El entonces Presidente, decía que el éxito en política requería tres condiciones, información, secreto y sorpresa.
La decisión de Cristina Kirchner en esta oportunidad, parece haber coincidido exactamente con la afirmación de Carlos Menem. Tiene lugar, en las dos semanas de mayor vértigo político, por lo menos desde que Macri llegara al poder el 10 de diciembre de 2015.
El 7 de mayo, el tema todavía era el acuerdo convocado por Macri, ampliado a sectores sindicales, empresarios y sociales; dos días después, el lanzamiento del libro de Cristina en la Feria del Libro; el domingo 12, el aplastante triunfo de Schiaretti en Córdoba y sus definiciones; dos días más tarde, la visita de la expresidenta al Consejo Nacional del PJ, fotografiándose con gobernadores e intendentes; otros dos días después, el conflicto con la Corte por la eventual postergación del primer juicio contra Cristina; ahora, el anuncio de su fórmula secundando como vice a Alberto Fernández y el martes 21, concurre a tribunales, al inicio del primer juicio oral contra ella.
Faltan tres semanas para que se formalicen las alianzas y un mes para que se oficialicen las candidaturas. En esta vorágine, muchas cosas pueden pasar hasta dichas definiciones, pero algo es claro: la iniciativa la ha tenido Cristina Kirchner.
Las primeras repercusiones, muestran un impacto político alto, aunque en realidad el cambio no sea tanto. La expresidenta ha resuelto el dilema de Hamlet de “ser o no ser”. Finalmente integrará la fórmula presidencial, pero como vice no como presidente.
Será una situación poco usual: los votos son del segundo y no del primero. Ella hasta ahora es el candidato con más intención de voto, mientras que Alberto Fernández tiene mucho menor nivel de conocimiento en la opinión pública y no tenía intención de voto.
Ella jugará un rol decisivo en la campaña. ¿Se votará por ella o por él? No cabe duda que el voto popular que se mantiene fiel al kirchnerismo, lo hará por ella.
En caso de ganar: ¿Será un vicepresidente protocolar, a lo sumo limitado a presidir el Senado o ejercerá el rol político relevante derivado de su caudal electoral? Es probable que sea más lo segundo que lo primero.
A ello se agrega que en Argentina nunca ha sido fácil la relación entre presidente y vice. ¿Será esta una excepción?
Pero nada está absolutamente cerrado en la política argentina todavía y los plazos mencionados para los límites de alianzas y candidaturas son un tiempo político-electoral muy largo en Argentina.
Por Rosendo Fraga
Director del Centro de Estudios
Unión para la Nueva Mayoría