Trabajando en la organización del Paro Internacional de Mujeres, Marta Dillon, una de las impulsoras del Ni Una Menos, trazó la contextualización del corto recorrido que tiene el colectivo, que ganó la calle con esa consigna para denunciar los femicidios; el modo en que éstos se cuentan en los medios de comunicación, y las complicidades y tramas sociales que los hacen posibles. La periodista es militante de derechos humanos, una comprometida feminista que desde 2002 dirige el Suplemento feminista “Las 12”; creadora del Suplemento “Soy”, ambos del diario Página 12; autora de “Vivir con virus”: relatos cotidianos de personas con VIH, y “Aparecidas”, libro escrito después que el Equipo Argentino de Antropología Forense recuperara los restos óseos de su madre, desaparecida en 1976.“Cuando un ejecutor trunca la vida de una mujer, lo hace apoyado por múltiples discursos sociales, por una educación que continúa actualmente en las escuelas y en las casas que apoya ese discurso que ‘para cada hombre hay una mujer’ y que esa mujer está asignada como si fuera una de sus propiedades. En principio salimos con una consigna amplia para poder abordar los lugares de entendimiento”, explica.Patriarcado y capitalismoMarta Dillon recordó que los Encuentros Nacionales de Mujeres -este año se hace en Resistencia, Chaco, el número 32- tienen una enorme tradición en Argentina, y en esa “escuela”, muchas mujeres se educaron en el feminismo.“Fueron encuentros donde pudimos debatir y sembraron la semilla del Ni Una Menos, igual que la campaña por el derecho al aborto, contra las violencias, y todas las articulaciones trasversales. Y hago hincapié en esto porque es necesario generar un movimiento que conserve la transversalidad de las fuerzas políticas, para denunciar un sistema de opresión como es el patriarcado, que no podría existir sin el entramado directamente nodal del capitalismo”, afirma.En la misma sintonía enumeró que las mujeres por el hecho de que “estemos mayormente dentro de nuestras casas; tengamos los trabajos más informales y precarizados, que nos hagamos cargo de las tareas sin cobrar salario, que por esos trabajos de cuidado de niños, niñas y personas mayores que generalmente realizamos las mujeres; se anida la feminización de la pobreza.Esas situaciones como las que vivimos ahora en contextos de ajuste, no podrían darse sin la doble punta del patriarcado y el capitalismo. Sin pensar que las mujeres tenemos que reproducir fuerza de trabajo poniendo y exponiendo los propios cuerpos, y eso también es violencia. Y cuando suceden los femicidios es porque nos estamos revelando frente a ese rol que nos imponen”, enfatiza Dillon.Sin autonomía económicaLa gran movilización de Ni Una Menos hace dos años generó un Colectivo con miles de cuerpos en la calle. La activista considera que se avanzó mucho, y ése es el desafío hacia adelante: seguir profundizando y haciendo visible que no hablamos solamente de la violencia que se ejerce con los golpes o las descalificaciones de los machistas. Debemos avanzar sobre las causas de esas violencias, y sobre cómo se configura el sistema político y social que las hace posibles. Por eso decidimos pararnos y marchar, entre otras cosas porque para las mujeres es muy difícil salir del círculo de la violencia si no contamos con autonomía económica, y hacia ahí debemos apuntar”, apunta.La feminista remarcó que se está cruzando la variable que hace que “trabajemos más horas que los hombres, con los empleos más precarios, y que esto nos deje con menos herramientas para salir de los círculos de violencia. Hay cierta estigmatización sobre que la violencia solo se da entre los sectores pobres. Esto no es así, la violencia machista es un tema que atraviesa a todas las clases sociales”. Dillon admitió que el triunfo de Macri incidió en el movimiento por la cantidad de medidas contra las mujeres, las trans y travestis. Desde la pérdida de la moratoria jubilatoria, la falta de anticonceptivos, de medicamentos para el VIH, la Educación Sexual Integral que está desintegrándose, los ajustes, los tarifazos, los despidos. “Las mujeres solemos tener los trabajos más precarizados, y de las economías más informales dependen un montón de mujeres, y cuando todo se va cayendo, repercute siempre primero en las mujeres”, reflexiona.