Ubicada en cercanías del río Uruguay, esta zona atrapa con sus paisajes, sus sabores y su gente, quizá es por ello que muchos “elijen” salir únicamente para estudiar y volver lo más pronto posible con una gran valija de conocimientos y dar a esta región un futuro prometedor. Edgardo Rodríguez es uno de ellos. Obtuvo su título de ingeniero forestal, más tarde el de profesor y hoy comparte su experiencia con jóvenes que, sin dudas, en poco tiempo tendrán otra visión de lo que se puede llegar a hacer en estas tierras.
“Me fui a estudiar a Eldorado siendo muy joven, soy de un nexo rural, mis padres son tabacaleros, se mantienen con lo que producen en la chacra y tuve la posibilidad de capacitarme, me recibí y volví porque no quería quedarme en un conurbano, quería trabajar en mi municipio, pero como no hay una gran industria o empresa forestal en la zona me incliné por la docencia”, confió Rodríguez y añadió que comenzó en 2014, en el Instituto de Enseñanza Agropecuaria (IEA) 9 de este paraje y que siempre fue una linda experiencia.
Aquí “ya no está tan arraigado el monocultivo, se diversificó bastante la producción y, aunque el tabaco continúa siendo la principal fuente de ingreso, porque significa una venta fija y que asegura la obtención de los insumos, también se produce mamón, unos 10 millones de toneladas que se comercializa en la zona para fruta abrillantada y demás derivados, además se vende a empresas como Caroyense y Dulcor; también hay algo de yerba mate, no es tanto, pero cada productor tiene un lotecito pequeño; hay mucho ananá, más de 200 mil kilos que se venden para consumo; además de cuencas lecheras también que elaboran quesos, yogur y derivados; huertas; cerdos, bovinos, Aurora es un municipio bien diversificado”, explicó el ingeniero.
Obviamente esta diversificación amplía el campo de trabajo de la institución educativa, que se enfoca en capacitar a los jóvenes para enfrentar las distintas problemáticas que puedan surgir en el campo, aunque por supuesto fue todo desafío; “me formé como ingeniero, somos muy ‘cuadraditos’, nuestra formación nos hace cerrados, tenemos muy poco trato social, estamos mucho tiempo frente a los libros, mucho más que en contacto con la gente, pero ya en la facultad me gustó enseñar, tanto a los cursos inferiores, como a los compañeros y como ayudante de cátedra, así que cuando tuve oportunidad de entrar en la docencia no me costó y a partir de allí hice la carrera de Profesorado en Educación Técnica”, confesó.
Además, admitió que “hoy el ingeniero no está valorado, las ciencias duras están poco reconocidas y en las empresas sos uno más, así que la docencia es una buena oportunidad de impartir otros pensamientos”, aunque no es sencillo, en general “es muy bajo el porcentaje de chicos que gustan de estudiar, los que uno ve que se esmeran, muchos simplemente vienen porque los padres les exigen o porque se sienten cómodos en la institución pero no leen, no se esfuerzan, se conforman con aprobar con la nota que sea”, apuntó.
En este contexto, remarcó que “hay iniciativa para generar proyectos, pero muchas veces no se genera una idea concreta entonces mostrás un camino y a veces no es lo mejor porque no se incentivan”, aunque en el establecimiento “hubo muchos buenos proyectos en los últimos dos años que se trabajaron en ferias de ciencias, fuimos a Buenos Aires, por ejemplo, y obtuvimos una mención por una ‘Mini huerta evolucionada’, cuya idea es producir hortalizas en los hogares de los grandes centros urbanos, donde no hay espacio, a partir del reciclado, por ejemplo, de una heladera vieja, que se acondiciona, se siembra y se produce allí; también un biodigestor y para la producción apícola, donde uno de los grandes problemas es el proceso de extraer la miel, se afecta mucho la colmena, entonces se está elaborando un sistema para cosechar sin abrirla”, sostuvo el docente.
Conocer, compartir
Mucho se habla sobre la producción de tabaco y los perjuicios que ocasiona, sin embargo el ingeniero opinó que “en la zona uno conoce a toda la gente, hay dos o tres casos de niños que tiene algún problema de salud, pero no es por esta actividad, es cierto que los productos, si no se usan adecuadamente, que es lo que pasa, no se utiliza con los elementos de protección personal o cuando el clima no es adecuado, con mucho sol o lluvia, intoxican. La cosecha es muy crítica, cuando vienen días de lluvia y el tabaco está cortado hay que levantarlo, el mojarse con esa agua intoxica, genera algunos problemas en la piel y más que nada dolores de cabeza, náuseas, mareos y después ya no se puede hacer ese trabajo porque no se resiste”.
Además, remarcó que “hoy por hoy no es la producción que más productos tóxicos está usando, el mamón por ejemplo utiliza muchos, especialmente fungicida y contra los ácaros, los cítricos también, pero sólo se habla de tabaco porque es lo que salió en los medios”.
Capital del Ananá
“Esta zona es conocida como Capital Provincial del Ananá, hace unos siete o diez años había mucha producción pero hubo un problema con un hongo que mató muchas plantaciones, muchos dejaron de trabajar con esta fruta y quienes lo están haciendo hoy deben tener mucho cuidado, buscar suelos que no fueron afectados, partir de plantas madres o plantines sanos, cuando hay un verde intenso es que está afectado, otro síntoma es una gomosis en las hojas”, contó Rodríguez.
E hizo hincapié que una buena alternativa y los que están haciendo muchos es plantar sobre una cama cubierta con plástico negro, de esta forma se esteriliza el suelo, se abona, esto mantiene la humedad y se alejan las malezas.