A pocas horas de conmemorarse un aniversario más de la gesta del 2 de Abril, fecha en la que -en 1982- se inició el intento de recuperación de las Islas Malvinas y la consiguiente guerra frente a Gran Bretaña, PRIMERA EDICIÓN revive parte de la historia con tres protagonistas misioneros que participaron desde el inicio en el mismo campo de batalla.
Se trata del posadeño Manuel Casais, el también capitalino Juan Antonio Solonyezny y el jardinense Evelio Ramón Castelnovo. Los tres relataron las historias vividas y cómo continuaron sus vidas al término de una guerra que los marcó para siempre.
Casais: “No entendíamos muy bien qué era lo que estaba pasando”
Manuel Casais (hoy 59 años) era parte de las Fuerzas Armadas desde 1977 y se desempeñaba en la Base Naval de Puerto Belgrano (Buenos Aires) cuando a comienzos de 1982 el murmullo de una inminente contienda internacional comenzaba a asomarse, aunque no era visible para todos los argentinos y ni siquiera para parte de los propios soldados.
“A fines de marzo fuimos a una prueba táctica al Sur Argentino e íbamos con balas de fogueo. Para nosotros era una expedición y adiestramiento más, de rutina, pero en ese viaje iban a cambiar todas las cosas”, recordó.
Es que “de repente, el primero de abril nos llega un comunicado del Estado Mayor que decía que íbamos a hacer Patria y a recuperar a una hermana perdida, íbamos a hacer historia en la Argentina. A nosotros este comunicado nos tomó totalmente por sorpresa. No teníamos conocimiento de las Islas Malvinas, sólo por lo que aprendimos en geografía en la primaria, nada más”, admitió el por entonces cabo segundo de la Armada.
Continuó con un relato emocionante, detallando que fue uno de los primeros misioneros en tocar tierra en Malvinas, ya que pisó suelo malvinense el mismo 2 de abril.
“De buenas a primeras, nos dijeron que cambiáramos las armas de fogueo por reales y, de ahí en más, a estar preparados para el desembarco que tuvo lugar en la madrugada del 2 de Abril. Tomamos por asalto las Islas Malvinas. Tras una pequeña escaramuza, el pelotón inglés se rindió. Bajamos la bandera de Gran Bretaña e izamos el Pabellón Nacional en el mástil de Puerto Argentino. Fue una alegría total, aunque no entendíamos muy bien qué pasaba. Acto seguido, realizamos una formación de bienvenida y le cedimos el mando al Ejército, entregándole además los prisioneros y las Malvinas bajo bandera Argentina”.
Luego de ese histórico desembarco, Manuel volvió a tierra en la parte continental y comenzó a navegar en forma intercalada a bordo de los buques Santísima Trinidad y Hércules. Ambos realizaban tareas de espionaje en los alrededores de las Islas, sobre el mar Argentino y nunca más volvió a tocar suelo malvinense.
El recuerdo de la guerra trae a su memoria a un compañero caído en combate: “En Punta Alta, en cercanías de Puerto Belgrano, yo compartía un departamento con otro posadeño, el cabo Miguel Ángel Meza. Cuando regresé a la base, tras haber estado en Malvinas y ya con el fin de la guerra consumada, volví a mi casa y la encontré sin rastro de Meza. Pregunté cuál fue su destino y me dijeron que él iba a bordo del Crucero General Belgrano. Cuando empecé a indagar el nombre de los muertos tras el hundimiento, con mucho dolor me enteré de que Meza estaba en esa lista. Hoy aún se lo recuerda en Posadas, con un busto en las inmediaciones del anfiteatro natural de El Brete”.
Sentimientos encontrados
Manuel vivió el final de la guerra “con una profunda tristeza pero con emociones encontradas. Uno por un lado se ponía contento por volver a casa, pero también se entristecía al recordar a los camaradas caídos en combate”.
Por último, el actual presidente de la Asociación Centro de Combatientes de Posadas lamentó que “por muchos años no fuimos reconocidos en la sociedad. Éramos ‘los locos de la guerra’, pero de a poco eso cambió. Nosotros también comenzamos a salir a la sociedad a realizar la vigilia, festivales, encuentros deportivos, sociales, entre otras actividades. Así la gente también comenzó a reconocernos en la calle, a pedirnos que hagamos charlas en escuelas u otras instituciones y eso para nosotros es un gran logro y a la vez una enorme satisfacción, integrarnos de lleno a la sociedad”.
Vale resaltar que Casais, tras la Guerra de Malvinas, abandonó la Armada y se dedicó a varios rubros comerciales. Hoy es productor de seguros, tiene dos hijos (Cintia de 34 años y Ariel de 32) y un nieto (Homero, 12). Su esposa era Gladys Maidana, ya fallecida.
Ciudadanos ilustres y placas identificatorias
La Municipalidad de Posadas comenzó semanas atrás a reconocer a los excombatientes y héroes de Malvinas con placas identificatorias en sus domicilios. La iniciativa surgió de lo dispuesto en la Ordenanza III N° 175 del Digesto Municipal, por medio de la cual los excombatientes de la gesta de Malvinas fueron declarados “Ciudadanos Ilustres” de Posadas, por lo que les fueron entregadas medallas, diplomas y una placa recordatoria que quedó depositada en la costanera posadeña en 2016.
Ahora, por iniciativa de la gestión Losada, desde el pasado 6 de marzo se dio inicio a la colocación de placas identificatorias en los hogares de los veteranos de guerra. “Es una pequeña muestra del orgullo y la gratitud en nombre de los posadeños por todo lo que hicieron por nuestra Patria”, expresó Losada mientras descubría la placa en la casa de Manuel Casais, sobre la avenida Almirante Brown.
Al respecto, Casais reseñó: “Para nosotros es un gran logro, ya que nos declararon ciudadanos ilustres y ahora nos entregan esta placa y la colocan en nuestras casas. La Municipalidad de Posadas se hizo eco de esta apertura de los veteranos a la sociedad y es un destacado reconocimiento, tras varias décadas de estar en el olvido”.