Como si fuera custodio silencioso, refugiado en la penumbra de una habitación intentaré despertarte. Mientras vives en aquel plácido sueño que te tiene a salvo de la realidad y todo lo malo. Mientras tu figura se dibuja entre las sábanas intentando nuevamente conquistarme.
Me convertiré en una siniestra criatura que rondará celosamente tu cuerpo enfrentando cualquier miedo o dudas que se quieran acercar. Un vagabundo que desea volver a embriagarse en tu sudor, como un ave que regresa al nido en busca de calor, un niño que quiere aprender los secretos del amor o como un avaro que esconde su mejor riqueza. Cualquiera de esos personajes ocupa ahora mi lugar desde aquella noche donde en mi cuarto quisiste estar.
Comenzaré a despertarte con la soledad escondida en los rincones mientras te miro callado para no interrumpir este instante. Me pongo a pensar cuántos dolores duermen en tu alma y como si fuera un juramento al cielo hago la promesa de no lastimarte. El tiempo envolverá esas heridas y con amor se transformarán en cicatrices. Mientras tanto, los besos serán el bálsamo que alivie aquel desengaño que una vez rodó por tu mirada.
Comenzaré a despertarte tomando una de tus manos y llevarte a un hermoso despertar en el que pueda volver a abrazarte. No importa lo que dicte el reloj esta noche porque el tiempo en nuestro amor jamás formará parte.
Dormida aprietas mis manos como si mis pensamientos pudieras escuchar, mientras te digo que a este momento lo llamaré felicidad. Comenzaré a despertarte corriendo suavemente el cabello que cubre tu rostro mientras siento el suspiro de tus labios que se transformarán en dulces melodías, que se pierden en el aire.
Comenzaré a despertarte recorriendo tu cuerpo con mis manos como si fuera un aprendiz de artista que busca en tu piel su mejor obra. Muy despacio me acomodo en tu pecho buscando ese latir que hará revivir todo aquello que fue nuestro. Una noche que se quedó muda al observar tanta belleza y en su paz y oscuridad viajas pensando que cuando despiertes encontrarás el amor. Una noche que me mantiene despierto como su cómplice de tantos otros silencios que me hizo pasar.
Comenzaré a despertarte para enseñarte la aurora y que en su luz pueda ver reflejada nuevamente tu sonrisa. Mientras mi cuerpo se unirá a tu espalda como un manto que abrigue todo el fuego, que será la envidia de las tristes estrellas eternamente distantes bajo un mismo cielo.
Comenzaré a despertarte construyendo un sendero con mi boca hasta encontrar el oasis donde guardas tus secretos, sepultando para siempre todas aquellas noches que se transformaron en desiertos. Mientras que en la almohada huelo tu perfume comienzo a dudar de todo esto. Quizás seas la calma que había partido de esta habitación hace tiempo. Un espacio donde el corazón le ganó a la razón para estar contigo en esta cama.
Comenzaré a despertarte y así empezar de nuevo para tener una nueva oportunidad de saber que Dios existe, al transformar este momento en lo más cercano a lo perfecto. El silencio de la noche nos encontrará a vos dormida y a mí despierto, pero ambos compartiendo un mismo sueño, el de un amor correspondido y sincero.
Recostado sobre tu hombro los mejores versos comenzaré a susurrarte y esas palabras recorrerán la distancia de tus sueños para traerte de regreso.
Verte dormir simplemente despierta ternura y hace florecer en mí una tímida sonrisa que será mi mejor regalo al despertarte. Seremos dos soñadores que encontraron los que siempre han anhelado, almas inquietas que al fin seguirán soñando.
Comenzaré a despertarte mientras interrumpe un bostezo aquel momento y borrosamente verás que la mañana y mis ganas te estaremos diciendo un te quiero, buenos días.
Por
Raúl Saucedo
[email protected]