El apellido Seró es sinónimo de deportes, trasciende Misiones y es reconocido a nivel internacional por sus logros como competidor o bien como entrenador. Sin embargo, esta vez Juan Miguel “Michel” Seró permitió conocer más sobre su faceta, quizás menos conocida, la de docente y formador de los futuros profesores de Educación Física, tarea en la cual lleva ya más de cuatro décadas. “El profe que tiene pasión va a disfrutar día a día su trabajo y toda su vida”, señaló Michel en una charla mano a mano con PRIMERA EDICIÓN.
Nacido en Oberá, inició sus estudios primarios allí; después su familia se mudó a Eldorado y tuvo que cambiar de escuela; luego volvió a la “Capital de la Zona Centro” y el secundario lo hizo en el Martín de Moussy en Posadas. Su padre, Héctor Raúl Seró, era abogado y eso le hizo dudar qué estudiar, aunque se inscribió en el Instituto Antonio Ruiz de Montoya donde -una vez recibido- comenzó a ejercer como profesor en las cátedras de Rugby y Musculación, hasta la actualidad.
Michel cuenta con una extensa y rica trayectoria en el deporte, es un verdadero referente porque no solamente consiguió títulos en el rugby o en el fisicoculturismo, entre las varias disciplinas en las que compitió, sino también por su permanente actualización en técnicas, tácticas, métodos de entrenamientos y de enseñanza que lo mantienen vigente y le permiten transmitir los conocimientos vividos y aprendidos como muy pocos.
Sus alumnos del profesorado y quienes lo fueron, coincidieron en definirlo como “una persona que impone respeto” y que “en cada concepto demuestra con fundamentos que sabe de lo que está hablando. Tiene un compromiso total y eso es clave para quienes elegimos estudiar esta carrera y para la vida”.
Michel, ¿qué te llevó a estudiar el Profesorado de Educación Física?
En mi casa, a través de mi padre y de mi hermano “León” (Eugenio), se hablaba mucho del deporte y sin dudas que mi modelo, mi ejemplo, siempre fue “León”. Me acuerdo bien cuando él se fue a estudiar Educación Física a Buenos Aires y yo decía: Yo quiero ser profe de Educación Física… Por un momento me tiré un poco por la Abogacía, como mi viejo era abogado, pero después cuando “León” volvió ya recibido del INEF (Instituto Nacional de Educación Física) de Buenos Aires y empezó a hacer sus capacitaciones afuera, dije no, me gusta más la parte deportiva y así empecé a estudiar el Profesorado en el Montoya.
¿En qué año te graduaste como profesor?
En el 81, apenas me recibí hice la Colimba, en la época de Malvinas y después ya empecé a trabajar en lo que más me gustaba que era el rugby.
¿Y qué te llevó a ejercer la profesión desde lo institucional?
La verdad que conocí el rugby, por ejemplo, específicamente en el profesorado y me acuerdo que apenas me recibí me anoté como adscripto, como ayudante de cátedra. El profe que era el titular, Julio Foley, justo se jubilaba y ya no iba a seguir. Parece que no había otro (risas), me ofrecieron a mí y me quedé desde muy joven con la cátedra de Rugby, ya hace 42 años exactamente, frente al alumnado, dando clases.
¿Esa siempre fue tu cátedra?
Sí, exactamente. Arranqué con eso, aparte porque conocí el rugby en el profesorado.
¿Cuántos alumnos pasan habitualmente por un curso?
Ya he tenido a los hijos de mis alumnos que ya están recibidos. Va pasando el tiempo, pero bueno, es una pasión que en realidad son dos a la vez, la docencia y el rugby, por sobre todas las cosas. Lo que sí tengo muy claro es que no daría una materia que considere que no estoy preparado para darla. Yo en el Profesorado tengo el área de Rugby y el del taller de Musculación, que son las dos cosas a las cuales me dedico.
¿Tuviste alumnos que trascendieron desde el profesorado o como deportistas?
Sí. Tuvimos muchos chicos que han pasado por el área de Rugby y terminaron jugando en distintos equipos. Inclusive, la máxima exponente fue la “Cuchu” (Noelia) Billerbeck, quien conoció el rugby en el profesorado. Una tremenda atleta, jugadora de basquet que terminó jugando el rugby y fue capitana de aquel entonces Las Pumas, hoy las actuales Yaguaretés, en eventos internacionales durante prácticamente cinco o seis años, hasta que dejó su carrera.
¿Cómo evaluás el avance de los contenidos desde la época de estudiante a lo actual?
Todo fue cambiando progresivamente, se fue modificando, obviamente que siempre para bien. Así que uno tiene que ir adaptándose a esos cambios, actualizándose constantemente al día a día para poder estar actualizado.
¿Y la incorporación de las nuevas tecnologías…?
Sí, es positivo, antes para tener el video de un partido yo tenía que llevar el televisor con un pasacassette. Ahora es todo mucho más sencillo y práctico. Uno se va adaptando no solamente para dar clases sino también como entrenador, porque tenés la posibilidad de emplear miles de herramientas que antes no tenías y que ayudan en cuanto a lo que es la observación y la planificación para los entrenamientos.
¿Se puede ser profesor sin vocación?
