Francisca Ramos es una de las pocas mujeres de nuestro pueblo guaraní que realiza tallas en madera y en alta calidad, como se ve en sus trabajos. No es casualidad que tenga ese don y lo desarrolle de manera tan profesional, pues es nada menos que la hija del reconocido cacique Lorenzo Ramos, quien falleció hace un año dejando un rico legado cultural y de lucha por los derechos de su pueblo.
Es la herencia ancestral que encarna en una de sus descendientes. El cacique formó a varones, algo que se da de generación en generación, pues no es tarea de la mujer, aunque esa pequeña inquieta logró que su padre le dedique tiempo y paciencia, haciendo caso omiso a las tradiciones y permitiendo que la niña aprenda los secretos del tallado.
En uno de sus viajes a Posadas, Ko´ ape charló con Francisca, quien vive en la misma aldea donde nació, Marangatú, ubicada sobre la ruta nacional 12, en Puerto Mineral. Luego de observar detalladamente sus trabajos y corroborar la calidad de la talla inició la charla con una pregunta obligada: -“¿Cómo aprendiste a tallar tan bien?”.
Sin dudarlo, despreocupada, mostrando sus blancos dientes, sacó su tarjeta de presentación: “Soy la hija de Lorenzo Ramos”, una marca registrada, en sus venas corre sangre de élite, un linaje ancestral de reconocidos y respetados talladores: “Los Ramos”.
Francisca heredó no sólo el don del arte sino también el carisma de su padre, pues cuando el cacique hablaba enmudecía a su audiencia. Tímidamente, sin ser esquiva, contó sobre la talla de los tres monitos sabios, creados por ella en dos tamaños. “Para estos usé ‘loro negro’, es una madera que hay que trabajar rápido porque si se seca se pone muy dura. Igual es dura, resistente. Tengo un cuchillito bien filoso porque sin filo no se puede hacer nada”. Y se lastima, le quedan pequeñas cicatrices luego de cada creación, pero “tienen que estar bien hechas, así aprendí”, se alza de hombros indicando que no existe otra manera.
Si hablamos de los tres monitos sabios, nos vienen a la mente imágenes de pequeños chimpancés con su negro pelaje, mientras que los que llevan el sello Francisca Ramos son el fiel reflejo de las especies locales. Culminan en piezas únicas, exóticas, tan delicadamente creadas que encantan.
A través de la talla, los pueblos transmitían su historia, tallando momentos de la vida cotidiana como la pesca o la caza y contando sobre los animales de la región, para que los más chicos aprendan a identificarlos.
Francisca crea y vende sus productos, algo que no se da en las comunidades, pues tradicionalmente, las mujeres venden las tallas y tejidos que realizan los hombres, pero también allí están cambiando los roles.
Hoy, los monitos sabios son un atractivo para los potenciales clientes a los que Francisca tienta con su talento. Pocas veces los detalles se notan a simple vista y la belleza está en los trabajos, en las manos y en ese rostro fresco, joven, amigable y amable de quien ya es mamá de seis y al cierre de esta edición se convirtió en abuela de Zaira Naomi.
El dinero obtenido será para su familia, su prole que también crece. Sí, es muy joven y jóvenes son sus mellizas, ambas embarazadas al mismo tiempo y regresarán de la aldea para tener a los bebés en Posadas, pues si bien reciben controles en el centro de salud, ya los nacimientos serán en Posadas.