Paramos en un pequeño bosque de castaños y pinos perfumados. No sabía por dónde pisar sin lastimar las flores, los pequeños arbustos de flores violetas, amarillas. Mirara hacia donde mirara, la vida se mostraba en su abundancia, algunas zonas más oscuras por las sombras de los árboles, otras plenas de sol.Los tramos de la ruta por momentos son rectos, la mayoría en zigzag.Hay partes donde el camino se transforma en teatro, y se puede ver como el viento baila con los árboles y dejan ver entre bambalinas el enjambre de celestiales luces multicolores.Lo que no puedo describir con palabras, es lo que sentí al llegar a la cima de los acantilados y ver la estela blanca que tiene la puerta dimensional con sus guardianes y mensajeros celestiales.De las que conozco es la más limpia, la más cuidada que he visitado.Estos sitios sagrados, naturales, ancestrales, no tienen dueños dogmáticos, nos pertenecen a todos.No hay un ritual específico para agradecer el poder estar allí.Te propongoSi quieres puedes ir con la imaginación a San Andrés de Teixido y hacer estos ejerciciosPrimero ubicas en tu mente los acantilados de San Andrés de Teixido, los visualizas como un altar mirando al mar.Estás parado a lo lejos y comienzas a subir por un camino, busca en tu memoria lo que grabaste de la lectura. Los espacios claros y oscuros del bosque, representan los espacios claros y oscuros de tu vida, no te detengas a ver lo que ilumina la zona de luz ni buscar que hay en lo oscuro, solo observara estas sombras y luces, y recuerda si no hay oscuridad no se puede reflejar la luz.Continúa avanzando imagina que la noche llega y no sabes cómo seguir, levanta la vista al cielo y observa una estela blancuzca en el cielo. Continua caminado y cada tanto levanta la vista para seguir el curso de la estela blanca, el camino del cielo, ella representa en tu vida la protección celestial, por más que te pierdas en algunos momentos por la oscuridad, solo tienes que mirar el cielo y encontraras guía, como la encontraron nuestros antepasados. Por más que no veas lo que te rodea no te olvides que estás recorriendo sendas sinuosas, tienes que mantener el equilibrio, el equilibrio en tu vida por más oscuridad que estés pasando en este momento.Llega el amanecer, el sol, la luz, busca el Este, por donde nace el sol, el representa lo que nace cada día en tu vida, lo nuevo, el hoy, el comienzo. El calor.Mira hacia atrás y observa el tramo que has hecho, es el pasado, solo observa, no juzgues. Y continúa subiendo, a tu lado hay colinas verdes ondulantes, precipitadas, pastos, arboles verdes, es la vida en abundancia, fuertes troncos marrones con copas frondosas. Hay armonía.Y llegas a la cima, observa hacia lo lejos y verás el encuentro de los abuelos, los dos océanos, con todo lo que traen cada uno de sus tierras, de sus grandes o pequeños ríos, ellos reciben amorosamente sus aguas, sus emociones, sus secretos.Coloca tu mano izquierda en tu ombligo, donde quedó la huella del cordón que te unió a tu madre en el vientre, el que te alimentó en un lecho de agua y extiende la mano derecha al cielo.Deja que tus pensamientos terrenales, lo que fue y no tiene vida ahora, se desprenda como se desprendió tu cordón umbilical de tu cuerpo cuando respiraste por tus propios medios.Siente cómo entra el aire en tu vientre y cómo sale, te unes a la respiración de los abuelos, el subir y bajar de las olas. Deja que tu ángel de la guarda entregue tus pedidos a los mensajeros.Termina con una oración de gratitud. ¡Hasta la próxima semana!Paz y BienColabora: María Benetti MeiriñoAutora de libros y guía para meditación. [email protected]<a href="www.mariabenettimeirino.com">www.mariabenettimeirino.com</a>
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