SAN JAVIER (enviado especial). El Cerro Monje sigue siendo el clásico sitio para profesar la fe cristiana, hasta donde miles de misioneros llegan para cumplir con sus promesas y dejar sus oraciones durante la Semana Santa.Ayer la tradición religiosa se volvió a repetir, con matices distintos a los últimos años: a simple vista el número de ciclistas fue menor y quizá también hubo menos colectivos que transportaron a los feligreses. De todas maneras hasta el Cerro llegaron miles de personas que participaron del Vía Crucis que recordó la Pasión y Muerte de Jesús, que se realizó a las 11 y que fue presidido por el obispo de la Diócesis de Oberá, Damián Santiago Bitar y representado por integrantes de la parroquia San Francisco Javier. La lluvia que se registró el jueves compactó el camino. De manera que se pudo llegar hasta la cima del cerro con cualquier vehículo y sin ninguna dificultad. Como una foto que se repite, los feligreses comenzaron a llegar en las primeras horas del jueves y acamparon en el lugar. En tanto que otro número importante proveniente de distintos municipios de la provincia arribó ayer a la mañana al cerro a bordo de colectivos, motos y vehículos particulares. Como un rito que eligen muchos para cumplir sus promesas al llegar al lugar se dirigen directamente a la cruz mayor donde encienden velas y de rodillas dejan sus plegarias y agradecimiento.El obispo Bitar, antes de que comenzara la ceremonia en la que se realiza la representación de la Pasión y Muerte de Jesús y culmina con la adoración de la cruz, tomó contacto con varios fieles para pedir la bendición de Dios.“En el corazón de la Semana Santa les dejo, y de modo especial pienso en los jóvenes peregrinos que aquí se encuentran presentes, tres consignas: mirar a Jesús y dejarse mirar por él. De esta manera encontraremos el rumbo y la paz”. Añadió: “Escuchar a Jesús en un momento donde sobran palabras y opiniones, pero cada vez estamos más confundidos y sin saber para dónde disparar. Él nos ofrece la verdad que nos hace libre”.Como último punto de lo que denominó consignas, Bitar invitó a la multitud que se encontraba en el Cerro Monje “a abrirle de par en par las puertas del corazón a Jesús, que es la vida”.A cumplir una promesaDaniel Fagundez y su esposa, desde Campo Viera llegaron hasta el lugar para cortarle el cabello a su hija de siete años y dejar depositado al pie de la cruz mayor, para cumplir una promesa. Lourdes Milagro tiene ahora siete años, pero nació seismesina, y estuvo 46 días internada en neonatología del Hospital de Oberá. Debido a los riesgos de vida que ello representa, sus padres hicieron una promesa: “Pedimos a Dios para que ella creciera sana, y la promesa fue cortarle el pelo acá en el Cerro y hoy cumplimos”, apuntaron.
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