Es difícil, yo creo que el profe que realmente disfruta esto es el que tiene pasión. Hoy justamente lo hablábamos con muchos colegas y el profe que tiene pasión es el que va a disfrutar su trabajo, entre comillas, toda su vida.
A veces por una necesidad económica muchos deben trabajar como profes…
Sí, por supuesto, esa es la realidad, ¿no? Pero como siempre les digo a los chicos, a mis alumnos sea en el profesorado o en el ruby, cuando ustedes salen, hay que salir a buscar distintos rubros, distintas áreas y cuando sienten que la pasión está en esa área, hagan foco ahí porque entonces quiere decir que van a poder disfrutar el día a día.
¿Qué satisfacción te brindó esta profesión?
Todo, porque considero que todo lo que tengo hoy no lo hubiese tenido o conseguido si hubiese sido con otra profesión. Creo que el momento de la elección, que ya el hecho de poder elegir ya es una gran virtud, una gran posibilidad, es clave para la vida. Hoy podés elegir qué querés hacer y el hecho de haber elegido esta carrera, esta profesión, fue el momento más acertado de mi vida. Por eso estoy feliz con eso.
¿Quedan muchos años más en esta etapa personal de profesor, como formador de futuros profes?
Y sigo firme con muchas ganas y voy viviendo el día a día. Siempre fui profesor acá en el Montoya, nunca trabajé en otras instituciones educativas. Siempre tuve el perfil de entrenador-docente, es por eso que me gusta mucho trabajar con equipos en la etapa formativa. Cuando estuve como entrenador del seleccionado nacional de rugby femenino también era formativo porque era otro momento, recién se estaba desarrollando, entonces había que trabajar mucho en formación en aquel entonces.
¿Te queda algo pendiente, algún desafío, así inmediato?
No, no, la verdad que el desafío va apareciendo día a día, así que uno evalúa si los acepta o no pero siempre de manera positiva.

Momentos y datos puntuales…
¿Nombre completo?
Juan Miguel Seró.
¿Nacimiento?
En Oberá.
¿Padres?
Héctor Raúl y Germaine.
¿Hermanos?
Los mejores. León, Elda, Coti, Bicha, Dani y Yo.
¿Quién te apodó Michel?
Mi vieja, fue ella.
¿Escuelas y profesorados donde estudiaste?
Arranqué en la Colegio Mariano Oberá, de ahí me fui al 304 de San José Eldorado porque nos mudamos, de ahí volví al 304. Luego, el secundario lo hice en Posadas, en el Colegio Martín de Moussy, que estaba en la calle Buenos Aires antes, y de ahí me metí en el Instituto Montoya.
¿Deportes que practicaste?
Upa. Arranqué, aunque no lo creas, con tenis porque a mi vieja le gustaba el tenis, en el Oberá Tenis Club, OTC. De ahí me agarraron un crack de los profes que era Pepe Martínez y Chopa Panasiuk e hicieron que me guste el básquet. También hice veinte años de judo con Yoshihiro Matsumura, compitiendo. Hice canotaje cuando se generó en aquel entonces el Club Misionero de Canotaje (CMC), con “León”, Claudio Colombo, Guillermo Facinello y un grupo de deportistas destacados. También en futsal, juegué en Itapúa en los torneos de la Apofusa, con partidos picantes, tremendos, contra Crucero del Norte, Fideos Vázquez, entre otros, me acuerdo. Además, rugby, obviamente y lo último en que competí, ya de grande, físicoculturismo, a nivel internacional.
¿Como entrenador?
Siempre colaboro en CAPRI, el club de toda mi vida. Trabajé un par de años en clubes como el Santa Clara de Asunción, el Asunción Rugby. Y también en la selección nacional de rugby femenino en ese momento Las Pumas.
¿El momento que más atesorás de tu vida?
Con la selección argentina de rugby femenino, cuando estábamos en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, donde creo que fue el punto máximo. Yo soñaba con llegar a los Juegos Olímpicos de 2016 y me acuerdo que perdimos esa clasificación en la última pelota, con Colombia.

¿Un ídolo o referente?
Y… Ernesto “Fino” Gehrmann (con quien siendo muy joven jugó al básquet compartiendo equipo).
¿La situación más triste?
La del cruce del río Paraná (la tragedia donde perdieron la vida su hermano “León” y otros siete deportistas, el 16 de enero de 2010).
¿Qué mensaje le podrías transmitir a los deportistas?
Sobre todas las cosas, basarme en dos palabras: el agradecimiento y la elección. Que los atletas se levanten todos los días y que estén convencidos de que eligieron bien, y que agradezcan lo poco o lo mucho que se tiene. Cuando apenas despierten, que agradezcan, por más que hayan perdido el día anterior diez a cero, porque siempre van a sacar algo positivo de eso, así uno sigue creciendo. Si ganás, agradecés, perfecto. Si llegás y hace frío, agradecés, porque al menos vas a entrenar con frío. Hay que buscar siempre la parte positiva, el deportista sale adelante y gana muchos desafíos así.
¿Imaginaste obtener el reconocimiento de la sociedad ?
No. Es más, yo te dije: ¿Qué hacen acá? Me da cosas hablar de mí, de mi actividad si se quiere “privada” porque lo hago todo no buscando el reconocimiento de la gente sino tratando de ser mejor cada día.