El Hogar Divina Misericordia de Jesús de esta ciudad recibió con emoción la noticia de que tres de sus residentes fueron adoptadas y comenzarán una nueva etapa al cuidado de una familia, luego de un proceso de acompañamiento y evaluación técnica y judicial realizado durante los últimos meses.
La vicepresidenta del hogar, Gabriela Rojas, confirmó la noticia en diálogo con PRIMERA EDICIÓN y precisó que este espacio convivencial funciona hace 35 años en la localidad, donde actualmente acogen a 12 niños, niñas y adolescentes en condiciones de adoptabilidad.
Hoy, las colectas y la solidaridad de la comunidad son una pieza clave para sostener la labor cotidiana del hogar, ya que algunas reparaciones extra y la demora en el pago de subsidios estatales plantean serias dificultades para solventar gasto esenciales, principalmente el pago de servicios y transporte escolar.
El trabajo detrás de cada adopción
El Hogar Divina Misericordia de Jesús abrió sus puertas en Montecarlo el 8 de diciembre de 1989 y, desde entonces, es un espacio seguro de contención y educación para niños, niñas y adolescentes, que llegan al hogar por situaciones de vulnerabilidad familiar o medidas judiciales.
Actualmente, resguarda a 12 menores de distintos municipios, que tienen entre 4 y 16 años y se encuentran en lista de adopción, a la espera de una nueva familia. La vicepresidenta Gabriela Rojas detalló que “hay grupos de hermanitos y uno que está solo, todos están escolarizados”, asisten a prácticas recreativas y reciben seguimiento médico.
En el hogar permanecen hasta ser adoptados o alcanzar la mayoría de edad. “Las niñas (recientemente adoptadas) estuvieron con nosotros dos años, pero hay chicos que están hace mucho más. Los más grandes son los que presentan a veces un desafío, porque la espera para ellos se hace larga no solamente por la adopción, a veces su familia de origen es la que más les pesa y esos temas son difíciles de tratar”, aseguró Rojas.
Los chicos conviven bajo el resguardo de cinco cuidadoras que se encargan de acompañarlos diariamente, además de docentes, instructores o profesionales solidarios que se acercan al Divina Misericordia para brindarles clases de apoyo escolar, talleres de pintura y guitarra, como también charlas informativas o servicios de peluquería.
Por ese motivo, para Rojas, trabajar en el hogar se trata de un compromiso renovado cada día, que se construye a partir de grandes acciones, como las colectas e iniciativas sociales que llevan adelante para sostener el funcionamiento del hogar, pero también de pequeños detalles para acompañar las trayectorias de los chicos.
“Todos aportamos lo que podemos y es un trabajo que cuesta, pero es muy satisfactorio. Más que nada cuando se logra la adopción y podés decir ‘tarea cumplida’, porque se van con una buena familia y 100% mejor de lo que ingresaron, emocionalmente y también de salud. Ves el antes y el después y esa es nuestra real paga, Eso es lo gratificante del esfuerzo que hacemos todos”, sintetizó la vicepresidenta.

Solidaridad que sostiene
El Hogar Divina Misericordia solventa su funcionamiento a partir de tres ingresos principales: la Cápita Universal, un subsidio que otorga el Gobierno provincial por cada menor en resguardo; un porcentaje de lo recaudado en impuestos por la Municipalidad local y aportes de la comunidad, que incluyen sumas de dinero voluntarias a través del pago de facturas de la Cooperativa de Electricidad y donaciones de alimentos, servicios y dinero.
Rojas comentó que hoy el contexto económico y el atraso en el pago de la Cápita Universal complican seriamente el panorama para el hogar. “Que nos falte uno de esos tres ingresos a nosotros nos afecta muchísimo. (La Cápita Universal) es una ayuda que nos da la provincia y hace tres meses que no está ingresando. Se otorga por cantidad de niños y el monto varía”, detalló Rojas.
Las principales preocupaciones son el pago de servicios como luz, agua y transporte, que no se pueden resolver más que con dinero en efectivo. “Siempre hubo altas y bajas en nuestra economía. Hoy estamos en un punto frágil, este ingreso no nos está llegando y tuvimos unos gastos extra con el tema luz y agua. Particularmente este mes y los que nos quedan por delante, íbamos a necesitar bastante la solidaridad de la gente”, aseveró la vicepresidenta.
En ese sentido, destacó todo lo que sí permite sostener la colaboración de varios actores de la comunidad de Montecarlo. “La gente se preocupa y se interesa, siempre quiere colaborar con nosotros y gracias a eso recibimos un montón de donaciones. Cuando planteamos hacer las colectas fue más que nada para que puedan tener fácil acceso a donar”, valoró.
Además de aportar alimentos, insumos y hasta electrodomésticos, Rojas mencionó que las “manos amigas” del Divina Misericordia enseñan, curan y reparan para que los chicos vivan mejor.
“Siempre tenemos gente que no forma parte directamente de la comisión, pero que es electricista, por ejemplo, y se acerca a arreglar varias cosas. Hay mucha gente que hace esos trabajos que deberíamos pagar y a nosotros nos sirve muchísimo”, cerró Rojas.









