El paro de choferes enrolados en la Unión Tranviarios Automotor (UTA), en reclamo de mejoras salariales, se realizará diariamente -de 22 a 6- hasta la reunión entre las partes del próximo jueves.
Una puja entre trabajadores y propietarios de empresas de corta y media distancia que costará resolver, ya que la patronal asegura que la crisis por la que atraviesan no les permitiría acceder al pedido del sindicalismo.
En Misiones, los pasajeros del Grupo Z por ejemplo, ya conocen lo que es estar semanas sin colectivo en un horario donde se hace necesario para regresar a los hogares o salir para un trabajo nocturno. O para llevar a los niños y adolescentes a las escuelas. O para cumplir las obligaciones laborales.
Sin embargo, a pesar de los anuncios mediáticos que luego no terminan en nada, no se logra ante cada paro que se garantice el servicio mínimo.
Ya lo confirmaron los funcionarios del área de Transportes que los empresarios aseguran en las medidas de fuerza que se ven impedidos de mover las unidades y de poner choferes sustitutos de quienes paran.
Para la enorme mayoría de los pasajeros habituales, los bolsillos no están en condiciones de pagar un remís para viajar. No se puede -livianamente- dejar echados a su suerte a los usuarios de por sí castigados con varios boletazos al año con diferentes argumentos pero con el mismo impacto negativo en la economía hogareña.
Los que se animen, saldrán a caminar largos kilómetros para cuidar los pocos pesos que van quedando después de la mitad del mes.
Otros, con el entendimiento de sus empleadores, tal vez puedan quedarse en sus hogares a trabajar desde allí. Los que no puedan hacer ninguna de las opciones anteriores, deberán gastar más de lo previsto.
Así se impone en los paros el gremialismo bajo la resignación empresaria. Y la bronca ciudadana. Otra vez paro…