Su nombre es Viviana Barr y reside en la capital provincial, quienes la ven se quedan cautivados por su increíble cabellera rubia, que está por tocar el suelo.
Para ella representa un “escudo de protección sin el cual me siento desnuda, es muy importante mi cabello en mi vida”.
No es para menos, la rubia no sólo lo luce con orgullo sino que se esmera por mantenerlo hermoso, incluso ha creado un “ritual” para darle el cuidado que necesita: lo cepilla antes de dormir y antes de lavarlo, utiliza shampoo y acondicionador neutro y lo enjuaga con té de manzanilla. No usa tinturas, tampoco secador ni planchita.
Viviana asegura que no busca batir ningún récord, lo hace porque “es mi forma de vivir, disfruto de mi cabello y me encanta cuidarlo”.
Aunque a principios de los 90′ esta rubia de 1.60 de estatura, estuvo a centímetros de convertirse en recordista. En esa oportunidad fue convocada por los humoristas Pablo y Pachu, del programa Videomatch de Marcelo Tinelli. Sin embargo, la ganadora fue una brasilera “a la que le plancharon el pelo”.
Volviendo atrás, la tendencia de dejarlo crecer comenzó cuando era una adolescente, con 16 o 17 años, decidió que su pelo sería largo. “Ya a esa edad tenía conciencia de cómo cuidarlo y trataba de cortarlo cada dos meses, sólo las puntas”.
Con 25 años su cabellera llamaba la atención y fue entonces que dejó de ir a la peluquería “porque tuve una mala experiencia”.
Recuerda que le pidió a la peluquera que le cortara las puntas y mientras lo hacía “le contaba a su amiga que había peleado con el novio. Cuando terminó me había dejado el cabello por arriba del hombro, fue tanta la desilusión que ahora me lo corto sola, sólo unos centímetros”.
Actualmente su pelo tiene 1,45 de largo. Y cuando se le pregunta si quiere venderlo ella responde, rotundamente: “no”. Y no es que le falten ofertas, incluso a nivel internacional. “Una vez unos mexicanos quisieron comprarlo, porque es notorio el color rubio, natural”.
Entre los inconvenientes de tener tremenda cabellera, la rubia de profesión bromatóloga nacional, explicó que en más de una circunstancia le sugirieron tener cuidado en el laboratorio. Pero ella siempre se las ingenia para proteger su amado cabello: “un rodete y me transformó en Marge Simpson”. Porque mientras se pueda “lo voy a usar largo y suelto”.
La profesional además tiene formación en educación preescolar y asegura que el largo del pelo le sirve para “sociabilizar con los niños”, quienes la comparan con la princesa de Walt Disney. “Es muy gracioso porque cuando pasa el trasporte escolar los chicos me saludan: ‘¡chau Rapunzel!’”.
Por
Susana Breska Sisterna
[email protected]
Producción fotográfica: Miguel Ángel Colman