“Ser gemelo es mágico, maravillo y especial. Una compleja y a la vez emocionante experiencia de ver a otra persona con un mismo rostro pero con un alma distinta, con actitudes muy iguales, con las que se siente que se comparte mucho más que situaciones y complicidades”. ¿Creencia popular? Sólo quien experimenta esta relación es capaz de contestarlo. Respuesta que a Miguel Barboza le arrebató la pobreza, junto a la posibilidad de crecer acompañado, porque, después de todo “tener un hermano no es un camino de rosas, pero es difícil vivir sin ellos”. Por eso hoy, con poco más de cuatro décadas sobre sus hombros, continúa buscándolo.
“Nacimos el 10 de julio de 1975, en el hospital de Oberá y al poquito tiempo volvimos a Aristóbulo del Valle, donde vivíamos, en extrema pobreza”, contó Miguel a Ko´ ape. Y añadió que “diez o quince días después llegó una familia en un auto, con la que mi padre había dialogado anteriormente, y le dio a mi hermano en adopción”.
Por aquellos días era el jefe del hogar, el hombre de la casa el que decidía, por lo que “mi mamá no tuvo mucha participación”, detalló y añadió que ella “no sabe si el apellido de quienes los fueron a buscar era Krauch, Kurtz o Kenz”.
“Mi mamá dice que no quería darlo, pero al final lo entregó, era una situación muy difícil. El trato fue que lo llevaban y una vez por mes debían llevarlo de visita, pero nunca volvieron, se fueron con la Partida de Nacimiento y nunca más se supo nada”, describió.
Miguel conoció esta historia cuando tenía alrededor de veinte años y en ese mismo instante comenzó su búsqueda. Fue detrás de cuanto dato llegó a sus manos, rastreó en Buenos Aires, también viajó a Brasil en dos oportunidades, estuvo en Posadas mucho tiempo y, por supuesto, “fui al hospital donde nacimos, conseguí el libro de actas, donde figura que los dos salimos del nosocomio, yo como Miguel y él, Raúl”, dijo.
También llegó a sus oídos la historia de una red que se ocupaba de “ubicar” bebés a partir de conexiones con una partera. Pero cuando se presentó en el SAMIC, del plantel de la época ya no había rastros, “una había fallecido, la otra se había ido y a una tercera nadie la conocía, todo se manejaba con absoluto hermetismo”, describió.
También fue al Registro de las Personas, donde buscó por el número de documento, igual que en el padrón electoral, pero no halló rastros de su hermano. Y no dejó pasar oportunidades como “Gente que busca Gente”, que conducía Andrea Politti, en América2.
Actualmente Miguel vive en Luján, provincia de Buenos Aires. Su deseo de encontrar a su hermano está tan presente como el día en que conoció esta parte de su vida. Y en estos tiempos de conexiones, de estar cerca más allá de las distancias, es prácticamente imposible que su historia no llegue a alguien que pueda brindarle datos certeros, por eso dejó a disposición su dirección de E-mail, [email protected], su número de celular, 2323312938, y el Facebook de su hija, Micca Barboza, que colabora con él en esta gran misión.