Así fue la historia de Elisabeth Mariela Viera Núñez, Maru para los amigos, una licenciada en Turismo que se animó a dejar “su” Capital Nacional del Té y volar a Portugal, donde encontró un mundo a sus pies.
En 2015 Maru obtuvo su título en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y durante el año siguiente se desempeñó en el área de Turismo de Campo Viera, mientras ansiaba en su corazón conocer Europa, encontrar un destino que le permitiera crecer profesionalmente y hacerse de experiencias. El que su capacidad económica no acompañe su deseo no la detuvo, al contrario, trabajó fuerte, la venta de ropa y otros productos, fue su aliada y pudo ahorrar.
A través de Facebook encontró la noticia sobre la visa Working Holiday Portugal y posó su mirada en ella. Muchas fueron las aventuras que vivió para obtenerla, nada exentas de peligro. “Durante el transcurso del trámite viajé a Buenos Aires, a la Embajada, donde tenía turno, y el taxista que me llevaba hasta allí me robó todo el dinero con que contaba, 3 mil pesos, que eran para pagar la documentación y tuve que volver, conocí gente en la embajada que me pagó el taxi, por suerte que tenía pasaje ida y vuelta, y una persona divina, Romina Orosco, me ayudó muchísimo, fue a ella a quien le envié luego el dinero, estaba haciendo la misma gestión, y tuvo el gesto de ayudarme y hacer el trámite, es que cuando el universo conspira a tu favor no hay nada que hacer, siempre dicen que llamás a las personas con tus mismas energías y yo siempre cargada de positivismo tuve el placer de conocer personas muy cálidas”, recordó Maru.
Y añadió que “salí de Misiones el 5 de febrero, el 6 me embarqué desde Foz de Iguazú, me costó un montón despedirme de mi familia, vendí todas mis cosas, absolutamente todo, tenía una casa amoblada, todo lo que puede tener una mujer independiente que trabaja todos los días, vivía sola; llegué a Lisboa, a un hostel, donde tenía reserva por una semana, sin rumbo totalmente, fue un cambio rotundo, salí de Misiones con 48°C y llegué acá en pleno invierno, sin conocer nada y con nada más que una mochila, fue una experiencia y está siendo una experiencia muy loca y divertida, que me está haciendo crecer un montón. Conocí a una mujer divina, Silvania Rodrígues, una brasilera de Minas Gerais que reside aquí hace doce años, que estaba pasando por un mal momento con su marido, quien estaba internado en un hospital cercano y fue como que nos apoyamos mutuamente, ella estaba sola y yo recién llegada, sin saber qué trabajo iba a realizar, qué me esperaba en Europa, en Lisboa, Portugal”.
Seguir el instinto
Silvania fue quien motivó a Maru a instalarse en el sur del país, en la región de Algarve, “rodeada de playas, un lugar increíble, muy bonito y la más turística de Portugal, por lo que hay mucho trabajo, por ello no pasó ni un mes y conseguí trabajo con contrato por un año y, lo más espectacular que me pudo haber pasado, dentro de la rama del turismo, era lo que siempre soñaba en Argentina, trabajar en un restaurante para practicar varios idiomas, se sirve comida mediterránea, además, el mismo dueño abrió otro local, italiano, así estoy trabajando en los dos, hablando inglés, entendiendo el francés, hablando todo el tiempo en portugués, algunas veces español, adoro estar acá, servir a las personas, reír, que me cuenten de Argentina”, confesó la misionera.
Además, mencionó que esta brasilera le abrió las puertas de su hogar, donde se encuentra a gusto, “ no me faltan lugares para comer, dormir, donde estar bien, aunque no fue nada fácil, no fue fácil dejar Argentina, tampoco conocer Portugal, porque no todo lo que brilla es oro, me crucé con gente con energía positiva, amable, humana; también con la otra parte, la fea, pero gracias a la educación que recibí de mi madre la supe llevar, hasta el día de hoy la estoy pasando increíble, espero continuar creciendo, conseguir otros trabajos, otras experiencias, estoy feliz, muy feliz”.
“Todavía no conocí todo lo que quiero de Portugal, tampoco Europa, porque estoy trabajando a full, de lunes a sábado, tengo franco los domingos, pero el tiempo que tengo libre lo aprovecho para viajar, me está gustando un montón la parte sur del país”, sostuvo.
Aunque no dejó de lado la posibilidad de “volver a Argentina con más experiencias para implementar por allá, con más crecimiento profesional, cuando empecé a trabajar en el restaurante no sabía cómo abrir una botella de vino, conocí a un jefe portugués italiano que es una persona humana increíble, me dio la oportunidad de trabajar sin saber, mi jefa de sala es una señora francesa que me enseñó absolutamente todo, desde montar una mesa, cómo presentar al cliente, esa es una gran satisfacción, además gano como para ahorrar, lo estoy haciendo, para en octubre, cuando salgo de vacaciones, visitar mi país o conocer un poco más de Europa”.
“En cuanto a los portugueses, más en esta parte sur, son un poquito más cerrados, tienen un carácter un poco fuerte, pero son muy sociables, personas que por ahí no te van a dar el saludo pero si ven que necesitás ayuda van a estar en la puerta de tu casa, son gente muy amistosa, aunque no tanto como los argentinos”, describió la licenciada en Turismo que incluso ya se animó a conducir en Portugal, pues tanto su amiga Silvania como su jefe tienen la confianza de prestarle sus automóviles, a pesar de los pocos meses que lleva allí, es que, como dijo Maru, “cuando el universo conspira a tu favor, nada, absolutamente nada que se interponga será una barrera”.
“Estoy muy feliz, todo se lo debo a mi madre y a mi querida universidad, donde me formé y que me abrió la mente para salir de Argentina. Espero seguir creciendo, conocer otros lugares, hasta no cumplir con todos los objetivos no voy a dejar Portugal, espero que todo se esté alineando para bien, para en algún momento volver a Argentina, pero con todo”, finalizó Elisabeth Mariela Viera Núñez.