POSADAS. En medio de un enrarecido clima arrancó ayer la séptima jornada del juicio oral y público que se le sigue a Francisco Bourscheid (53) por el crimen de la menor Angélica Ramírez (14). Es que el Ministerio Público, a cargo de la fiscal Liliana Picazo, exhibió una serie de fotografías que muestran al menos a tres testigos que declararon el pasado miércoles junto a familiares del imputado. En sí, el hecho no configura nada extraño ni una actitud delictiva, de no ser por un detalle muy significativo: las personas que fueron registradas, aparentemente conversando amenamente en una vereda con los parientes del acusado, negaron conocer a Bourscheid y durante el interrogatorio también se retractaron de varios dichos que involucraban al hombre conocido como “el panadero”. Teniendo en cuenta ese contexto entonces las imágenes pasan a ser, cuando menos, llamativas. Por ello, la fiscal solicitó al tribunal conformado por los jueces Martín Errecaborde (presidente), Ángel Dejesús Cardozo y Eduardo D’Orsaneo que investigue a las testigos que allí figuran por el presunto delito de “falso testimonio”.Se trata de una adolescente de 17 años, quien negó haber dicho durante su declaración ante la policía que Ángela le dijo que “salía con un viejo panadero que le daba plata”; de una amiga y vecina de confianza la víctima y una de las últimas en verla con vida, identificada como Carolina Barboza; y de una prima política de nombre Ana.Las tres fueron observadas y fotografiadas con los familiares del imputado a los pocos minutos de prestar sus respectivas declaraciones el pasado miércoles. “Sonó como muy familiar”Tal como publicó ayer este diario, al momento de declarar, la menor de 17 años refirió:“Yo no declaré que Angélica dijo que andaba con un viejo que es panadero y que le daba plata. Capaz que dije, no me acuerdo, además el que firmó mi declaración fue mi tutor en ese entonces, mi padrastro, yo no firmé nada”, aseguró quien dijo ser amiga y compañera de escuela de Angélica. Mientras hablaba y le preguntaban las partes si conocía al acusado, la joven respondía que a “Francisco (por Bourscheid)… no, no lo conozco”, en un tono que el mismo juez D’Orsaneo calificó de “familiar”. Esto ahora se suma a las imágenes de la menor charlando con evidente confianza en la vereda, poco después de brindar su declaración, con los familiares del “panadero”. La segunda testigo cuestionada es una amiga del barrio de Angélica Ramírez, identificada como Carolina Barboza, quien el pasado miércoles, como se publicó, dijo que “al enterarme de que ella fue asesinada sospeché de un prefecturiano de apellido Bastarrechea, porque era el único que sabía que la noche antes del crimen ella entraba a hockey a las 20.30 y salía a las 22”. La tercera en ser investigada ahora por el tribunal es una prima política, quien también dijo no conocer al hombre que se encuentra en el banquillo de los acusados. Luego de los planteos de la fiscalía con respecto a las imágenes, que fueron cedidas a este medio por dicho Ministerio Público, la ronda de testimoniales continuó sin mayores sobresaltos y con pocos aportes con respecto a la causa.Desfilaron testigos que revelaron sus intimidades con la infortunada víctima y otros que colaboraron para ayudar a reconstruir el rompecabezas de los últimos movimientos de Angélica horas antes de ser asesinada . Sereno vio a una menor con un “hombre alto” Un hombre identificado como Elio Adam Valentim, quien trabajaba como sereno la noche en que fue asesinada Ángela Ramírez en el edificio donde se construye la nueva terminal de Puerto Rico, dijo ayer que vio “una chica, que a simple vista era menor de edad, de unos 13 o 14 años, y que cada diez metros que caminaba se daba vuelta y miraba hacia atrás, en actitud extraña. Por eso me quedé observándola, hasta que al alejarse unos 50 o 60 metros se encontró con un hombre alto”. En ese tramo de la declaración, la