Visitantes de todo el planeta llegan a este trocito de tierra argentina, para disfrutar de algunos días de pesca en medio de la nada, o mejor dicho de la inigualable belleza fueguina.
Todos ellos buscan, en especial, enganchar en medio de serpenteantes ríos a las legendarias “truchas de mar”, de carne rosada y gran porte, raros salmónidos silvestres nacidos tierra adentro que han accedido al agua salada, y a su apetitosa variedad de alimentos, en las anchas desembocaduras, donde los cursos fluviales entran en el Atlántico y viceversa (según se dice, hay sectores donde las mareas “se meten” hasta 35 kilómetros por el cauce del río). Y así, tras alimentarse en la abundancia del mar, regresan o permanecen en su ambiente natural, pero transformadas en monstruos apetecibles por los pescadores.
El alto número de kilómetros de costas aptas para pescar da una idea de las chances que se presentan en la región.
Los pescadores pueden elegir entre el lago Fagnano, con sus afluentes, el río Claro, Milna, Tuerto, Valdéz, además del lago Escondido y otras lagunas, donde es posible sacar con facilidad varias truchas diarias de 3 o 4 kilos. En cambio, quienes busquen piezas mayores deberán apuntar a los ríos del norte de la isla, de la zona del departamento Río Grande, entre ellos el río Menéndez, Grande, Ewan, Chico, Fuego, Irigoyen, Bueno, sólo por citar a los principales.
Las dos opciones se presentan con claridad, pero claro la elección es completamente personal, sólo resta decidirse. ¡Buen viaje!