La fresca mañana de mayo fue propicia para que los alumnos de los cursos superiores del Instituto de Enseñanza Agropecuaria 1 comenzaran la tradicional cosecha de mandarinas, las cuales plantaron y vieron crecer en la quinta de la institución, durante todo el trayecto de su formación.
El IEA 1, ubicado en la localidad de Bonpland, departamento de Candelaria, realiza tal actividad desde hace 46 años, en su proceso de formación a jóvenes de toda la provincia en la actividad agropecuaria.
Las plantaciones, ubicadas en los alrededores de la escuela para tal fin, fueron rotando a lo largo de los años y, desde hace 13, los chicos están dedicados a conocer y entender todo el circuito productivo de distintas variedades de mandarinas.
“Ésta actividad es una de las tantas que se realizan, en las que los estudiantes ponen en juego el desarrollo de diversas habilidades, capacidades y competencias, desde el manejo y conservación de los recursos naturales, la plantación, labores de cuidado y protección de los cultivos, realización de cosecha, acondicionamiento, almacenamiento y transporte de la producción hasta su comercialización e industrialización”, dijo a PRIMERA EDICIÓN la rectora de la institución, Ana María Mowczan.
La variedad Nova, plantada y cosechada por los alumnos, es un híbrido resultado del cruce entre el clementino “Fino” y el “Tangelo Orlando”.
En lo que respecta a la pulpa, ésta es tierna, no presenta semillas y ofrece gran contenido de zumo. Ahora, ya fuera de la planta, las frutas serán aprovechadas por la cooperativa agro-industrial y citrícola de Leandro N. Alem.
Indicó la rectora: “Siempre tuvimos una quinta de frutales, pero fuimos renovandola a través del tiempo. Primero fueron frutales de carozo, luego de pepitas y también cítricos. Después renovamos con la mandarina Okitzu y en la actualidad trabajamos con la Nova, a través de un proyecto que se hizo con la cooperativa, porque es la variedad que requería el mercado”.
“En la escuela hacemos todo el ciclo productivo: injertamos las partes de las plantas, hacemos toda su conducción hasta la cosecha, la cual está a cargo de los alumnos de los últimos cursos, es decir, sexto año, con la colaboración de los que están quinto”, describió la docente.
La jornada de recolección -que contó con el acompañamiento de los docentes y el personal de campo de la cooperativa- dejó un colorido paisaje en los alrededores de la escuela.
Es todo un rito para los alumnos y siempre se realiza en un clima de fiesta para la institución. Inclusive lo es para la gente del pueblo, porque los vecinos se acercan con sus bolsitas a llevarse el producto que no acopia la cooperativa.
El Técnico en Producción Agropecuaria, tal el titulo otorgado por la escuela, está capacitado para desempeñar su profesionalidad en distintas situaciones y contextos agro-productivos, aportando su capacidad y experticia al medio rural, atendiendo normas legales vigentes, buenas prácticas, bajo un concepto de sustentabilidad, calidad, seguridad y productividad.
Desde hace algunas temporadas de cosecha, los chicos están lidiando contra los inconvenientes que se plantean a partir del cambio climático. De hecho, por esa causa han visto una merma en la producción, por lo que abordar estrategias de cambio es uno de los desafíos del presente.