El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) presentó su informe anual bajo el título “Nuevo escenario político-económico: Estrés y bienestar en una Argentina en transición”. La investigación revela que, si bien se observó una disminución de la pobreza en 2025 respecto al año anterior, la sensación de agobio, angustia y agotamiento persiste en niveles preocupantes en la vida cotidiana de los argentinos.
Según los datos de la UCA, el estrés económico -la sensación de no poder afrontar los gastos– sigue siendo una constante que afecta a gran parte de la población. Aunque la cifra retrocedió levemente del 50% en 2024 al 46,8% en 2025, el indicador permanece en niveles altos, superando los registrados en 2022.
El informe de la ODSA subraya que estas desigualdades se profundizan: la cronicidad del estrés se agrava en los hogares más vulnerables, mientras que las mejoras son leves o nulas para los estratos más altos.
Uno de los datos más alarmantes se registra en la salud mental. El malestar psicológico mostró una subida en 2022 que se potenció en 2024, alcanzando un récord histórico del 28,1% en medio de un año de alta inflación y caída de la actividad económica.
El trabajo del Observatorio establece un correlato directo entre las condiciones de vida deterioradas y la salud mental: cuatro de cada diez personas con estrés económico presentan malestar psicológico (síntomas de ansiedad, angustia y depresión).
El director del ODSA, Agustín Salvia, señaló durante la presentación que estas cifras evidencian que “la mejora macroeconómica no logró traducirse en bienestar cotidiano”. La fragilidad del tejido social y un mercado laboral marcado por el subempleo inestable (24,1%) y el empleo precario (27%) sostienen la vulnerabilidad de gran parte de la sociedad urbana.
El informe concluye que el país necesita construir un “puente entre el orden macro y la inclusión micro”. La preocupación central es que, si las expectativas depositadas en el actual proyecto económico no se traducen en mejoras tangibles para el bienestar social, el impacto podría ser negativo.
“La integración no es solo por la voluntad de la gente, sino por las situaciones económicas, simbólicas o culturales. No puede dejar de haber políticas de Estado por más libertario o socialista que sea el gobierno”, afirmó Salvia.
El informe completo aquí👇
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