Hola queridos amigos. Hoy desarrollaremos la cuarta y la quinta consignas del “Decálogo de Paz”. 4) Dar la paz y transmitir la pazLa paz no es la ausencia de guerras, aunque éstas sean interiores. La paz es un estado del alma que se alcanza cuando ésta se ilumina con el conocimiento. Al tener el conocimiento, el alma puede mirar con paz los sucesos, incluso esperar con tranquilidad lo que por ocurrir está. Aquel que posee la paz, tiene la capacidad de transmitirla, porque al haber alcanzado la luz, la puede irradiar como luz que es, y su pasividad se contagia con su sola presencia. Cuando Dios se presenta en una experiencia espiritual personal, el testigo fiel, único e irrefutable de su presencia es la paz que Él transmite, o sea la que el Ser siente (lo que uno experimenta).Al dar la paz, se expresa el deseo de que el otro alcance la paz, a la vez que se decreta ese estado; por lo tanto, también la ausencia de conflicto, con lo cual el Bien Supremo se hace presente. Es por esto que Jesús saludaba así: “La paz sea contigo”, porque si la paz el individuo la recibía y retenía, de seguro Dios estaría con él, además instruía a sus discípulos diciendo: “Si la paz en un hogar no es recibida, que esa palabra vuelva a ustedes y sacúdanse hasta el polvo de sus sandalias”. Tal es la importancia que el Maestro otorgaba a la transmisión de la paz en el saludo. Entonces podemos asegurar que transmitir la paz es poner a Dios en el corazón del hermano y al no aceptarla es a Dios a Quién se rechaza. 5) BendecirCuando, hacen ya muchos años escuché durante una meditación: “A todos bendigo, a mis hijos los protejo”, entendí que no eran sinónimos y allí empezó mi peregrinar buscando y preguntando el significado de bendecir, así es que cuando lo recibí desde mi Ser Superior, quede maravillada. Bendecir o “bien decir” es la contraparte del “mal decir” o maldecir. Bendecir entonces es la ausencia del mal por una orden del bien, y el que ejecuta la orden eres tú. Al bendecir se quita al mal del camino, para que sea el bien el que transite los senderos de la vida. El ser humano es una dualidad que lleva en sí misma el bien y el mal, pero es la inteligencia que Dios puso en él, la que le da la capacidad de elegir, dado que también le fue otorgado el libre albedrío. Al bendecir la mesa, por ejemplo, no sólo se quita el mal de los alimentos, sino que el bien reina en ese momento tan importante en la vida de una familia que es cuando se entregan y son recibidos los valores que perduran en el desarrollo de la persona, además de intercambiar los distintos puntos de vista y cuán importante es que no haya interferencia del mal que puedan dar lugar a malas interpretaciones, discusiones o cosas peores aún. Al bendecir a nuestros enemigos hacemos de ellos honorables enemigos quitándolos de la influencia del maligno a la vez que lo hacemos de nosotros mismos, ya que el pedido sale de nosotros, llega al Padre y vuelve en bendiciones para el que pedimos y multiplicadas para nosotros, así en la contienda prevalece la razón. Al bendecir las situaciones, el trabajo, a las personas, comprobaremos el cambio que se opera. Qué buena práctica y tan sencilla, ya instituida por Jesús, y tan poco ejercida, que tantos beneficios trae hacia nosotros. El bendecir es un pedido al Bien Supremo para que se haga presente. Cuatas más veces lo invoquemos, más gracias obtendremos, porque el Padre está y espera con infinita paciencia nuestro llamado. Bendice a mi alma, SeñorOh, luz que ilumina mi vida, Haz que yo sepa reflejar lo que Tú me das. Que mis manos sólo sean para bendecir, amar y curar. Que mis pies dejen huellasque puedan seguir mis hermanos hacia Ti. Que mis ojos trasluzcan Tu mirada. Que de mis labios salgan palabras que lleguen al corazón y sólo pronuncien Tu mensaje de amor. ColaboraGraciela del CarmenZaimakis de AbrahamEscritora
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