Unos zapatos, un cinto, llaves y llaveros estaban en el cuerpo hallado el pasado 17 de mayo al sur de la avenida Cocomarola. Los hijos de Manuel Ifrán reconocieron las prendas ante la Justicia. Resta la confirmación de los resultados de ADN que, se prevé, se conozcan antes de fines de julio.El 17 de mayo pasado un topógrafo que trabaja para una empresa constructora avisó a la Policía acerca de un cuerpo que se encontraba en un lugar de malezas al fondo de la avenida Cocomarola y a unos 100 metros del arroyo El Zaimán.
Las primeras conjeturas que se tejieron decían que podían tratarse de los restos de Manuel Ifrán (73), el jubilado que salió de su casa del barrio Mini City el 12 de abril de 2017, donde nunca regresó.
El último jueves, sus hijos fueron convocados por el Juzgado de Instrucción 2, a cargo del doctor César Yaya, para que pudieran reconocer las prendas y pertenencias que llevaba esa persona.
Los zapatos, el llavero y la inscripción de un pantalón fueron tomados como indicios fidedignos acerca de que se trataba de lo que llevaba puesto el padre esa madrugada, cuando se fue acompañado de su perra Laly.
Si bien quieren esperar a que se conozca el resultado de ADN, María de los Ángeles Ifrán, una de las hijas, siente que se trata de su papá, de Don Manuel.
Horas después de haber tenido la confirmación visual de las ropas, la mujer dialogó con PRIMERA EDICIÓN y contó que, si bien se trató de un trámite judicial, le dejó una sensación de cierre del círculo de búsqueda.
A medida que la secretaria del Juzgado abría los sobres para mostrarnos los elementos, me di cuenta que había cosas muy puntuales que decían que se trataba de pertenencias que eran de mi padre. Por ejemplo, el zapato de marca Zurich, que era de mi hermano. El cinto que nos exhibieron también era el que usaba mi hermano y se lo habíamos regalado nosotros. Mi hermano Manuel y yo éramos los que vivíamos con mi papá, con la mirada nos entendimos y supimos que se trataba de él.
También había un llavero, con dos llaves, y una medallita de Itatí. Y otro más de forma rectangular. Un mes antes que desapareciera, su hijo le había escrito en este último la dirección y un número de teléfono. Le recomendaron que lo mirara si no recordaba hacia dónde tenía que ir.
Si bien Ifrán no llegó a ser diagnosticado con Alzheimer, los síntomas que presentaba daban a entender a su familia que se trataba de esa enfermedad. Ya tenía turno para que lo viera el médico, confirmar lo que tenía y empezar con el tratamiento, pero en ese interín fue cuando se le perdió el rastro, dijo su hija.
Semanas atrás el juez nos informó del detalle de las prendas que se habían encontrado. Yo en mi corazón sentí que era mi papá, agregó María, quien relató que al otro día fueron a hablar con el magistrado. Querían ver las ropas y los objetos, pero les recomendó que tengan cautela, porque de nada servía que esos elementos fueran similares a los que usaba Ifrán, si después el estudio de ADN decía lo contrario. Hay que esperar, sintetizó.
Cuando fueron llamados para realizar el hisopado para la toma de muestras, dialogaron con la genetista forense, quien les advirtió que de las muestras de las prendas, estas podían tener mucho, poco o nada para cotejar el ADN, porque el cuerpo estuvo en el suelo, a la intemperie y donde hubo un bañado. Lo positivo era al menos haber hallado la dentadura. Hablaron con el mecánico dental pero éste no tenía registros de sus trabajos. Sin embargo, dijo que podía reconocer una pieza fabricada por él.
La genetista nos informó que en dos meses podía haber un primer informe acerca de si se tratan de los restos de mi papá. Si da resultado positivo, recién ahí procederían a entregarnos los restos. Mi mamá falleció dos meses después de su desaparición y nosotros la cremamos. En caso que los restos sean de mi papá aún no hemos hablado qué es lo que vamos a hacer, contó.
Sobre la relación entre sus padres, María aseguró que se tenían un amor muy lindo, solían cantarse el uno al otro. Hay una canción que se llama Nuestro juramento, la cual dice: si yo muero primero, es tu promesa…, es algo de lo que ellos siempre hablaban. María es creyente y recordó que días atrás, hablando con su hija, le hizo dar cuenta lo que bueno es Dios ante todo lo que nos pasa, porque de cierta forma ninguno de mis padres tuvo que ver la partida y el doloroso adiós del uno al otro. No es lo mejor, pero es lo que nos ha tocado, dijo resignada.
Con mi hermano Manuel tenemos la corazonada que se trata de nuestro papá. Después de tanto tiempo de búsqueda se aferran a las evidencias. Dos de los hermanos creen que es así y los otros tres hermanos prefieren esperar la confirmación del ADN. Tienen algo concreto que los puede llevar hacia la certeza sobre qué fue de su padre. Quiero que me digan cómo murió. Qué se fue a hacer allá, si lo llevaron, si lo asaltaron.
Consultada acerca de si en los restos hallados había algún signo de violencia, la Justicia le informó que desde el mentón hacia abajo todo parecía estar en su lugar, pero la mandíbula estaba hacia un costado. Pero me dijeron que eso puede haber sido por algún animal, o al caer. Más allá de que él se olvidaba de las cosas por el Alzheimer, no sufría del corazón ni tenía otra enfermedad. Ni siquiera tenía presión alta. Sería triste saber que murió solito, sabiendo que había una familia que lo estuvo buscando hasta el cansancio y lo seguimos haciendo hasta que no se confirme lo contrario. No es justo que haya muerto así.
María confesó que desde hace tiempo reza y ayuna para pedir por su padre. Este fin de semana asistió a un congreso evangelístico y al final del taller, ella volvió a entrar al lugar y escuchó de boca del pastor: “los desaparecidos y ausentes volverán a ocupar su lugar. Las sillas no estarán más vacías”.
Esa frase me impactó y me largué a llorar. Ella tomó eso como una promesa. Quizá Dios no me habló de devolverme a mi papá como persona, sino hacerlo como para cerrar el círculo. Tres días después los convocaron a reconocer las prendas halladas, donde ella sintió que eran las de su papá.
Contó que la familia cree que respecto a los exámenes de ADN, puede haber una resolución más rápida del caso teniendo en cuenta que reconocieron las prendas como las pertenecientes a Manuel Ifrán.
Fuentes judiciales le informaron a la familia que al tener en cuenta que en Misiones hay muchos casos de personas desaparecidas, el tiempo que estuvo el cuerpo a la intemperie, la fecha en la que desapareció el hombre, además de que los huesos corresponden a una persona adulta, masculina y mayor de edad, todo eso arroja aún más certezas al caso. Sin embargo siempre habrá que aguardar el ADN.
La verdad que dicta el alma le hace sentir paz hoy a María. Ahora sólo resta la confirmación de la ciencia para cerrar la historia trágica de Manuel Ifrán. Al menos una de tantos desaparecidos.
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