Como cada año, el 13 de febrero, Ramón Campos estuvo en el municipio para visitar la tumba de su padre, don Guillermo Campos. Ese día se recuerda el nacimiento del fundador del pueblo y él aprovechó la oportunidad para reclamar la falta de atención a la memoria de los pioneros.
“En la fecha de su cumpleaños vine a recordar a mi papá, el primer poblador de San Vicente. Me parece que se debe enseñar más a los niños sobre los que hicieron grande a esta ciudad y cómo lo hicieron, ya que arriesgaron sus vidas por este municipio”.
Ramón Campos no fue el primer niño en nacer en esta ciudad, en lo que hoy es San Vicente, pero por ser hijo del primer poblador de “El Cruce”, representa ese legado. Está radicado en Posadas, alejado de las calles y montes que lo vieron llegar a este mundo, crecer y hacerse hombre. Pero cada vez que viene reclama la falta de atención a los pioneros. “Hay muchos que todavía viven y no son tenidos en cuenta por la sociedad. Y hay mucho por aprender de ellos”, aseguró.
Se siente un poco excluido y después de grande tuvo que emigrar para poder tener una vida plena. Pero no reniega de sus orígenes y busca darse una escapada cuando puede. “Este San Vicente sí que crece, mi padre (Guillermo) siempre decía que esta tenía que ser una ciudad importante de Misiones y luego de muchos años veo que lo es”, agregó.
Cuando recuerda a su padre dice que siempre soñó con algo grande para la Capital de la Madera.
Pero no lo vio concretarse porque murió el 23 de junio de 1971. “Tenía cuatro años y papá me mandó a la escuela a estudiar. En ese entonces no sabía qué pasaba, pero cuando crecí él me contó que para crear la escuela necesitaban siete alumnos, y había seis, Yo fui el séptimo. Así pensaba él”, contó.
“Acá hay muchas personas que todavía viven y que vinieron cuando esto era monte. Ellas tienen mucho para contar de la verdadera historia de San Vicente, cómo llegaron, qué había y qué hizo cada uno para la localidad”.
Don Guillermo Campos nació el 13 de febrero de 1894, posiblemente en Santa Ana, y murió a los 77 años, en San Vicente, pueblo que vio nacer y crecer, ya que fue el primero que se afincó en “El Cruce” de la ruta nacional 14 y la provincial 13, que iba a El Soberbio. Llego allá por la segunda década del 40 para dedicarse a la agricultura. Primero en la zona del kilómetro 44 actual de la ruta 13. Pero luego se estableció en el cruce de esa ruta y la 14. Actual centro de San Vicente. Allí se dedicó a la cosecha de yerba mate silvestre. Para su trabajo contrató a un grupo de aborígenes que conocían el monte.
La imagen del pionero de San Vicente que todos conocen es del hombre cojo, sin la pierna derecha. Su hijo recuerda que su padre relataba como perdió esa extremidad. “Me contaba que estaba trabajando en el monte, cosechando yerba mate silvestre con los aborígenes y se sentó en el tronco de un árbol caído. Una víbora le mordió la pierna. Los trabajadores lo rescataron y llevaron hasta la casa. Allí estuvo tres días muy mal hasta que llegó el camión que venía a buscar la yerba y lo llevó a Oberá. Allá los médicos le salvaron la vida. Después de eso se dedicó a atender un bar o un comercio que hizo en su casa junto a mi madre, doña Iracema Prates”.
Ramón Campos busca que su padre y todos los pioneros de San Vicente tengan un reconocimiento y que sus legados sean enseñados en las escuelas. “Sueño que mi padre tenga una estatua o algún tipo de monumento y que los chicos, cuando lo miren pregunten por qué o quiénes son esas personas. Que la gente grande sepa quién fue mi padre y quiénes fueron los pioneros que echaron árboles con hacha para que surja esta ciudad. Creo que se debería enseñar eso en las escuelas”.