Existen distintos métodos, en el caso de que provengan de nuestros ancestros nos podemos valer de las constelaciones familiares, si fuera el caso de que vengan de vidas pasadas o experiencias de la infancia, se puede aplicar la regresión, ambas con la ayuda de buenos profesionales. Me acaba de recordar una amiga el mensaje que se extrae del dibujo de un laberinto circular hecho en el piso de la nave central de la Catedral de San Francisco, California, que dice: “no importa cuántos caminos hayas recorrido, si no alcanzas el cielo, vuelve a intentarlo por otro”. O sea que los métodos son sólo distintos caminos para llegar a Ser.
Por supuesto que existen infinidad de otros métodos a los cuales pueden recurrir, yo simplemente desde acá trataré de acercarles aquellos que se los puedan aplicar ustedes mismos, uno de ellos es el hoponohono, muy en boga hoy y que lo pueden encontrar en Internet, que ocupando el poder de la palabra, podemos borrar la memoria que nos llevó a esas situaciones, ya que la traducción de esa palabra hawaiana es borrar un error.
¡Hágase!, y la luz se hizo. Entender el valor de la palabra es un deber ya que con ella todo fue creado.
Considera entonces el poder que adquieren cuando con sabiduría son amalgamadas en poesía.
Resuenan ellas en tu corazón despegando el armazón con que te amarra la razón.
Fíjense que la oración es un conjunto de palabras que conforman un pedido de ayuda.
En el Padre Nuestro, por ejemplo, pedimos al Padre, o sea a la Fuente, que venga a nosotros Su Reino de conciencia Superior donde haremos Su voluntad, entonces todas las delicias de ese Reino nos llegarán por añadidura. Como podrán observar, en esta oración se pide ayuda para poder funcionar con esa conciencia en la que somos Uno con Dios y es necesario pedir debido al libre albedrío que tenemos y como dijo Paco Alarcón Kahan en su conferencia, “el pedido es un decirle a Dios: cuenta conmigo, quiero ‘esto’ y yo voy a hacer mi parte”.
Le preguntaron a Jesús: Maestro, ¿quién se salva?
Él respondió: Yo solo no podría, sólo con Dios.
La Fuente o Dios es autogenerada y si tú quieres ser parte de eso y lo generas al decir: “ME CONECTO con el poder del Bien y paso a ser un testimonio de que estoy conectado con la fuente”.
Una vez que te has conectado, has recibido la bendición de la gracia de la luz, entonces la compartes y pasas a ser un agente de Dios, pues pasas a ser un portador de luz donde quiera que vayas a diferencia de la persona que esporádicamente se ilumina en el momento que hace el bien o va a algún lugar externo a él a pedir ayuda. Así el hombre ha dado el valor a los ídolos que se alimentan de su energía y al darle valor a lo externo, éste lo mantiene esclavizado.
Los incas decían que existen dos estados: hosha de energía densa y sami de energía sutil de alta vibración y esa luz nos aporta todo para poder Ser.
Que el propósito de esta vida era llegar a ese estado luminoso donde se puede afectar la vida de forma positiva.
Al ser nosotros vibración de conciencia, podemos estar en esos dos polos. Partimos de la conciencia eclipsada de la humanidad, para llegar a la conciencia de plenitud, el trabajo es individual y es un salir del ego al Ser.
Debemos salir de la esfera de la carencia y lo divino nos da una ayuda con la luz violeta para entrar al estado de gracia, que empieza con uno y sigue para el planeta.
Entonces, ¿qué es la luz violeta? Es inteligencia divina, piensa, sabe lo que hace, cambia todos los estados vibratorios, limpia el karma, tiene amor y por eso brilla.
La oscuridad es una ausencia de luz, por eso no existe. El estado natural de la vida es de luz, cuando algo la eclipsa, entonces hay oscuridad.
La diferencia entre la oscuridad y la luz está dada porque la luz ama. El efecto de la oscuridad es la no existencia del amor.
Colabora
Graciela del Carmen
Zaimakis de Abraham
EscritoraTambién en FB.
Escuela de Pensamiento