Estuvo casi cuatro años detenido bajo la acusación de “abuso sexual con acceso carnal”, agravado porque su víctima era menor de edad al momento del hecho y porque el ultraje habría sido cometido bajo amenazas de muerte a punta de un “grande y brillante” cuchillo.
En el derecho, los principios no son letra muerta o cubierta por telarañas. Al menos en este caso, para el Tribunal Penal 2, integrado por Gregorio Busse, César Yaya y Ángel Dejesús Cardozo (subrogante del TP-1), el “In dubio pro reo” es una premisa que sostiene la inocencia del imputado hasta que lo contrario la derrumbe.
En debate oral realizado el jueves en la sala de audiencias de calle San Martín (casi 25 de Mayo) en el microcentro posadeño, un hombre de 32 años fue absuelto de la grave acusación que arrastraba desde la noche del sábado 19 y madrugada del domingo 20 de septiembre de 2015 en el barrio Los Lapachitos cuando, según se denunció, ultrajó sexualmente a una niña o púber de 14 años, a quien habría amedrentado, no sólo para cometer la violación, también para que callara.
Según la elevación a juicio del expediente, el agresor se aprovechó de la situación de indefensa de su vecina, la esperó oculto y cuando ella ingresó al precario domicilio y lo cruzó hasta entrar al baño, la interceptó blandiendo un arma blanca, la tomó por la fuerza, la obligó a guardar silencio y la arrastró hasta la cama, despojó de ropas y la violó sin el menor escrúpulo o arrepentimiento.
La víctima huyó cuando el agresor quiso soltarla, más detalles no pueden brindarse, tampoco identidades, para preservar la integridad de la víctima. La denuncia fue realizada gracias al impulso de una vecina, que oyó a la menor abusada cuando se lo contaba a su hija de la misma edad. No tardó, no vaciló en ir por la progenitora de la víctima y acompañarla a radicar la primera queja policial y posteriormente judicializar la imputación. Las pericias de laboratorio comprobaron que la ropa de la niña tenía los rastros del semen del encartado.
Pero ya en debate, las evidencias no alcanzaron, porque la madre de la menor tal vez por el paso del tiempo, el miedo a alguna situación que no manifestó o las propias dudas que se fueron gestando ante la posibilidad de un acto sexual con consentimiento, declaró ante los jueces no recordar nada con precisión sobre la noche del abuso.
La víctima por su parte, hoy mayor de edad, ya no recordó el cuchillo y sus vacilaciones lejos de hacer tambalear la inocencia del sospechoso habrían quedado.
De todas maneras el fiscal del Tribunal Penal 2, Martín Rau, lo acusó por el hecho, desplegó las herramientas al alcance que obraron en el expediente, pero el alegato y pedido de 12 años de prisión por el delito previsto en el artículo 119 del Código Penal, para los jueces tampoco pudo torcer el valor sagrado de que la duda, beneficia al reo.