“Somos victimizadas, no víctimas”Para la especialista en la temática género, las mujeres debemos conservar las alianzas trasversales que genera esta consigna amplia como para llenar las calles, y a la vez profundizar los sentidos en cada lugar de trabajo y en los ámbitos donde desarrollamos nuestras vidas. “La ganancia que pone esta consigna es multiplicar las voces y que a su vez, esa potencia que se genera en la calle vuelva hacia los territorios para seguir pensando una sociedad por fuera del patriarcado, para que finalmente caiga, y comenzar a ver cómo vamos a sostener ese final desde las variables sociales, económicas y políticas que necesitamos para construir un mundo que todavía no conocemos, pero que deseamos”, remarcó.La militante de Ni Una Menos, llamó a pensar en la categoría mujer. Invitar a los varones a sentirse femeninos por un día como “nos sentimos nosotras a lo largo de nuestras vidas e invitarlos también a revisar sus propias actitudes”, insiste.Ella cree que el principal desafío ahora, más allá de que siempre “vamos a movilizarnos por el tema de los femicidios y de la violencia, es corrernos del lugar de las víctimas. Nosotras sumamos a través de Ni Una Menos, las consignas Vivas Nos Queremos, y Nos Mueve el Deseo, porque creemos que este movimiento de plantarnos como productoras de valor y que podemos generar medidas que pongan en jaque a la sociedad entera. Eso nos da la fortaleza para pensarnos victimizadas; pero no somos víctimas”, subraya.“Que dejen de matarnos”El rol de los medios de comunicación no escapa a la mirada de Marta Dillon. Consideró que hay un largo camino para aprender sobre el tema. Falta mucha formación y dejar de pensar que la violencia es un tema de corrección política. “Es un tema en el que están en juego nuestras vidas y el armado entre una sociedad y otra. No gusta hablar de sociedad igualitaria porque no es un tema de igualdad. En general cuando se analiza el feminismo desde una cuestión más liberal, se piensa: ‘Bueno, pero ya hay mujeres en las empresas, hay mujeres que fueron presidentas’, etc, y no queremos solamente lo mismo que los hombres sino otra cosa. Otra manera de relacionarnos, y por supuesto queremos que dejen de matarnos”, enfatizó la periodista.Analizó otro riesgo que sucede con los medios. “Algo a lo que asistimos cotidianamente. Me pasa a mí en el diario que trabajo, y es esto de que nos ubiquen en determinadas secciones. Yo hago un suplemento desde hace 18 años, y no renunciaría jamás a esas páginas; pero es cierto que necesitamos entrar en todas las secciones, que nos dejen de ver como si fuéramos la nota de color, esa nota en que ‘las chicas están haciendo esto’". La militante contó
que hace unas semanas generaron un hecho político “importantísimo: Sacamos una declaración conjunta de interpelación muy fuerte a las centrales de trabajadores, pero no rebotó como información. Es como si 300 gremios y distintas fuerzas políticas se reunieran en asamblea y exigieran un paro nacional. Eso pasó y fue una circunstancia histórica. Hubo 300 trabajadoras de distintas fuerzas políticas que decidieron parar. Esa debería ser la tapa de todos los diarios, pero no; nos pusieron en las secciones de mujeres. Imaginate si hubieran sido 300 tipos, seguramente iba en primera plana. Entonces, estamos en esa doble cuestión, donde a los femicidios se los siguen tratando como si fueran historias particulares”.Ante la negativa crece la violencia y la crueldadAcerca de que si hay más casos de violencia como reacción a mayor lucha, o solo existe más visibilidad, Marta Dillon indicó que es muy difícil saberlo, sobre todo porque no hay estadísticas totales. “Creo que crece la visibilidad y crece la denuncia; pero tengo la impresión de que además hay una respuesta violenta, en el sentido de una escalada. Mientras la mujer se banca condiciones de desigualdad y de relativa sumisión sin decir que NO, la violencia no crece. Crece ante el NO, y además se torna más cruel”.Como ejemplo de esto, la militante feminista recordó el caso de la crueldad cometida en un femicidio atroz de la misionera Irma Ferreyra Da Rocha, que fue torturada, empalada con la rama de un árbol y asesinada en la localidad de Garupá. “A los violentos no les alcanza con violar y matar. Buscan disciplinar, ir más lejos, aplicar sobre las víctimas el terror del victimario con una violencia que no está destinada solo a matar, sino también a aterrorizar. Por eso desde el colectivo Ni Una Menos, decimos en un comunicado: Ante la crueldad, organización, ante la muerte, feminismo, porque son nuestras vidas autónomas las que se están arriesgando”, graficó, y reiteró la importancia del Paro Internacional de Mujeres.
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