Ha sido comprobado que nuestro cerebro es capaz de percibir sólo el inicio y el final de alguna “cosa”; sea proceso, publicidades, películas… Necesitamos darle un cierre a lo que percibimos así que es automática en la percepción la figura cierre.
Si aplicamos este principio a nuestras relaciones notamos que en definitiva lo que vamos a recordar es cómo conocimos a alguien y cómo nos separamos. No importa lo que haya pasado en el medio porque no tenemos la capacidad inconsciente de focalizar en esto.
El desafío para cerrar historias y salir vivos de ellas consiste en que seamos capaces de entrenar nuestra percepción consciente para registrar no solo el principio y el fin de algo sino también lo que ha sucedido en el medio. En el medio resulta interesante encontrarse con datos e información que pasaban desapercibidos, tales como, por ejemplo, que a veces nosotros también hemos hecho mucho por destrozar un vínculo o forzarlo.
Al tomar consciencia de que como parte del proceso fuimos partícipes y co-creadores nos empezamos a correr lentamente del papel de la víctima y logramos darle un cierre objetivo a nuestras peores relaciones. Es que incluso las peores dejan invaluables aprendizajes si somos capaces de entrenar la mente en búsqueda de esas perlas que pasaran desapercibidas mientras nuestro cerebro solo insista en focalizar el principio y el fin.
Un buen ejercicio es tratar de recordar anécdotas, vivencias y experiencias que hayan sucedido en el medio de todas las cosas. Recordar no daña. Recordar nos invita a abrir de nuevo historias cerradas y comprender el proceso y la distancia que hubo entre el inicio y el final.
Recordar nos va a permitir traer información que dejamos relegada al campo del olvido por temor a ser heridos por nuestra propia memoria y armar un rompecabezas que mientras siga incompleto no me permitirá sanar la historia.
Completar ese rompecabezas con las piezas que faltan es lo que en verdad me hará libre del sufrimiento de una historia, porque comprenderé, con todas las piezas sobre la mesa, que yo no he sido la victima de nada, sino un copartícipe y cocreador de todo.
Colabora
Patricia Mendez
Biodecodificación
y PNL
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