El consumo inapropiado de antibióticos es una problemática mundial. Las consecuencias son múltiples y es por ello que, desde hace dos años, el Hospital Madariaga trabaja en la elaboración de estrategias para disminuir su uso. En este tiempo se ha logrado reducir significativamente a nivel hospitalario, principalmente en la unidad de cuidados intensivos.
“El uso inadecuado de drogas, y en particular de antibióticos, es un gran problema de salud a nivel mundial, no sólo en la provincia o Argentina”, aseguró el médico infectólogo, Gustavo Méndez, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Es por ello que el equipo del Servicio de Infectología, encabezado por Méndez, hace dos años trabaja en el Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA), en el cual se inscriben instituciones de salud de diferentes partes del país para aportar datos acerca “de cómo estamos usando los antibióticos y, a su vez, buscar todas aquellas estrategias disponibles que podamos utilizar para disminuir su consumo inapropiado”, indicó el profesional.
Esta tarea se lleva a cabo en el Madariaga, fundamentalmente en la unidad de cuidados intensivos, y “ha llevado a una reducción muy importante en el número de consumo inapropiado. No estamos hablando de sacarle a todo el mundo el antibiótico sino a aquellos que no tienen indicación de recibirlo, porque es más un daño que un beneficio”.
Méndez explicó sus consecuencias. “Tanto en la internación como en la casa tomando vía oral, porque no cambia la forma de ingreso de antibióticos al organismo, es la generación de multiresistencia. Es decir, la aparición cada vez más frecuente de gérmenes multiresistentes, ya no sólo de bacterias, ahora también estamos hablando de diferentes especies de hongos multiresistentes, por ejemplo el candida auris, que son todo un problema y una preocupación a nivel mundial”.
Una dimensión del uso de antibióticos
El profesional detalló el uso que se hace de antibióticos que derivan en un consumo que la población ignora. “Se usa hasta en ganadería, en la parte agropecuaria para inhibir el crecimiento de determinados patógenos que perjudican cosechas. Se usan antibióticos en la cría y la alimentación de animales, es decir que recibimos antibióticos muchas veces de otras fuentes no sólo de las farmacias donde se compra o del médico que nos indica”, explicó.
Si a ello se suma el medicamento que se compra por iniciativa propia sin una indicación médica, el problema se vuelve una amenaza difícil de enfrentar.
Es por ello que “es muy importante concientizar a la población en general que cuando va a tomar un antibiótico sepa que puede ser mayor el daño que puede tener”. Por eso la recomendación es “consultar un especialista y cuando va a recibir el antibiótico nunca está demás de preguntar a ese médico porqué le va a dar ese antibiótico, cuál es el motivo y qué pretende tratar. Eso es muy importante porque muchas veces es algo muy mecanizado que tenemos los médicos de indicar antibióticos y cuando caemos en eso, el riesgo es estar generando un perjuicio, un daño al paciente, mayor”.
Justamente, los antibióticos son los medicamentos que recetan los médicos infectólogos. “Hay un dicho que dice que ‘el buen médico infectólogo más que indicar antibióticos los debería sacar’”, señaló Méndez.
Balance de 2018
“El balance de 2018 ha sido muy positivo”, detalló el responsable del Servicio. Indicó que tuvieron una intensa actividad relacionada con la clínica “sumado a la internación que el año pasado se vio aumentada con el inicio del programa de trasplante. Son dos tareas en las cuales es importantísima la participación del infectólogo”.
Durante 2018 realizaron 200 consultas ambulatorias mensuales, es decir más de 2.500 en el año y entre 80 y 100 interconsultas por mes en la internación. “Nosotros somos médicos interconsultores”, indicó Méndez.
Entre las infecciones que más se atendieron en 2018 se encuentran “las asociadas a pacientes oncológicos, en segundo lugar pacientes con infección por VIH, que se da en la consulta ambulatoria, es decir aquel paciente que tiene diagnóstico y tratamiento y está sólo con seguimiento, y los pacientes que tienen complicaciones asociadas a su infección porque no tienen diagnóstico hasta ese momento, porque no se han tratado o han decidido no tratarse y, por otro lado, las infecciones de la comunidad con las más comunes como neumonías, presencia de bacterias en la sangre, que se conoce como bacteremia, e infecciones cardiovasculares. Esos grupos de pacientes se llevan el grueso de atención habitualmente año tras año”, cerró.