POSADAS. La declaración de tres mujeres prácticamente desarmó las coartadas y estrategias que propuso ayer de la defensa del único imputado por el crimen de Angélica Ramírez (14), el “panadero” Francisco Bourscheid (53). Los testimonios en primer término de dos vecinas que fueron testigos durante el allanamiento en el domicilio del acusado y los dichos de una joven que en su momento fue presentada por el abogado de Bourscheid como “clave”, y que finalmente terminó sin aportar nada, fueron determinantes. Es que una de las estrategias que planteó el defensor Mario Cáceres desde el primer día del juicio que se le sigue a su cliente fue justamente que las autoridades policiales contaminaron e incluso “plantaron” la evidencia que terminó implicando seriamente al “panadero”, es decir, el ADN de la víctima hallado en una zapatilla del dueño de casa. Pero las testigos que presenciaron el accionar policial coincidieron en que, si bien salieron del inmueble de Bourscheid -por distintos motivos- mientras se realizaba el allanamiento aquel 3 de noviembre de 2012, para ese entonces el calzado ya había sido hallado e incautado en su presencia, e incluso colocado en sobres de papel que ellas mismas rubricaron con sus firmas. Aporte nuloDesde las primeras audiencias la defensa del imputado solicitó su comparecencia, en virtud de que podría tratarse de una declaración clave. Se trata de Diosnela Ledezma, la exempleada que Bourscheid dijo en su declaración que tuvo un contacto con él la noche del 26 de septiembre de 2012 (día del crimen) y que podría dar cuenta de que en el horario aproximado en que se cometió el hecho él ingresaba a su domicilio. Sin embargo, y pese a que se decía que era una de las “cartas bajo la manga” de la defensa, ya que podría ratificar la coartada del acusado, la mujer afirmó que ese encuentro en la vía pública fue el 27 de septiembre de ese año, cuando Angélica ya había sido asesinada. Prefecturiano evasivoPor momentos dubitativo, por momentos evasivo con las preguntas del tribunal y hasta podría decirse que contradictorio. Así fue el testimonio del prefecturiano Alberto Bastarrechea, quien luego de ser duramente recriminado por uno de los jueces del Tribunal Penal 1 (Eduardo D’Orsaneo) admitió haberse comunicado con Carolina Barboza, quien era amiga de Angélica, y también haber conocido a la víctima. Bastarrechea primero negó que mantuvo frecuentes contactos telefónicos con las dos menores o algún tipo de relación de amistad o sentimental, pero cuando el magistrado le leyó los entrecruzamientos telefónicos no le quedó otra que relatar lo sucedido durante la madrugada del lunes 24 de septiembre, dos días antes del crimen. El prefecturiano contó que le pagó un remís a Angélica alrededor de las 4.30 de ese día, porque vía teléfonica Carolina (quien en ese entonces dijo que se presentó con otra identidad) le propuso enviarla hasta el puesto de Prefectura y porque “lo quería conocer”. El hombre indicó que al tener esta propuesta de una mujer se hizo cargo del costo y que al ver que se trataba de una menor decidió “restituirla hasta la casa de la amiga a bordo de su moto”, porque Angélica se lo pidió. Vale recordar que Carolina Barboza en su momento declaró que la víctima le dijo que en el camino, desde la base de Prefectura en Puerto Rico hasta el barrio San Francisco de esa misma localidad (separados por unos cinco kilómetros), el prefecturiano la manoseó. Le aparece en sueñosLa fiscal Liliana Picazo solicitó al Tribunal Penal 1 la posibilidad de que declare una tía de la víctima, Teresa Del Valle, quien dijo que Angélica le habla en sueños y le dio las iniciales de los asesinos: LMCT y un nombre de mujer (Isabel). El pedido fue rechazado de plano.
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