En los años ’70, Ivonne Millerand empleaba la expresión arquitectura postural al explicarnos que “hacer” una postura de Hatha Yoga es instalarse en una posición no habitual, sobre una base o polígono de sustentación en la que una parte del cuerpo se fija o inmoviliza sobre un punto de anclaje o eje, desde el cual la otra parte del cuerpo se desplaza y extiende y en cuya curva de alargamiento se halla el punto móvil. Cuanto mayor sea la distancia lograda entre éste y el punto fijo, mayor flexibilidad obtiene el practicante.Autores posteriores también señalan elementos fundamentales en la arquitectura de una postura de Hatha Yoga: la simetría o asimetría, los ejes posturales, la geometría, la resistencia, el centro de gravedad del cuerpo, la estática, la dinámica del segmento móvil, el equilibrio, la compensación, la contrapostura, la coordinación, las rotaciones y el punto raíz, entre otros, así como el concepto de alineación postural en procura de la armonía estructural. Y todos se refieren al posicionamiento de los diferentes bloques corporales: cabeza, tórax, pelvis y miembros superiores e inferiores en relación con la columna vertebral, aplicando la sensopercepción.Como sabemos, uno de los propósitos de la práctica del Hatha Yoga entre nosotros es tomar conciencia de la conexión mente-cuerpo, para modificar hábitos posturales inadecuados que influyen mucho en nuestros estados psicofisiológicos, con lo cual ya estamos hablando de higiene postural. Y aquí nuestra Arquitectura Corporal presenta dos claros niveles a trabajar: el nivel interior, referido a respiración, relajación, sincronización, lateralidad y energía o prana; y el nivel exterior o estructura de sostén constituida por huesos, músculos, tendones, ligamentos y articulaciones, que requiere estabilidad, solidez, fuerza y flexibilidad. Ambos niveles se armonizan en el Yoga, lo que también facilita la concentración, la conciencia del Ser y la meditación.Miriam Hamui es arquitecta y también maestra de Yoga. Ella se apasionó con la experiencia inefable de habitar un espacio y, a través del Yoga, la ha extrapolado hacia la vivencia de habitar el espacio del cuerpo: del mismo modo que la experiencia directa del morador vitaliza la Arquitectura, el Ser debe estar presente como testigo silencioso durante la práctica de Yoga para darle sentido. Y en esta vivencia se inspiró para escribir su libro: Yoga y Arquitectura: El Arte de Morar.También Leonardo Favela es arquitecto y, según sus palabras, “remodelado por el Yoga”. Es Profesor de Hatha Yoga formado en la India, enseña con gran cuidado el alineamiento corporal, enfatiza la apertura del corazón como fundamento de la práctica y considera al Yoga como la herramienta para alinear la integridad del alma con su expresión física. (Y… ya decía Le Corbusier: “La arquitectura es arte en su sentido más elevado, es orden matemático, es armonía completa gracias a la exacta proporción de todas sus relaciones”).Recordemos al maestro Iyengar expresando que el cuerpo humano es en sí mismo un universo en miniatura; que por su propia naturaleza se halla indisolublemente asociado a leyes universales y la práctica del Hatha Yoga descubre su gracia e inteligencia y lo transporta con la mente al nivel del Sí Mismo, como sabiduría en acción. Es lo que enseñaba el Sabio Patanjali: “la postura firme y agradable equilibra la mente”.Ya en nuestros días, el fotógrafo y practicante Michael O’Neill brindó un hermoso tributo fotográfico a nuestra ancestral disciplina en su libro: Acerca del Yoga: la Arquitectura de la Paz.Y es paz y armonía lo que venimos a vivenciar en la clase de Yoga, sobre la colchoneta, en la hora del ahora. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]. 4430623
Discussion about this post