Hace mucho tiempo descubrí a través del movimiento que, cuando sentía tensión corporal, contracturas o algún dolor, al comenzar a moverme con alguna música suave, armónica, me relajaba, me liberaba y me pregunté: “¿de qué?”.
Enseguida se me vino “el deber hacer” con el cual fuimos criados: “tenés que ser ‘alguien’”, me decía mi mamá, que me lo decía con todo el amor. La creencia más sus vivencias, lo que ella había aprendido: “si no estudiás no vas a ser nadie” y eso para mí era igual a castigo.
Así, día a día vamos acumulando nuestras creencias sobre los hombros, cargando mochilas extras, agotando nuestras energías y creatividad.
Toda esa tensión, podemos ir liberándola diariamente a través de movimientos, pero lejos de ser movimientos rápidos como los que estamos acostumbrados en la gimnasia o baile. Usamos movimientos circulares, suaves, lentos, cada vez más lentos que nos van conectando con el placer de nuestro cuerpo flojo, relajado, liviano.
Al entrar en estas sensaciones lentas, suaves, tan contradictorias con el ritmo de vida actual, en primera instancia el cuerpo no entiende lo que ¡pasa!, pero lentamente al ir sintiendo cada músculo, cada articulación hasta dónde puedo girar o moverme, me voy conectando con esa sensación placentera, tomando plena conciencia de lo que estoy haciendo y puedo estar en el aquí ahora, tal y como es, registrando y aprendiendo a sentir.
Desde bebés aprendemos a conocer al mundo a través del cuerpo sólo que cuando vamos creciendo dejamos de tener ese espacio de juego y encuentro con nosotros mismos, donde podemos escucharnos.
Podemos observar nuestra respiración y ver si estamos ansiosos, el tórax se va a expandir o elevar, de a poco ir llevando el aire al abdomen inflando la panza y notarán cómo comenzamos a relajarnos.
Unas preguntas que ayudan: “¿qué tengo que hacer?”, “¿a dónde tengo que ir?”. Seguro las respuestas vendrán: ¡Sólo vivir! Cada uno encontrará su propio ritmo, su forma para volver a la paz de sólo Ser un ser humano finito y a la vez infinito, conectado a todos nuestros hermanos en esta tierra. Que ¡Dios los bendiga!
Colabora
Paula Vogel
Profesora de Educación Física.
Educadora Biocéntrica.
3764-414872