Monseñor Damián Bitar, titular de la Diócesis de Oberá, aseguró además que los adictos necesitan que la sociedad los mire y ampare. Destacó la incautación de drogas. Mediante una carta abierta, acompañado por el Equipo Diocesano de Pastoral de Adicciones, el obispo de la diócesis obereña, Damián Bitar, se refirió al narcotráfico y las consecuencias de las drogas en la población. Es porque hoy, 26 de junio, se recuerda el Día Internacional de Lucha contra la Drogadicción.
El representante de la Iglesia católica en la Zona Centro de Misiones, ha sido una de las pocas voces eclesiásticas que se levantaron de manera constante en su comunidad para advertir el daño que la acción narco deja especialmente en la juventud.
En la misiva que remitió a PRIMERA EDICIÓN, Bitar advirtió que Hoy el mundo se enfrenta a uno de los mayores flagelos que se haya registrado en la historia de la humanidad: el narcotráfico y el consumo indebido de drogas. Argentina y nuestra provincia no son ajenas a este fenómeno, que bien puede denominarse epidemia, tanto por el aumento exponencial de consumidores, como también por el entorno del adicto, principalmente la familia, célula básica de la sociedad, lamentablemente cada vez más herida y debilitada por múltiples factores culturales, económicos y espirituales.
En otro párrafo, el Obispo destacó el accionar de las fuerzas para secuestrar droga. Es esperanzador saber que el Estado nacional y el provincial, a través de las fuerzas de seguridad, están librando con más firmeza la lucha contra el narcotráfico a fin de desarticular las redes mafiosas que conducen, a la muerte física, psíquica y espiritual de numerosos jóvenes y adultos. Es evidente que la gran incautación de estupefacientes en estos dos últimos años, pone de manifiesto el submundo de personas implicadas y atrapadas por la idolatría del dinero que corrompe a hombres y mujeres de toda clase y condición, incluidos algunos funcionarios de la política, de la Justicia, y de las mismas fuerzas de seguridad.
Afirmamos una vez más que la droga sumerge a las personas en las aguas turbulentas de un futuro incierto y desesperanzador. Es como un rayo que cae en una noche tormentosa del alma
vacía de afecto, de horizontes, de proyectos, analizó Bitar.
En ese sentido dijo que No caben dudas que es necesario redoblar esfuerzos para combatir las redes de los traficantes. Pero recordando siempre que el centro del problema es la persona y sus vínculos. Si no se tienen motivos para vivir, o se carece de un proyecto de vida, la droga aparecerá como el falso remedio que tarde o temprano conduce al abismo
Es tarea de todos recibir, escuchar y abrazar al adicto. Ellos necesitan que la sociedad los mire y ampare. No que legitimemos o criminalicemos su conducta.
En un llamado a la comunidad, monseñor Bitar afirmó que la lucha contra la droga se gana sobre todo con afecto, inclusión, educación, trabajo y prevención; creando redes de contención entre las escuelas, las iglesias, los clubes, los centros barriales, y otras instituciones o grupos dedicados al servicio del prójimo y al fortalecimiento de la familia.
Y pidió que el Señor nos conceda misericordia para cuidar y acompañar toda vida, especialmente de los más pequeños y humildes, sabiduría para reconocer donde se filtra el enemigo y valentía para la denuncia y la lucha contra los mercaderes de la muerte.
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