En el Día Mundial sin Tabaco y en el marco de un sin número de actividades en pos de generar conciencia en la población y alejarla del hábito de fumar, como las que llevó a cabo el Ministerio de Salud de la provincia, junto a alumnos de todos los niveles, en la plaza Villa Urquiza, PRIMERA EDICIÓN charló con Pablo Zykz, un hombre de 48 años que fumó durante más de tres décadas, hasta que entendió que una vida lejos del cigarrillo es posible y mucho mejor.Pablo tenía cinco años cuando su tía lo encontró fumando, detrás de un galpón en el que funcionaba el secadero de yerba de la familia, al verse sorprendido, explicó que era la primera vez que lo hacía y aseguró nunca más repetir la travesura si la situación permanecía como un secreto entre ellos.Pero lejos estuvo “Pablito”, como le dicen todos, de alejarse del tabaco. Las escondidas, previo paso por “la cantina” de la abuela, donde se surtía el personal para “tomar” un cigarrillo, se volvieron una costumbre, finalmente un hábito diario con el que fueron pasando los años.Circunstancias de la vida quisieron que perdiera a su madre siendo adolescente y entonces “el cigarrillo se convirtió en un refugio, tenerlo en la boca parecía aliviar el corazón, olvidar la pena”, aseguró.“No fueron tiempos sencillos de sobrellevar, los conflictos familiares eran una constante, el acceso a algo de dinero y vivir en la ciudad me dieron rienda suelta, dejó de ser un cigarrillo que robaba del bolichito de mi abuela para ser un atado. Entonces fueron veinte cigarrillos por día”, dijo Pablo.Y como, según dicen los expertos, “el tabaquismo es una adicción física y psicológica, que genera dependencia e implica existencia de tolerancia que requiere aumentar la dosis de nicotina para lograr los efectos deseados y forma parte de los hábitos de la vida diaria del consumidor; está adherido a sus gestos, a su autoimagen, a su rutina”, el consumo fue en aumento.“Llegó un momento en el que veinte cigarrillos ya no alcanzaban, necesitaba de su ‘compañía’, del relax que encontraba en cada pitada, entonces opté por comprar una máquina para armarlos yo. Entonces no había límite. Adquiría el tabaco, el papel y sentarse a descansar era sinónimo de preparar fasos”.“Conocí a mi esposa, construí mi casa, nacieron mis hijos, logré una familia hermosa, una relación, una sensación en la vida que yo desconocía que era posible, pero siempre con el cigarrillo pegado a mí y obviamente el cuerpo comenzó a pasarme factura”, describió.A punto de cumplir cuarenta años, un malestar físico obligó a Pablo a un chequeo médico. El diagnóstico fue contundente. “Si no dejás de fumar andá despidiéndote de todo”, sentenció el doctor.“Al salir del consultorio me senté en la primera silla que encontré, abatido, vi mi vida pasar como en una película, pude razonar lo dura que fue mi infancia, la muerte temprana de mi madre, el dolor de su ausencia, la soledad… También todo lo que había logrado, mi mujer, con quien supimos atravesar muchísimas dificultades, siempre juntos, nuestros hijos, maravillosos. Entendí que no quería semejante dolor para ellos, Paula estaba por cumplir quince años, Lautaro tenía 19, en ese momento el cigarrillo fue parte de mi historia”, subrayó Pablo.Y añadió que “seguramente hubo algún síndrome de abstinencia, pero no lo recuerdo, la angustia, el dolor de imaginar a lo que podría exponer a mi familia fue tal que no me permitió detenerme en mí. Hoy soy una persona completa, ya no necesito del cigarrillo para disfrutar de una película, de una sobremesa, del momento junto a mis seres queridos o, simplemente, para pasar la jornada laboral, hoy y desde hace ocho años disfruto cada instante”.Síndrome de abstinenciaLos especialistas señalan que “el síndrome de la abstinencia, que incluye irritabilidad, somnolencia, ansiedad, cansancio, dificultad para concentrarse, entre otros, generalmente alcanza su máxima intensidad entre 24 a 48 horas luego del último cigarrillo y van disminuyendo lentamente en un período de dos a cuatro semanas”.“Para dejar de consumir, el fumador debe realmente elegir y querer dejar de fumar. El éxito o el fracaso en este intento, va a depender en gran medida de lo fuerte que sea la determinación. Para aliviar los síntomas de abstinencia, es fundamental dejar de fumar de golpe ya que es la única manera de vencer el vicio”, añaden.Además, aconsejan realizar cambios en el estilo de vida de las personas: horarios, espacios, hábitos diarios y realizar actividad física, ya que el deporte alivia las ganas de fumar y existen tratamientos farmacológicos que duplican las chances de eliminar el consumo.
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