Enero de 2016, Marina Bianco renunció a su trabajo, armó la mochila y se fue sin destino certero. Con el corazón como brújula, emprendió un viaje sin fecha de regreso. Sólo estaba segura de algo: “dar la vuelta al mundo”.
Antes de tomar la decisión tuvo miedos, “eran los mismos que me frenaban a la hora de planear mi viaje: ¿de qué voy a vivir?, ¿qué pasará cuándo regrese? Si me voy sola, ¿aguantaré con una mochila? Todas las preguntas que uno se hace”.
Tomar la decisión no fue fácil, pero al fin subí al avión. Libre pero en un limbo: la única palabra que encuentro para explicar lo que sentía es vértigo”.
Pero la decisión ya estaba tomada. Además, su curiosidad por ver el mundo aplastaba cualquier duda. Y todo lo que vivió lo fue relatando en su blog: Adicción por los Viajes.
Sus historias llamaron la atención de miles de cibernautas y hoy suman más de 20 mil seguidores en Instagram.
Por casi dos años recorrió Sudamérica y dice: “llegué al Caribe Colombiano donde decidí emprender la vuelta a la Argentina”. Lento, muy lento porque los viajes son “para llenarse los ojos y el corazón de mundo”.
Enumerar todas sus experiencias sería difícil: atravesó el río Amazonas y cruzó la Cordillera de los Andes a caballo, en dos oportunidades.
Antes, “saltó el charco” y se cruzó a Europa: España, Italia, Turquía y Grecia fueron algunos de sus destinos. Y continuó por Asia: Tailandia, India y Malasia.
La lista de países que ha pisado Marina es extensa: recorrió 20 o más. Ella explica que no lleva la cuenta porque le interesa “la profundidad con la que conozco el país: la cultura, la comida, cómo viven, meterme en su día a día. Quedarme la mayor parte posible en cada país”.
Y si bien “se puede vivir de viaje”, advierte que “no todo el mundo está preparado para este tipo de experiencia. Es difícil la soledad, vivir con una mochila, la improvisación y el día a día. Tuve momentos de crisis: ¿de qué va a pasar mañana? ¿qué estoy haciendo?, no tengo nada. Pero lo que viví lo volvería a repetir”.
Es que vivir de viaje no es vivir de vacaciones, “uno tiene que trabajar y resolver cómo financiarse, generar más dinero y cómo vas abaratar costos”.
Entonces, ¿cuál es el secreto para viajar?. Según Marina, estos son los cinco puntos a tener en cuenta:
–Hospedarse gratis en casa de locales a través de couchsurfing o hacer voluntariados: intercambiar trabajo por hospedaje y comida.
– Viajar a dedo: “hay muchas personas que tienen miedo pero todas mis experiencias fueron buenas”.
– Evitar excursiones: “me animo a decir que el 90 % de los paseos y recorridos se pueden hacer por cuenta propia”.
– Comer en mercados y puestos callejeros.
– Tratar de vivir, en cada lugar, como local y no como turista. “Es decir, no comprar souvenirs o salir a comer todo el tiempo, ni gastar en cosas que normalmente no compraríamos en nuestra ciudad”.
De regreso en el país e instalada en Capital Federal, Marina está trabajando en un estudio jurídico, “intentando combinar la Marina viajera con la Marina que no viaja”. Y más allá de la dicotomía, la aventurera ya planifica su nuevo destino: “Ir a China, también me gusta Japón, pero más que lo exótico y desarrollado, lo popular”.
Marina y su adicción por los viajes
Marina Bianco nació en Posadas. Al terminar el secundario se mudó a Buenos Aires para estudiar abogacía, carrera que terminó en 2011. Desde ese momento se desempeñó en el mercado laboral y académico con el objetivo de financiar sus vacaciones.
Pero en el 2014 estando en Brasil tuvo un momento revelador: “me di cuenta que quería viajar, no podía conformarme sólo con 15 días de vacaciones”.
Entonces, en enero de 2016 “renuncié a mi trabajo con la idea de dar la vuelta al mundo. Y decidí emprender viaje”.
Antes empezó un blog donde relató absolutamente todo: “Lo que me costó dejar el trabajo. También conté el día en que me subí al avión sin saber qué pasaría. Relaté todo lo que pude y la vuelta, cómo es volver después de un viaje tan largo, revolucionario para la cabeza y el alma”.
Por
Susana Breska Sisterna
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