La comunicación y la forma en que nos expresamos es uno de los temas más en auge en los tiempos de hoy. Ya no podemos hacer caso omiso a la idea que todo lo que decimos en palabras tiene repercusión tanto personal como socialmente.
Lo que decimos va creando nuestra realidad y abriendo o cerrando posibilidades según nuestra manera de hablar o expresarnos.
Es muy común en primera instancia ver cómo con frecuencia se confunde una afirmación con lo que en coaching llamamos juicios.
Aquí un ejemplo para diferenciar: no es lo mismo decir, Naty mide 1,58, que decir Naty es una petiza. El primero está sostenido por una medida universal sostenido social y objetivamente, y el segundo por una idea personal subjetiva.
Con nuestras palabras vamos cambiando el mundo, modificándolo, si Naty se molestara al escuchar que alguien dijo que es petiza hay un antes y después del juicio.
Ahora si lo que escuchara fuera su medida exacta nada habría cambiado porque no tiene influencia subjetiva si no que es algo que inevitablemente es.
El tema a reflexionar es que muchas veces defendemos ideas personales como si fueran verdades universales.
Existen juicios de todos modos que pueden ser fundados y juicios que son infundados. Y para diferenciarlos solamente hay que poder fundamentarlos teniendo en cuenta cinco aspectos: ¿Para qué digo lo que digo?; el estándar del juicio comparando con otros valores de igual rango; en qué contexto se dice y se enjuicia; obtener afirmaciones que sostengan un pensamiento y la imposibilidad de poder decir lo contrario.
Para que se entienda en simples palabras: podemos decir que Lucas siempre llega tarde por ejemplo, es un juicio que surge sobre él, ¿cómo hacemos para refutarlo? ¿O fundarlo?, en primera instancia preguntándonos ¿para qué hago esta declaración? ¿Tiene algún objetivo o fin?
¿Me favorece, le favorece, nos favorece?, luego plantear, ¿llega tarde según quién, o según qué horario impuesto?, ¿llega tarde a todos lados o solo a las reuniones familiares?, ¿hay pruebas de que llega tarde? Buscamos afirmaciones que respalden su tardanza y por último ver si se puede demostrar lo contrario o no.
Cada vez que pensamos algo sobre alguien y lo decimos creamos posibilidades o barreras.
Tener cuidado con las ideas subjetivas que emitimos no solo de las personas si no sobre las situaciones nos evita muchos inconvenientes y malestares por varios motivos.
Prestar atención cada vez que hablamos y decimos es fundamental. Tenemos un cerebro que nos ayuda a pensar. Usémoslo.
Colabora
Natalia de las Nieves
Coach y Terapeuta
Motivacional
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