En el pequeño saloncito no hay ventanas. Un enorme pizarrón abarca una de las paredes y allí pueden verse escritas algunas de las consignas y tareas fijadas el día anterior. Sin embargo, aunque no haya ventanas y los salones sean pequeños, recibir educación en contexto de encierro es para los internos “estar un rato en libertad”.
Así lo entienden directivos y maestros de la Escuela Especial N°20 “Alberto Martín Poljovich” que funciona dentro de la Unidad Penal 1 de Loreto. Todos los días, el maestro de grado del tercer ciclo, Sebastián Bogado, empieza a dictar sus clases a las 3 de la tarde; siempre trata de estar una hora antes para garantizar el desarrollo de lo planificado e inclusive proceder a la higiene del aula.
El SPP, por su parte, garantiza la asistencia puntual de los beneficiarios a las clases y su permanencia durante el desarrollo de las mismas. Facilita el ingreso a sus instalaciones de los docentes incluidos en un listado previamente acordado, para el cumplimiento de los horarios de clases. Asimismo garantiza el normal desarrollo de las mismas.
Para ingresar a las aulas hay que seguir un protocolo muy estricto. Cada uno de los estudiantes que entran y salen tienen que contar con un permiso especial diario, firmado por el director del penal.
Para los nueve internos que asisten con mayor regularidad, ir a las aulas es uno de los momentos más esperado del día. Todos en situación de privación de la libertad, la mayoría tienen entre 20 y 30 años, luego de entre 45 y 50, y en menor medida alumnos de la tercera edad.
La escuela funciona por la tarde, desde las 13.30 hasta las 17.30. El día de la visita de PRIMERA EDICIÓN se suspendieron las clases y pudieron realizar juegos en el patio del penal.
Según pasan los años
Cuando se diseñó el penal, se pensó en una “Cárcel Modelo”, en la cual los internos vivían con sus familiares. Entonces se atendía a los hijos de quienes se encontraban cumpliendo condenas en un sector que en la actualidad se encuentra en ruinas, ya que fue destruido por un incendio en el año ’92 tras un motín.
Recordó el director de la institución, Aníbal Ríos: “Años más tarde, la escuela se trasladó al actual sector, que hasta el año ‘92 fue utilizado como cárcel de mujeres, quienes luego fueron llevadas al penal en Miguel Lanús”.
“Al poco tiempo, luego de otro motín volvimos a quedarnos sin la instalación de la escuela, pero a decir verdad, más allá de los conflictos carcelarios, los docentes nunca nos sentimos en riesgo”, afirmó Ríos.
“La escuela es un beneficio muy grande para los internos y ello lo reconocen de esa manera, entonces actúan en consecuencia. Para los privados de libertad, los maestros son sagrados, lo mismo que las visitas: la ley de la cárcel es no se les molesta”, enfatizó.
“Yo vine a trabajar aquí a los 23 años y hace 34 que estoy “, detalló el director. Todos los días Ríos viaja desde San Ignacio para llegar a dar clases a Loreto. Lo mismo hacen los demás docentes, ya que ninguno de ellos es del pueblo.
“Se trabaja muy bien, siempre y cuando se aplique el sentido común, ya que los muchachos viven un nivel de estrés elevado, estando lejos de la familia o abandonados por estos y en situación de encierro”.
“Aquí no son cuestionados ni juzgados. Nosotros venimos a dar clases. Ellos ya están condenados, pagando a la sociedad por el delito que cometieron. Lo que hicieron a nosotros no nos compete. Estamos para venir a enseñar saber científico escolar y ahí termina”.
En la Escuela Especial 20 se promueven, especialmente, las actividades que incentiven la permanencia de los alumnos en la institución. Por lo tanto se las ingenian para que a través del arte y el deporte, se encuentren esos espacios de interés.
En agosto tuvo lugar el concurso de Poesía en honor a San Martín. Los ganadores se llevaron premios y menciones. “Esta actividad sigue el objetivo de fomentar y estimular el arte, escritura y léxico de los alumnos, tuvimos una entusiasta participación, sí, la verdad es que para ellos venir a la escuela es estar en libertad”.
El lugar menos pensado para la solidaridad
Desde la escuela se abordan programas de inclusión con actividades deportivas y artísticas. “Con los alumnos próximos a recuperar su libertad organizamos torneos de fútbol para fomentar la tolerancia y el autocontrol en situaciones de choques y roces. Además tratamos de incluirnos en distintos programas y proyectos”, contó el director Río.
“Mediante nuestro proyecto Ayudemos al Hermano, salimos ganadores del programa Escuelas Solidarias. Consistió en juntar donaciones para los internos del sector inimputables. Fue una idea de nuestros alumnos para ayudar a internos que viven muy mal debido a sus problemas mentales. Juntaron ropas, jabones, mantas y otros artículos de primera necesidad. Escribimos el proyecto, reforzando lo que ellos ya estaban haciendo con sus propios medios”, refirió
El proyecto logró una mención de honor de Presidencia de la Nación. Entre los 600 proyectos que habían llegado a las mayores instancias, el proyecto de los internos de Loreto se destacó.
“Más allá del esfuerzo que hicimos los docentes durante la campaña, para proveerles elementos, les sirvió a ellos en el sentido más humano”, reflexiona el director.
Mes a mes, los días de sol, los alumnos se dedican una jornada para higienizarlos, vestirlos y cuidarlos. A quienes les hace falta también les cortan el cabello y las uñas y les lavan la ropa. Como paso final les cambian colchones y sábanas. “Realmente fantástico”,afirmaron los maestros.
Permanencia
“Nos cuesta mucho tener grupos fijos durante todo el año porque a los alumnos le sale un traslado o tienen determinados problemas que los obligan a salirse de la escuela. Hacemos muchas actividades para que no abandonen”.