defensa de Bourscheid solicitó al tribunal que su defendido se pare para que el vigilante nocturno pudiera observarlo. Entonces el testigo refirió que el hombre que él vio esa noche del miércoles 26 de 2012 -alrededor de las 11.30 o 12 de la noche- junto a una chica menor de edad “era un poco más alto” que el imputado. Luego Valentim precisó que pudo observar “cuando la jovencita y el hombre, que tendría unos 30 años y vestía ropas oscuras, se daban un beso”. Cuando le preguntaron mayores detalles acerca de la descripción de la menor que dijo haber visto, el sereno dijo que “tenía un pantalón clarito tipo vaquero lavado, un buzo, y era de cabello castaño claro, corto”. La fiscal pidió que se le muestre al testigo una fotografía de la víctima en vida y refirió no estar seguro si era ella o no, y que además era corto de vista”. Posteriormente declaró un profesor de educación física e instructor de hockey que daba clases para menores en el playón del barrio donde residía Angélica. El docente, identificado como Carlos Ávalos, dijo que la noche del crimen, alrededor de las 19.45, la víctima irrumpió en el entrenamiento que él estaba dirigiendo a unos adolescentes y le preguntó si “le podía prestar un palo de hockey”. “Le contesté que no porque apenas tenía para mis alumnos y se marchó, no pude ver hacia dónde”, dijo finalmente el profesor de educación física. “Un panadero que la mangueaba”Vicenta Flor, quien era tía de la infortunada víctima (y prima de la madre de ésta), dijo que una mujer llamada Viviana le manifestó luego de conocerse el homicidio que había “un panadero que estaba enamorado y la mangueaba” a Angélica. Vale aclarar que la mencionada Viviana en su momento declaró ante el cuerpo tribunalicio y no manifestó en ningún momento esa frase que le adjudicó ayer la familiar de la infortunada adolescente. No obstante, no hubo peticiones por falso testimonio en este caso. De las demás declaraciones de ayer que podrían aportar a la causa solamente sobresalieron otras dos. La primera fue la de un hombre que actualmente se encuentra preso en la Unidad Penal de Eldorado -identificado como Gilberto Pumi- y que compartió celda con el imputado, q
uien admitió que en la enfermería de la penitenciaria el acusado le recriminó que habló mal de él en sus declaraciones. Al respecto Pumi sólo dijo que él únicamente mencionó que Bourscheid “estaba nervioso cuando estuve detenido con él en la comisaría de Puerto Rico, estaba como cualquier preso y dije que él no era violento”. Por último, Pumi denunció que cuando estuvo detenido en Puerto Rico estuvo “bajo mucha presión” y que “me pegaron entre cinco policías” y que tuvo que firmar como “tres papeles sin leer su contenido”. La restante declaración que puede sumar indicios para rearmar los últimos movimientos de la víctima fue la de Esteban De Camargo, quien contó que alrededor de las 19.15 del miércoles 26 de 2012, un día antes de ser hallado el cadáver de Angélica, la vio salir de la vivienda de Carolina Barboza. Esos dichos coinciden con lo que dijo la dueña de casa en la audiencia del pasado miércoles. Por el momento se puede inferir que salió de esa casa del barrio San Francisco de Puerto Rico y pasó por el playón deportivo, donde pidió prestado al profesor a cargo un elemento de hockey -sin éxito- y se marchó de allí, supuestamente en dirección a la zona urbana. Se cree que alguien la interceptó y la mató a golpes, sin piedad. Antes de pasar a un cuarto intermedio para el próximo lunes a las 8.30, el Tribunal Penal 1 anunció que por primera vez en un juicio oral en la capital provincial, y cumpliendo la normativa procesal vigente por ser los testigos no residentes en la ciudad, son indemnizados con una suma de dinero (que oscila entre los 250 y 300 pesos) de acuerdo a la localidad de residencia. Dicha suma cubre los gastos de traslados y estadía.
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