Hace 80 años, moría por propia voluntad uno de los escritores más importantes de América Latina: Horacio Silvestre Quiroga Forteza, quien en la provincia de Misiones logró el motor inspirador que revolucionó su creatividad produciendo lo que se estima es lo más destacado de su producción. Quiroga nació un 31 de diciembre, en 1878, cuando todo el mundo está enfrascado en la celebración del año nuevo; y su fallecimiento se produce -59 años después- el 19 de febrero, día en que no hay clases y para colmo es carnaval. Tenido en cuenta como uno de los iniciadores de lo que se dio en llamar “realismo mágico latinoamericano”, tiene en su historial un estigma: la indefinición por parte de sus biógrafos o comentaristas acerca de si es un escritor argentino, o uruguayo, o misionero o americano.La solución al enigma estaría en que como es un artista rioplatense puede mencionárselo según quien lo nombra esté parado en una u otra de las márgenes del río Uruguay o de La Plata.Pero también se debe tener en cuenta la decisión del escritor que, tras radicarse en San Ignacio (Misiones), pide y obtiene la ciudadanía argentina. Y es nombrado Juez de Paz del pueblo, cargo en el que vive -dice- vicisitudes como las que relata en el cuento "El Techo de Incienso", donde poco cuesta descubrir que el protagonista es el propio Quiroga.Con Leopoldo LugonesQuiroga llegó a Misiones de la mano de Leopoldo Lugones, el poeta cordobés que era su gran amigo; ambos fueron los primeros en poner en valor las famosas “ruinas de San Ignacio”; a la sazón Quiroga, llegó como fotógrafo. Ambos serían los fundadores de la Sade, Sociedad Argentina de Escritores, en Buenos Aires.Tiempo después, luego de fallidos intentos de dedicarse a la agricultura en el Chaco, Quiroga regresa a la tierra colorada, se establece en el Teyú Cuaré, en la secular “casa de la meseta”, se mimetiza con la selva y el rio y entrega al mundo su obra literaria y a los vecinos del lugar sus actitudes y su vida asombrosa a los ojos de los lugareños.El inicio de la leyendaEs el comienzo de la leyenda de Quiroga y sus tragedias; veneno, suicidio, separaciones matrimoniales, esposas de la edad de sus hijos, capítulos de una trayectoria como ser humano que corre pareja a la de escritor notable y a veces la supera, toda vez que parece que los comentaristas prefieren o encuentran más interesantes los aspectos trágicos de la vida quiroguiana que la herencia cultural y literaria que significa su legado.
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