadie. Somos profesionales independientes, investigadores, ambientalistas”, acotó.
Ya hicieron una prueba piloto en el barrio El Porvenir, en la zona Sur de Posadas, donde gestionaron residuos de poda y donde implementaron algunos modelos de construcción sostenible con plásticos y cubiertas. De paso, generan empleo en una comunidad vulnerable. “Ahora trabajan unas siete personas en un pequeño proyecto que todavía no es sustentable económicamente. Pero estamos haciendo el banco de materiales. Nos ocupamos de una línea que es orgánica, que es la poda, y transformamos en leña, en chips de madera, carbón.
También tenemos una línea para el suelo con la que hacemos abono”, indicó. En lo que respecta a lo inorgánico, firmaron un convenio con la empresa 3C Construcciones, de Córdoba, que les cedió en comodato unas pequeñas prensas para hacer bloques de plástico con los que se pueden levantar viviendas. Recibieron capacitación al respecto y Welsh viajó para ver las casas, unas cien que llevan construidas en la provincia mediterránea, con un 40% menos de costo y un 40% menos emisión de dióxido de carbono. Para su desarrollo “no necesitan ni agua ni energía, solamente tracción humana para hacer unos bloques que se encuadran en tablillas de madera a las que llaman bastidores.
Tienen un metro o uno y medio y se van apilando en bloques”, comentó, al tiempo que recordó que el ejemplo más concreto de ese proyecto es una construcción sostenible que se levanta en la Casa Rosada, en Olivos. Insistió con que se construye en Córdoba, en Buenos Aires, y la idea es replicar en Misiones. “Lo bueno de eso para el medio ambiente es que se trabaja con plásticos de difícil reciclaje, eso es lo importante, porque también le da una disposición segura a los residuos que están dispersos por todos lados, que ocupan grandes superficies. Esa tecnología organiza la superficie y los mete en la construcción”, mencionó.
También cuentan con una experiencia de bioconstrucción (es el primer earthship (nave tierra) de Misiones) que desarrollan en el mismo El Porvenir, donde llevan recicladas 350 cubiertas. “Es el método que se aplicó en una escuela sustentable de Mar Chiquita donde participé como voluntario. Quise implementar esa tecnología para armar nuestro taller, que quedó a medias por falta de financiamiento. Igual estamos viendo como reactivarlo. Tenemos un par de máquinas y la capacidad de reserva de la gente llegó al límite. No tienen adonde guardar el material y tenemos que empezar a aplicarlo”, confió, quien depende de la bicicleta para movilizarse aquí y en otras partes del mundo (Alemania donde ganó una beca y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro donde participó como voluntario).
Si bien el financiamiento es difícil, celebró que “al menos el programa se está encaminando”. La Fundación “Banco de Residuos del Litoral” está en contacto con “Vecinos Sustentables” y con el “Proyecto Colmena” pero a diferencia de ellos, “diseñamos un sistema de bonos. Si una persona nos contrata para el servicio de poda, cumplimos la tarea y, además, le acondicionamos el jardín con los materiales que procesamos. Reocupamos eso y le damos valor agregado en ese círculo. El dinero lo maneja la comunidad. En este caso, Dora Brites, que es la presidenta del barrio El Porvenir, y además el proyecto se desarrolla en su terreno, que nos prestó en comodato. Nosotros solamente tratamos de gestionar, conseguir los recursos, administrarlos”. Lamentó porque “muchos jóvenes se ilusionaron al principio, después se desilusionaron, porque el proyecto no tiene todavía el impacto económico que deseamos. Gestionamos como 50 toneladas de residuos de poda, que es mucho.
Hicimos unas diez toneladas de carbón, leña, compost, chips, y el mercado recién está surgiendo”.
Desde siempre
Welsh no considera a estas actividades ajenas a su profesión porque la basura es un problema sanitario. Aseguró que tiene “una larga historia con la basura” porque se crió cerca de las villas de su Formosa natal. “Vivía en un barrio de viviendas pero alrededor había asentamientos. Con los pibes cruzábamos la ruta y nos íbamos, y siempre veíamos pájaros a lo lejos. Un día unos vecinos me invitaron a ir al cementerio y detrás estaba el basural, y por primera vez en mi vida vi a gente comiendo de la basura”.
Eso lo impactó. Siguió con su vida, y comenzó a ver documentales como “Una verdad incómoda”, de Al Gore, sobre el cambio climático y eso “también me llegó. Pero siempre tuve esa visión de ambientalista. Me gusta mucho la naturaleza. Empecé a estudiar medicina como una sensibilidad social. Siempre quise ser médico, por suerte pude concretar la carrera” en Santo Tomé, Corrientes, y en Buenos Aires hizo la especialidad en el Sanatorio Otamendi, con “un grupo maravilloso. Allí investigamos, presentamos trabajos, publicamos en revistas internacionales”. Luego trabajó cuatro años en la Policía Federal, y hace tres años se radicó en Posadas, de donde es oriunda la madre de sus hijos Patricio (7) y Julieta (5), que “son mis motores”.
“Me dicen cartonero, linyera, pero no me importa. Todo lo que hago está relacionado. El eje es siempre la salud. Es como hacer medicina sanitaria, la basura es un problema sanitario, y un problema grave. Entienden que el impacto que tiene la basura sobre la salud no está verdaderamente especificado. Se sabe que genera problemas respiratorios, diarrea, enfermedades crónicas, los humos tóxicos que generan las quemas, los metales pesados que se mezclan con el agua, y así puedo nombrar miles de problemas”, resumió. Además, a su entender, “es dinero enterrado.
En Misiones equivale a 40 millones de pesos por día”. Y de eso habla porque tiene estudios concretos tanto de nuestra provincia como de Chaco y Formosa.
Sostiene que “todavía falta mucho. Hay una movida importante que está cambiando verdaderamente la esencia. Ahora se está notando verdaderamente el calor, los mosquitos, que la comida no tiene sabor”. No pretende ser alarmista pero dijo que “el agua ya nos llegó al cuello. Hay datos que el cambio climático se está transformando en algo irreversible. Los tornados son más frecuentes, más grandes, al igual que las inundaciones, y duran más tiempo. Son muchas variables que recién se están analizando”.
“Muchos se ríen, creen que soy un loquito pero en algún momento la gente se dará cuenta. De todos modos hay compañeros rasos que te ayudan, que se interiorizan pero hay otros a los que no les importa. A esa gente le ‘como el coco’: esto es el futuro de tu hijo, no es el tuyo, así que cuidá lo que no es tuyo”, aseveró, quien también integra el Comité de Ética, y a pesar del tiempo acotado se sigue capacitando y buscando alternativas para generar un cambio.