Si bien en uno el hecho fue fortuito al intentar abrir un tanque que había contenido un inflamable y había sido limpiado previamente, y el otro la consecuencia de un inexplicable abandono en el mantenimiento del edificio escolar, tienen a una explosión en el ámbito escolar como denominador común, pero con consecuencias distintas.
No es mi intención cargar las tintas en cuanto a lo ocurrido en el interior misionero, pero sí advertir en la asociación de ambos hechos de la situación en que se encuentran nuestros docentes y alumnos respecto a ciertos imponderables que infinidad de veces se ignora o soslaya. Claro que la situación es muy diversa en torno a un “accidente” producto del abandono de la educación pública por parte de las autoridades bonaerenses y al otro ocurrido aquí, donde se logró prever consecuencias posibles y se alejó a los alumnos del taller.
En esa semejanza forzada, ambos deberían servir de advertencia para las autoridades educativas de que nadie está exento de estos peligros y que, amén de realizar la mantención necesaria de cada establecimiento –en el primer caso–, debe preverse los otros riesgos a los están expuestos alumnos y maestros, que no siempre son resultado de la negligencia humana. Al menos así parece ser lo ocurrido en San Vicente y que abogo para que quede esclarecido totalmente a la brevedad.
El de Moreno es diferente y encierra otras connotaciones, pero en la similitud debe servir como ejemplo de lo que es obligación evitar aquí con acciones preventivas concretas y precaución.
José C. Dacruz
Posadas (Misiones)