“El arte de escribir está en decir mucho con pocas palabras” (Antón Chéjov) y Mónica Analía Ortíz sabe llevarlo a la práctica, al punto que hace pocos días presentó su cuarto libro, “En las redes”, el primero en narrativa, con lo que asumió un nuevo desafío.
Mónica es profesora de Geografía y presidente del Grupo de Escritores Apóstoles (GEA). En este libro reunió cuentos cortos, para adultos, en los que las relaciones que se generan a través de las redes sociales, amor, infidelidades, trata de personas, son el hilo conductor.
“Generalmente escribo poesía, que es lo que compuso mis tres libros anteriores, este fue mi primer gran desafío porque no es habitual en mí escribir en prosa, pero me gustó hacerlo y espero que a todos les guste”, confió la docente y recordó que comenzó a escribir siendo niña, a los doce años, “por iniciativa de la escuela, fui a la Normal Mariano Moreno y teníamos una profesora que nos incentivaba a escribir cuentos, después empecé a leer poesía, que era lo que más me llamaba la atención, Alfonsina Storni, Pablo Neruda…”.
“Mi primer libro lo publiqué en 2015, se llama ‘Palabras de una mujer’, está agotado, gracias a Dios puedo decir que vendí todos los ejemplares que tenía y ahora lo puse en PDF en mi página de Facebook para que quien quiera lo descargue de manera gratuita; en 2016 presenté ‘Desnuda’; en 2018, en julio, el tercero, que se llamó ‘Madrugadas y Silencios’”, mencionó e hizo hincapié en que la inspiran situaciones cotidianas, la música, la naturaleza…
Además, reconoció que el factor económico es uno de los principales obstáculos que se presentan para publicar un libro. Aunque en la difusión y venta también se presentan complicaciones.
“Quienes estamos en el interior vendemos nuestros libros en las ferias y encuentros, en mi caso a través de las redes sociales”, apuntó.
Por supuesto que en todo este trabajo el grupo de escritores es fundamental, “nos acompañamos y fortalecemos. Son tiempos difíciles para la cultura pero no bajamos los brazos”, sostuvo.
GEA está compuesto por once integrantes, de las más variadas profesiones, un economista, un agrónomo, un mecánico, docentes, un abogado. “Somos un puñado de bohemios soñadores unidos por las letras”, reflexionó Mónica y añadió que “somos un grupo abierto. Democrático, pero sobre todas las cosas un grupo de amigos que disfrutan de la lectura y la escritura. Nos fijamos objetivos y trabajamos para cumplirlos. Creo que eso nos identifica”.
“Disfrutamos mucho de lo que hacemos”, insistió.
En las redes del amor
Una tarde gris, de esos inviernos que congelan las almas y duelen en el tiempo. Ángela terminó su jornada de trabajo, para refugiarse en su pequeño departamento de un ambiente. El frío la invadía, la tristeza la consumía lentamente. Hacía seis meses había terminado con su novio, seis años de pareja, la monotonía y el aburrimiento terminó con una relación que según los demás tenía mucho futuro.
Lo cierto es que ya no sentía nada, excepto una linda amistad por ese hombre al que había dejado de mirar hace mucho, pero la soledad no era buena consejera, no le gustaba estar sola, y cuando lo hacía se pasaba horas interminables en el Facebook viendo la vida feliz de todos.
Algo que la hacía sentir desdichada, pero al menos se entretenía. Algo en un rostro le llamó la atención, algo en esos ojos negros, profundos, la invitó a cliquear la solicitud de amistad y lo hizo con un dejo de travesura.
La respuesta llegó casi de inmediato, y por privado un – hola, que la dejó perpleja por unos instantes, pero se arriesgó a contestar. Le parecía conocido ese rostro, pero el nombre no, tampoco importaba.
Detrás de ese primer saludo, llegó la confirmación que en algún lugar había visto a ese hombre.…
Era el mecánico de la esquina de su trabajo, solía estar en la vereda cuando ella salía, el destino o la casualidad hicieron que se encontraran virtualmente. Se sintió algo estúpida al sentir una emoción con los mensajes subsiguientes, le pasó su número de teléfono para comunicarse por whatsapp y Ángela envió el suyo, se calmó diciéndose que nadie se enteraría de eso. Tal vez después de todo se debería arriesgar al juego.
Continuará…