Juan Bautista Yaluk tiene 90 años y a fines de la década del 50 abandonó su tierra natal en Paraguay para ejercer su profesión de médico en Misiones. Sin embargo, hizo mucho más que curar enfermedades: conoció y participó activamente en la historia nuestra provincia. KO´APE lo visitó y Yaluk le contó anécdotas que ni los más reconocidos historiadores locales conocen.
“Siempre digo que tuve la suerte errada de llegar a Misiones, porque me pasó de forma impensada”, comenzó a relatar. Yaluk había terminado sus estudios de médico y estaba haciendo la residencia cuando un amigo que trabajaba en los yerbales del Alto Paraná, lo invitó a irse con él: “Vino un día y me dijo mirá acá están los pasajes, éste es tuyo y éste es mío. Prepará tus cosas que nos vamos mañana”, contó.
“Yo nunca me asusté ni de fantasmas ni nada, pero ese día me asusté mucho en el avión. Por el ala salía cualquier cantidad de aceite y durante todo el viaje recé”. Al parecer, sus plegarias fueron oídas porque después de tantos años “sigo acá”. Así fue como ocurrió la llegada impensada de Juan Bautista Yaluk a Misiones.
Primeros años en la tierra colorada
Cuando llegó, comenzó a trabajar en una maderera a unos 50 kilómetros de San Vicente. Su idea era juntar el dinero suficiente como para volver a Asunción y construir allí su propia casa mientras finalizaba los estudios. Sin embargo, “a veces el destino está escrito y otras veces no, porque yo nunca pensé en quedarme y mirame ahora, hace casi 70 años que sigo acá”.
Estuvo trabajando en la maderera durante dos años y, por problemas entre los socios del establecimiento, Yaluk se fue a Oberá. Allí estuvo poco tiempo porque al cabo de un año se mudó a Aristóbulo del Valle. “Cuando llegué me recibieron espectacularmente bien y conocí un médico porteño que se estaba por volver a Buenos Aires así que me ofrecieron que me quede ahí para reemplazarlo”, contó.
“Trabajaba día y noche, y como me iba muy bien, pude construir mi casa y un sanatorio”. Luego de varios años, se fue a Córdoba por dos años para especializarse en ginecología y obstetricia, ya que la mayor parte de sus pacientes eran mujeres. “Las mujeres de Aristóbulo tenían muchos hijos y después tenían insuficiencia urinaria. A parte, en el campo las mujeres sólo descansan cuando entran en trabajo de parto, pero sino están ayudando a su marido en la chacra”, aseguró el médico.
Una vez terminada la especialización, volvió a Posadas para asentarse en la capital de la provincia. Sin embargo, casi como otra casualidad, “conocí a dos médicos tucumanos que venían del Salto Encantado porque no les había gustado, y me ofrecieron o casi que me regalaron sus propiedades de allá. Así fue que me instalé y viví en Salto Encantado desde 1972 hasta que falleció mi señora, por lo que decidí venirme a Posadas, a vivir al lado de mi hija. Desde esa época estoy acá. Ese fue mi periplo, y de acá me iré para allá arriba”, narró señalando al cielo entre risas.
“Mi corazón vive en Aristóbulo, sólo mi cuerpo está acá”
Sentado en el sillón de su casa en la capital misionera, Yaluk añoró los viejos días. “Me encantaba vivir entre la gente, las personas del campo son muy distintas: más sinceras”.
Durante todo el tiempo que Yaluk recorrió y trabajó en Misiones, diversas anécdotas lo acompañaron. Una de las menos conocidas tiene que ver con la conformación del pueblo de Aristóbulo del Valle: otra de las tantas casualidades en la vida de Yaluk. “Una tarde de mucho calor, estábamos tomando tereré con unos amigos que eran dueños de comercios y rematadores. Entre charlas, a mí se me ocurrió que se podía diagramar un pueblito en Aristóbulo para juntar los servicios básicos que la gente necesita”.
Así fue que, luego que uno de ellos cediera una de sus chacras, comenzaron a diagramar el pueblo y hacer los trámites correspondientes. “Como el Don Fontana tenía dos chacras, dijo ‘sí métale nomás’ y a los dos meses, el rematador ya había hecho todos los papeleríos para lotear la chacra”, recordó Yaluk.
A los pocos días, “salimos a recorrer la colonia anunciando que se remataban lotes para formar el pueblo y que se invitaba asado y vino gratis. Fue un domingo en el que se llenó de gente, toda la colonia vino y en un día se remató todo”.
Al poco tiempo, comenzaron a construir sus casas y algunos negocios. En tres años ya estaban hechas las calles y plazas “así se formó el pueblo de Aristóbulo del Valle, como una casualidad tomando tereré. Surgió por la generosidad de Don Fontana que cedió su chacra, por la viveza del rematador y por la ocurrencia que tuve de hacer el pueblo”.
“Salto Encantado merece municipalizarse”
“En realidad, Salto Encantado fue pueblo antes que Aristóbulo del Valle”, aseveró Yaluk. “Había gente que prestaban servicios en Aristóbulo, pero no era un pueblo todavía. En cambio, para esa época, Salto Encantado sí se podía considerar como pueblo: era chiquito, pero bien conformado”, agregó.
Según lo que contó el médico, hubo un tiempo en que Aristóbulo del Valle dependía de Salto Encantado. Sin embargo, más adelante, “cuando, caído el gobierno de (Juan) Perón, los radicales se llevaron las actas de fundación a Aristóbulo del Valle y registraron todo a su nombre”, la situación se revirtió.
Pese a haberse conformado después de Salto Encantado, “Aristóbulo se desarrolló más rápido. Se hizo más grande”. Sin embargo, Yaluk consideraba (y mantiene su postura) que Salto Encantado merecía dejar de depender de Aristóbulo: “Tenía calles, plazas, todas las instituciones, salas de primeros auxilios… merecía municipalizarse”. Además, “recibía muy poca atención de Aristóbulo”. A raíz de esto, Yaluk junto a una comisión pro municipio, hicieron estudios socioeconómicos para comenzar el proceso de municipalización de Salto Encantado. “Hicimos hasta una simulación del funcionamiento de la municipalidad y comenzamos las gestiones. Después le llevamos todos los datos a (Julio César) Humada y le gustó la idea. Lo único que faltaba era presentarlo a la Cámara de Diputados, pero por peleas internas entre Humada y (José Carlos) Freaza no se dio”, se lamentó.
Sin embargo, desde el año pasado, volvieron a intentarlo. “(Carlos) Rovira prometió que Salto Encantado va a ser municipio y todavía estamos esperando. Hay muchos pueblos muchos más chiquititos y con menos recursos que son municipio y Salto todavía está esperando esa reivindicación”, contó.
Juan Bautista Yaluk, fue más que un médico del interior. Durante muchos años, participó en la historia de la provincia y de sus habitantes. “Les debo mucho, ellos me enseñaron a que el médico, si no aprende que primeramente tiene que ser humano y después un médico, no sirve para nada” dijo.
Hay muchos médicos que, al mirar un paciente, sólo ven el dinero. Yaluk, en cambio ve en sus pacientes una amistad sincera: “Mis pacientes son mis amigos y cada vez que vuelvo al campo, mi mayor satisfacción es sentir el aprecio que me tienen hasta hoy”, concluyó conmovido.