El padre y la madre tienen igual importancia para un ser humano… De ellos dos obtenemos algo sustancial que hace que estemos vivos.
Si tomamos solamente la parte biológica podemos decir que espermatozoides y óvulos se unen creando una nueva vida, vida que viene cargada de toda la información familiar, llega con todos los dones y heridas de los que vinieron antes, está en nuestro ADN, es nuestra información biológica primordial.
En un nivel más profundo, hay un vínculo indisoluble que nos une a nuestros padres. Siempre van a ser nuestros padres y nosotros sus hijos.
No importa si existe relación, no importa si los conocimos, no importa si están vivos o muertos. Ellos son el origen de nuestra vida, sin ellos no estaríamos acá. En otras palabras: “somos nuestros padres”. Para nuestra conciencia, la madre llega primero, dado que desde la concepción mantenemos una relación muy estrecha con ella. Experimentamos su contacto durante los nueve meses de gestación, ya que la vida de un ser humano comienza mucho antes del parto.
Nuestra madre nos lleva dentro, comparte su sangre con nosotros, sus emociones al igual que sus pensamientos y nos nutre de ella misma. El padre llega más tarde a la conciencia. El conocimiento de él viene después y solamente podemos llegar a nuestro padre a través de la madre. Es ella la que nos abre o no la puerta hacia él.
Uno es de sus padres, es de papá y de mamá en igual medida, aunque no los conozca y la vinculación con ellos es independiente del conocimiento racional.
El vínculo es lo más fuerte que existe, aunque no lo podamos entender con la razón. Las personas que han tomado a sus padres, han tomado la vida, sienten un compromiso consigo mismas y, en consecuencia también con el otro.
Tomar la vida es poder mirar todo tal cual es y hacer algo con lo que nos dieron… aunque a veces pensemos que hubiéramos necesitado más, con la vida basta, es suficiente y podemos hacer mucho si nos hacemos responsables de nosotros mismos.
Por el contrario, los que solamente han recibido sin poder tomar y hacerse cargo de su vida, siguen reclamando a los padres porque siempre les parece insuficiente lo que les fue dado. No importa la edad que tengan… siguen siendo carentes y por eso reclaman. El tema es que nadie nos puede completar, ni darnos lo que no tuvimos, así se genera una cadena de reclamos e insatisfacciones.
Las personas que han tomado a sus padres en igual medida se sienten completas y están capacitadas para integrar todo lo que sucedió entre ellos. Tanto lo bueno como lo malo. Saben que lo tienen TODO y de lo que les falta se ocupan ellos mismos.
Pueden mirar hacia el futuro con toda la fuerza de la vida que poseen de ellos y de todo su sistema familiar. Pueden tomar todo en igual medida, dones y heridas, presencias y ausencias: el padre y la madre. Todo tal cual fue y así recién estando completos pueden mirar a la vida y hacer algo con ella.
Tomar en igual medida al padre y a la madre es poder tomar la vida, ya que con uno solo no basta.
Poder mirar con buenos ojos nuestra historia y darle un lugar en nuestro corazón es ver que lo que viene es mucho más grande que lo fue. Es decir “¡gracias!”, tomo todo tal y cual fue y ahora hago lo mío…
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Patricia Couceiro
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