El domingo 22 se dio un giro en la Argentina. Tras doce años de un gobierno caracterizado por la falta de autocrítica, la personalización absoluta, el atropello a todo lo que se le oponía o tan sólo pensaba un tanto distinto, rayando el autoritarismo, el cultivo del populismo subsidiario como capital de votantes cautivos y, por sobre todas las cosas, el culto a la corrupción de Estado y el "vamos por todo".Tomo una frase que leí de Santiago Kovadloff: "Con un voto de confianza que es a la vez una exigencia, la ciudadanía eligió confiar en una propuesta que prometió devolverle a la política su fundamento moral, frenar a la corrupción y darle transparencia a la gestión pública". El domingo, dos contendientes llegaron por primera vez en la historia a una segunda vuelta que se decidía por un voto. Desde el pasado 25 de octubre y hasta la veda desarrollaron distintas estrategias de campaña. Scioli representando al oficialismo, infundió todo tipo de miedos sobre el futuro del país en manos de su contendiente. Macri se basó en el rescate de la República, del respeto por la Constitución y de las leyes, por la paz y la concordia entre los ciudadanos, por la recuperación del trabajo como valor y como única forma de crecer y de generar riqueza; y por sobre todo, por dar completa libertad a la justicia, hasta hoy maniatada para investigar los múltiples casos de corrupción. Hasta prometió impulsar una ley que haga imprescriptibles los delitos de esta índole.La indignación se sobrepuso al miedo y más de la mitad de los votantes le respondió, aún olvidando el tema incómodo de la devaluación de la moneda y del ajuste que lamentablemente tras años de despilfarro y mentiras, es inevitable. El lunes la esperanza del cambio se veía en el rostro de la mayoría de los ciudadanos y sobre todo de los que trabajan honradamente. Pero ese cambio no era por lo económico, donde maquillaje mediante, las cosas no estaban -al menos hasta ahora- tan mal como en otras épocas.El cambio que demanda la sociedad es por el retorno a los valores, a la ética, a la verdad, a la discusión constructiva, a la formación de consensos, a la cultura del trabajo, al respeto a los mayores y a los más vulnerables, a los que producen con sus propias manos y con su capital, alejados de las prebendas y contubernios con el gobierno. En definitiva, a un Estado de derecho sin corrupción o al menos que castigue con rigor a los corruptos.Por eso será muy importante que, más allá de las urgentes medidas económicas que deben tomarse, que no serán agradables y que darán un resultado recién a mediano plazo; el nuevo gobierno cumpla con el compromiso asumido con la sociedad en cuanto a combatir frontalmente a la corrupción del Estado y de los pseudos empresarios.La Justicia, una vez depurada de los malos jueces y sin las ataduras que hasta hoy tiene, será la encargada de remediar las tropelías cometidas y de repeler las que seguramente intentarán instalarse en el nuevo gobierno. Los Fiscales tendrán la gran responsabilidad de investigar e impulsar los posibles casos de corrupción y, de no hacerlo, también serán responsables por el divorcio de la sociedad con la política. En nuestra Provincia fueron muchos los casos sospechosos que se publicaron en este Diario y hasta la fecha nadie ha venido a preguntar si había elementos que pudiéramos aportar. Sabemos que hay mucha materia para indagar por parte del Tribunal de Cuentas, las Fiscalías y hasta la Afip. Espero que sepan escuchar el mensaje de las urnas -sobre todo aquí en Posadas- donde el 22 ganó la oposición a pesar del tremendo esfuerzo que no escatimó gastos ni amenazas a los trabajadores del Estado y hasta de empresas privadas ligadas al Gobierno para que voten por el candidato oficial.La sociedad no tolera más atropello y apropiación de lo público mediante el engaño de quienes prometen dar su vida por el país y por los más desprotegidos en campaña y luego, al encaramarse en el poder, traicionan el mandato popular y se distancian por completo de la sociedad tomando como propios los bienes que son de todos. Así reparten contratos millonarios, muchas veces hasta sin contraprestación, a amigos y familiares, ponen a todos los parientes posibles en cargos que hasta se crean a modo de "aguantadero" con sueldos de varios miles, multiplicando los gastos que deben ser soportados con los impuestos que pagamos todos, proveen al Estado con sus propias empresas, disponen de aviones o helicópteros como si fueran remises y se enriquecen por varias generaciones o como si fueran a vivir 200 años. Y el castigo no sólo debe ejercerse contra los funcionarios corruptos sino también contra los pseudos empresarios que de la noche a la mañana crecen meteóricamente al amparo del Estado amigo que los contrata para robar en conjunto sin tener en cuenta antecedentes, experiencia, trabajos realizados o calidad y eficiencia en las prestaciones. Qué lejos quedaron figuras como la de Aparicio Almeida a quien tuve el placer de conocer o de Toto Alterach, hombres que pagaban sus cuentas con su dinero, caminaban solos por la calle hacia su trabajo y salían de la función pública con menos de lo que tenían cuando entraban, dedicándose denodadamente a cumplir con sus promesas de campaña y a ayudar a construir una sociedad mejor.El nuevo Gobierno deberá reconciliar a la Política con la Ley y la Moral y ejercitarlo en el tiempo que dure su mandato de forma tal que la sociedad se acostumbre a la transparencia y se indigne con cualquiera que represente o cometa actos de corrupción, como en cualquier país normal. BASTA DEL ROBAN PERO HACEN. No puede demorarse, el pueblo demanda acciones y no tantas palabras, está harto, indignado, no puede ni tolera ser desilusionado nuevamente y cuidado que la luna de miel será apasionada pero cada vez es más corta.
Discussion about this post