La publicación del Decreto 812/2025, firmado por el presidente Javier Milei y difundido el lunes 18 de noviembre en el Boletín Oficial, detonó una fuerte reacción en el sector yerbatero. La norma reconfigura de manera drástica el rol del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), al prohibirle intervenir en el mercado, fijar precios, establecer cupos o aplicar regulaciones que puedan incidir en la oferta y la demanda. La medida, que forma parte del plan oficial de “modernización del Estado”, deroga diez artículos del decreto fundacional del organismo y ordena revisar -y eventualmente eliminar- toda norma interna que limite la iniciativa privada.

Con este cambio, el INYM queda reducido a funciones de promoción y control de calidad, mientras la dinámica comercial queda entregada por completo al libre mercado. Fue en este contexto que dialogó con FM 89.3 Santa María de las Misiones el productor yerbatero y exdirector del Instituto, Jonas Petterson, quien analizó el impacto inmediato, los riesgos que advierte para la actividad y explicó que la medida la deja “en manos del mercado” y sin mecanismos para garantizar valores justos ni plazos razonables de pago.
“Hoy la actividad yerbatera está a la buena de Dios”, resumió y señaló que la decisión del Gobierno también implica que los productores deberán vender al precio que “al mercado se le ocurra pagar”, lo que ya se tradujo en caída del valor de la materia prima, cheques a largo plazo y documentos sin fondo. Aseguró además que la situación actual es una profundización de los últimos dos años y vinculó el escenario a la falta de herramientas para regular la oferta y la demanda.
“La verdad es que lamentablemente tenemos que decir también que esto no es ya solamente culpa de Javier Milei, sino también es culpa de la gente que decidió esto. Porque si nosotros venimos hace dos años en esta situación tan crítica y tan difícil, y volvemos a avalar a este Gobierno -digo ‘volvemos’ generalizando, porque no es mi caso- le estamos diciendo al Presidente que queremos más de esto. Y bueno, esto que sucede hoy es más de lo que ya nos venía sucediendo en estos dos últimos años, y el resultado está a la vista”, agregó.
El exdirector del INYM planteó que la medida podría significar “el trámite previo para que se mueran los productores”, al perderse la capacidad de sostener la actividad en condiciones mínimas de equilibrio económico. “Hay muchos que quizá no lleguen a ver una eventual restitución del Instituto siendo parte de la actividad”, advirtió.
El productor recordó que durante más de veinte años, con el organismo en funcionamiento, los precios de la yerba mate “siempre fueron mejora tras mejora”, ya fuese por acuerdos o laudos. En contraste, afirmó que la desregulación provocará un escenario de “caos” similar al de los años 90, cuando desapareció la CRYM y se generó una de las crisis más profundas del sector.
Y remarcó que “hoy, más allá de todo lo que venimos aguantando con la inflación, con el incremento del combustible… Que no me digan a mí que no hay inflación y que no aumentó el combustible. Venimos de pagar 350 pesos y hoy aparentemente vamos a llegar a 1.900. Así que que no me digan que no aumentaron las cosas. Antes todas estas cuestiones se ponían en tela de juicio a la hora de definir un precio. Entonces se mantenía ese equilibrio necesario, en mayor o menor medida, para tener un precio digno para el productor. A veces considerábamos que era más digno, a veces que no tanto, pero había una herramienta que lo regulaba y que establecía las reglas del juego”.
En cuanto a qué función pasaría a cumplir el instituto a partir de ahora, lo resumió a un “instituto de promoción de la yerba mate únicamente, no le veo otras funciones que le queden. Imagínense que en el decreto dice que el instituto pasará a ser de promoción y control de calidad, pero a su vez le dicen al INYM que elimina el calendario de cosecha. ¿Qué calidad puede salir si cosechamos en la época de brotación a la yerba mate?“.
Respecto a las reacciones, Petterson describió un panorama dividido: algunos productores históricamente ligados a la lucha yerbatera están “desanimados y frustrados”, mientras que otros -tanto de generaciones nuevas como antiguas- continúan apoyando el modelo de libre mercado. “Increíblemente lo siguen aplaudiendo”, expresó.
También señaló que las empresas con mayor poder económico “ya tienen de rehén” a las firmas que impulsaron la desregulación, y que la desaparición de herramientas regulatorias agravará la situación en pueblos que ya exhiben comercios paralizados, productores que no pueden limpiar sus yerbales y trabajadores rurales sin changas.
Para Petterson, la salida requiere “hacer docencia”, volver a reconstruir el conocimiento histórico del sector y fortalecer la defensa de la regulación. “La regulación es la única salida para nuestra actividad. El libre mercado nos va a llevar puestos”, afirmó.




