Los valores, ideas con sus significados, sentimientos y experiencias significativas formarán nuestros “hábitos”, que se volverán acciones rutinarias, como por ejemplo poner luz de giro al doblar u orar diariamente.
Aunque a algunas rutinas las calificamos de “automáticas” pueden evolucionar y adquirir nuevos significados, permitiéndonos crecer.
La sangre puede causarnos inicialmente espanto y repulsión, pero luego cambiar su significado al de un tejido dador de vida.
Desarrollar nuestra espiritualidad y la creencia en Dios es un “hábito” interno orientando nuestra “conducta” en el sentido de creer en la vida, ser agradecido e intentar amar incondicionalmente.
Nuestra mente está formada por una red increíblemente compleja de hábitos, algunos son “innatos o heredados” como los instintos, los cuales se transportan y adquieren inconscientemente, como por ejemplo, el hambre, la sed y ser sociable.
Otros “hábitos” son producto de nuestra “experiencia” por la influencia del mundo sobre nosotros como por ejemplo, cuidar a la familia.
Algunos “hábitos” son por “impulsos interiores” originados en nuestra imaginación que pueden parecer anárquicos e irracionales, pero están ligados a nuestro razonamiento para encontrar la verdad por ejemplo, la imaginación en la escritura genera las grandes obras de literatura.
Continuaremos conversando sobre los hábitos.
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Dr. José Luis Bazán
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