Todo el universo se mueve continuamente, un planeta alrededor de otro, una galaxia alrededor de otras, etc., y van cambiando en un sentido por ejemplo el sol va gastando su energía afectando también a la tierra.
Un hábito es actuar de forma repetitiva influyendo en nuestro comportamiento, por ejemplo: sabemos que el fuego quema por lo que si vemos una llama nos cuidaremos de quemarnos, este “hábito” condicionará nuestro comportamiento.
Los hábitos son comportamientos regulares, casi automáticos, que requieren de la razón, yendo desde los gestos o forma de mover las manos y el cuerpo al hablar, hasta fumar o comer en exceso.
Algunos hábitos son inentendibles como abrir y cerrar las puertas varias veces, lo que sirve para calmar una tensión interna en los obsesivos-compulsivos, otros son perjudiciales como la drogadicción.
Cada persona modela continuamente sus actos, según las influencias del medio ambiente, como en su casa, escuela, construyendo así su identidad, estilo de vida y valores, definiendo su actitud al vivir y su papel en la sociedad.
Nuestras creencias y valores están presentes en toda actividad que hagamos, y se modificarán según las exigencias del medio, como por ejemplo: festejar las fiestas patrias.
Los valores, ideas con sus significados, sentimientos y experiencias significativas formarán nuestros “hábitos”, que se volverán acciones rutinarias, como por ejemplo, poner luz de giro al doblar. Aunque algunas rutinas las calificamos de “automáticas” pueden evolucionar y adquirir nuevos significados, permitiéndonos crecer, por ej. la sangre puede causarnos inicialmente espanto y repulsión, pero luego cambiar su significado al de un tejido dador de vida.
Desarrollar nuestra espiritualidad y la creencia en Dios es un “hábito” interno, orientando nuestra “conducta” en el sentido de creer en la vida, ser agradecido e intentar amar incondicionalmente.
Colabora
José Luis Bazán
Médico
[email protected]
3755 651276