S ólo cuando no tengamos preferencias ni rechazos podremos dar el salto de conciencia que tanto buscamos, para eso tendremos que ser conscientes de como miramos las situaciones de la vida.
Observo lo que miro y cómo lo miro porque es justamente eso lo que me va a transformar y va a transformar lo que estoy mirando.
¡La vida está hecha de polaridades para que encontremos el centro!
Si puedo integrar y agradecer todo lo que me llega, sin gustos o rechazos, estoy aceptando los movimientos de la vida con sus fases.
La vida está hecha de polaridades, siempre a una fase le sigue la otra, a una fase negativa le sigue una positiva y es justamente ese el motor y combustible de la vida, porque en cada una de estas situaciones esta la fuente de un nuevo salto. Ésta es la razón del cambio.
Acepto, integro, me aquieto y dejo que llegue el aprendizaje de cada experiencia y con él una nueva posibilidad de expansión.
Renuncio a mis preferencias y conceptos de cada situación, renuncio a juzgar, renuncio al disgusto y de esa manera tomando todo como un aprendizaje, adquiero la fuerza necesaria para la sanación de mis partes más temidas, más olvidadas, más oscuras.
Acepto, me expando, me rindo con humildad ante lo ¡más grande!
No tener preferencias es sentir que todo es importante, es fluir con la vida, es no detenerse, es estar en movimiento. ¡Es crecer!
Nos es difícil aceptar el cambio porque tenemos una visión estática de la realidad y en realidad todo está en constante movimiento, es eso lo que genera la fuerza necesaria para seguir adelante.
Es justamente en el dinamismo y en el cambio donde se produce la evolución… la naturaleza, la vida nos empuja, nos impulsa al movimiento.
Todo se transforma en el continuo movimiento porque la vida es cada paso que damos. A un movimiento de expansión, le sigue uno de contracción, a una fase negativa le sigue una positiva.
No temo a mis fases bajas porque son justamente ellas las que me impulsan con más fuerza al cambio.
Me dejo atravesar por la vida y ella me acomoda para lo que viene y así sigo con este amor incondicional por la vida y sus movimientos. Me sitúo en el presente porque en él está todo.
Vivo en el permanente cambio centrada en el presente aprendiendo a fluir con cada paso que doy.
¡Esta es la gran paradoja!
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Patricia Couceiro
Consteladora
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