El centralismo que prometen atacar todas y cada una de las administraciones nacionales en carrera a la Presidencia ya no sólo se deja sentir en la columna vertical de la economía y la política. Ahora abarca instancias impensadas cuyas consecuencias ponen de cabeza a un país que desde siempre comenzó y terminó en la Casa Rosada.
Desde hace dos meses y sin previo aviso, la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA) prohibió el acceso desde los registros provinciales a la base de datos nacional.
En términos más simples: agregó burocracia a un tema en el que la burocracia era ya insoportable. Así las cosas, a las provincias se les hace prácticamente imposible saber de los postulantes de las otras jurisdicciones del país.
El circuito de adopciones cae así en un cuello de botella que complica las chances de miles de chicos que esperan por un hogar y una familia en torno a la cual crecer.
La Nación (Buenos Aires bah) cortó el sistema con lo cual la red de registro deja de ser federal y el centralismo se adjudica para sí mismo el control y análisis de la mayor base de datos sobre posibles adopciones del país atando de pies y manos a los distritos provinciales que, sin embargo, deben seguir subiendo sus datos.
No se reprocha aquí el cumplimiento de premisas básicas y necesarias para que los chicos que llegan a ser adoptados terminen en manos de buenas familias. Lo cuestionable es el cerrojo que acaba de ponerle la Nación a las provincias retrasando aún más las tramitaciones para que quienes quieren adoptar y los que quieran ser adoptados completen el circuito.
Ya desde el vamos ingresar al burocrático sistema de adopciones en el país hace que quienes quieran adoptar lo piensen varias veces.
Otra muestra más de la Argentina pequeña, la que sigue valiéndose del centralismo para tomar decisiones que repercutirán en todas las direcciones. Una señal más de que nada o demasiado poco cambió y que lo poco que cambió sea para peor.